Apocalipstick

¿Por qué los protagonistas de la historieta argentina de los últimos 30 años. son todos anti-héroes?

Los Héroes están cansados

22/10/2015

| Por Annatole

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portada18Hubo un momento en la historieta argentina, donde estábamos rodeados de héroes. Nippur y Dago brotaban como estandartes del género heroico en las páginas de Columba, y después llegó Carlos Trillo. Llegó y conquistó la historieta con una mirada más consecuente con una idiosincrasia y una identidad tan nuestra, que es imposible volver para atrás.

Retomemos un minuto, pensemos en el héroe clásico: Es lindo, es fuerte, es moralmente intachable, y puedo seguir enumerando estas características que todos conocemos. Solo la idea de Flash, de Superman, cierra todo. Los héroes de Columba respondían a esta idea, a la idea del héroe bueno y victorioso porque responden a la idea del héroe del mito y la leyenda. Cuando el héroe se ve frente a una batalla que no puede ganar, los dioses (o el destino) le entregan dotes (o superpoderes) para ensalzarlo y que se vuelva quien realmente debería ser y cumplir con el destino grandioso para el que había nacido. Ponele Spiderman, Hércules, Flash, Teseo. Hasta acá todos de acuerdo.

Ahora pensemos en los protagonistas de la historieta argentina de los últimos 30 años. Anti-Héroes, pusilánimes, malos tipos, sentimentales absolutos. Cualquiera podría ser un personaje de Ricardo Darín.

7cdc702ca5b49ec9c8453781e6b37faeEsta idea del héroe clásico, que funciona tan bien en el resto de la historieta, acá nos parece una pelotudez. Tenemos la capacidad de reírnos de nosotros, de pasarnos por el orto valores prestablecidos, no nos consume el hambre de justicia porque sabemos que el fondo, la justicia no va a llegar nunca. Tenemos una distancia irónica y un cinismo frente al mundo que no nos permite ni concebir la idea de un tipo superpoderoso que no sea un forro o un dictador. Recordemos que el único “héroe” que funciono en los últimos años fue Cazador. Si bien conceptualmente no es un héroe, es el único que toma características de este modelo americano (y mucha gronchada argentina) y la hace funcionar.

El señor Andrés Accorsi me dijo “El héroe lindo, bueno, atlético, el Flash Gordon, se terminó con ésta historieta. Se terminó en 1980, con Los Héroes Están Cansados, de Trillo y Mandrafina”. Pero Humphrey Costa sigue siendo un sentimental. El héroe del policial no es un héroe propiamente dicho, es un tipo común que está roto, la idea del protagonista de la novela policial está más intrínsecamente relacionada al argentino. Es casi como un tanguero, si lo pensás. Un tipo duro, seco, solitario, no le cabe una; pero en el fondo, es un buen tipo, en el fondo quiere que lo quieran, pero vive en un mundo de mierda.

el-rostro-227x300Pensemos en Juan Salvo: a nivel dramático es un cero a la izquierda. No es el motor de acción de la historia. El personaje lindo y fachero funciona pero en una comedia (Loco Chávez, Negro Blanco), porque nadie se cree que vayan a hacer todo bien. Y creo que todo tiene que ver con el lector. La historieta argentina tiene que ver con otro tipo de historias y otra forma de contar personajes. Tomemos a un pibe de 16 años que se crió en Villa Lugano, y todos los días tiene que desconfiar hasta de su propia sombra. Un pibe que si ve a alguien robando, no hace nada porque si no, si hace algo, encima también la liga él. Como identidad, el argentino no conoce la justicia. Históricamente no conocemos la justicia. Ni siquiera somos un país integrado, somos lo que quedó de un montón de gente que vino de lugares muy distintos porque no les quedó otra y todos tiraban para su propio rancho.

Podríamos decir que es la sombra de la dictadura, que no nos la podemos sacar de encima, pero para mí, argentina modelo 1992, la dictadura es algo de lo que leí en un libro de historia. Para mí es mucho anterior, para mi tiene que ver con un bagaje que viene desde la inmigración.

mandraf+sh1+j-a1980003Tiene que ver con la falta de cohesión, esa desconfianza, ese legado del anarquismo, socialismo, comunismo que nos dejaron nuestros abuelos y bisabuelos. Es la falta de respeto a la autoridad posguerra, es la desconfianza del que duerme al lado tuyo en la trinchera. O quizás es un poco de todo eso. Es un poco de ser un pueblo golpeado, bombardeado, bastardeado, que probó ser del Primer Mundo y sin embargo para los otros es un sudaca, es del pueblo que tiene a la París de Sudamérica debajo de toneladas de basura en microcentro, es la estela de algo que pudo ser grandioso, pero se quedó en el camino. ¿Y que nos queda entonces? La viveza criolla, la pillada. La distancia irónica que tomamos para no ponernos a llorar, porque somos tipos duros, porque en el fondo, queremos que alguien nos quiera, pero por las dudas mejor no.

Humphrey Costa está cansado de ser un tipo duro, cansado de conformarse con las migajas de justicia poética que puede llegar a lograr a diario.

Quizás algún día las rupturas en el tejido en nuestra identidad se puedan cerrar, y quizás podemos confiar en una especie de Capitán América. Pero mientras, bueno, mientras tanto sálvese quien pueda.

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