La Mansión Wayne

¿Cuál fue el punto de partida que lo inició todo? ¿Cuál fue la historieta que te agarró del cuello para no soltarte más? En mi caso fue Watchmen.

Punto de quiebre

10/06/2015

| Por Bruno Magistris

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13974891¿Cuándo? ¿Cuál fue el punto de partida que lo inició todo? ¿Cuál fue la historieta que te agarró del cuello para no soltarte más?

En mi caso fue Watchmen. Quizás en el mejor cumpleaños de mi vida, tuve un momento de iluminación celestial y le dije a mis viejos: “Si me van a regalar algo, que sea guita para comprarme cómics”.

El consejo sirvió, y aquel 10 de diciembre de… ¿1995? , ponele, me levanté temprano, cargué una mochila al hombro, y rumbeé para el Parque.

El 78 no llegaba más, pero lo esperé tranquilo. Comiqueando en mano, discman (puff… un pedazo de vida) y con ansiedad incipiente, lo vi de pronto venir a lo lejos. El viaje a Chacarita se prolongó por una hora, más o menos, y allí bajé. Churro en mano, esperé cierto colectivo (que sinceramente no recuerdo ya cuál era) y de ahí el último tramo hasta Caballito.

Cuando llegué, empecé a mirar y a recorrer y a sopesar valores, cantidad, y gloria. No sabía bien qué comprar, así que me tomé mi tiempo. De pronto di en un puesto con la edición de Zinco en dos tomos de Watchmen. En Comiqueando, y en otros ámbitos, había escuchado que sí, estaba buena.

Así que la compré. Era esa época en que los precios de los comics eran racionales. No recuerdo haber pagado una fortuna ni mucho menos, y seguí mirando.

13974898En otro puesto, me llamó la atención una tapa que ya había visto en otro lado. Batman saltando en la noche, con un rayo detrás. “Uy… esa también dijeron que estaba buena… y dale”, pensé. Así que también compré el Dark Knight, lo guardé en la mochila, y seguí.

No sé qué más me llevé, quizás borré lo otro de mi mente al compararlo con las dos primeras obras.

Post-choripán, me preparé para volver y llegué a casa a la tardecita.

Me acuerdo que me acosté en la cama de mis viejos. Entraba una luz clara pero potente por la ventana. No había nadie en casa y el silencio era total. Saqué de la mochila Watchmen, y me invadió ese aroma inconfundible a Zinco.

Abrí el primer tomo, leí la primera página… y todo cambió.

De repente la historieta no era un medio a través del cual me contaban historias que me gustaban y punto. No, ahora era otra cosa: superior, trascendente, inteligente y transgresora. No sólo la historia en sí, con sus intrincados vericuetos, sus vueltas de tuerca, su “realismo”, sus personajes vivos y que respiraban, sus múltiples sentidos, sus plots y sub-plots… no sólo eso, sino la puesta en página rupturista, el dibujo, el detalle en cada panel, los nueve cuadritos, los textos que acompañaban cada número… Todo, todo eso me voló el cerebro como nunca más volvió a pasar, creo.

Porque fue la primera vez en que accedía a una obra que superaba toda expectativa que pudiese tener, que no sólo era, como dije, una buena historia, sino que a la vez era una obra de arte, maestra y perfecta.

42069265_18856505Si bien tenía todavía el Dark Knight, cuando terminé la obra del Mago algo cambió en mí. De la nada, nació algo muy parecido a un amor imperecedero que dura hasta el día de hoy. Nació un defensor a ultranza que se enfervorizaría en cada conversación donde el buen nombre de la Historieta fuese mancillado. Nació un consumidor ávido de más, más, más obras así.

Pero… hete aquí que, como dije, estábamos en la mitad de los ´90, época verdulera si las hubo. Y no fue fácil encontrar en aquellos días, para un lector incipiente como yo que recién empezaba, más obras de ese calibre. Así que… ¿qué hice? Salí a buscar lo conocido, y todo lo que tuviera el nombre “Moore” en la tapa, caía en la mochila.

quadrinhos - watchmenY así llegué a Swamp Thing, y a V for Vendetta, y a tantas otras que no hacían más que, en primera instancia, maravillarme. Y en segunda, seguir inflamando ese amor y maravilla por un medio que parecía brillar en lo más profundo de la oscuridad pública, que nadie conocía y por el que nadie daba un mango. Y eso lo volvía todavía más mítico, más irreal. Intentaba darle Watchmen a todo el que conocía, arriesgando mi propia aversión a prestar comics, pero el deseo de reconocimiento, de valoración, era más fuerte. Por lo que fueron muchas las veces en que la ofrecí, y muchas las que me lo rechazaron.

Pero eso es otra discusión.

Watchmen para mi fue rupturista, perfecto, sensible, maravilloso, sorprendente, irrepetible, insuperable e inmejorable. Los años me acercarían a otros artistas, a otras obras, y esa concepción de “inmejorable” se volvió muy discutible. Las grandes obras maestras no son mejores o peores entre sí. Cada una tiene su particular valor y podés conmoverte tanto con Watchmen como con un genial chiste de Liniers.

Pero de lo que sí estoy seguro es que de no haberme encontrado con esa obra en ese momento y aquel lugar, no puedo asegurar que estaría hoy aquí escribiendo esto y con este amor por el noveno arte tan fuerte quemando mi pecho.

Quizás a vos, querido lector, te haya pasado algo similar con esta u otra historieta por el estilo.

¿Te animás a contarlo?

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