Mundo Morrison

En paralelo a las aventuras de Batman y Robin, Morrison cuenta cómo vuelve Bruce Wayne de su supuesta muerte a manos de Darkseid.

The Return of Bruce Wayne

24/11/2020

| Por Bruno Magistris

1 comentarios

PantallitaA primera vista, la miniserie que hoy nos compete parece menos de lo que es. Pero una lectura cuidadosa hará que, como siempre logra Grant Morrison, más sentidos surjan de esta experiencia maravillosa. La misma está compuesta por 6 números, absolutamente ligada a otro título que por entonces escribía el escocés, “Batman & Robin”. Es más, conviene mechar la lectura del último tp de aquella con éste, para una mejor comprensión de la historia.

El primer número, “Shadow on Stone”, es una continuación directa del final de Final Crisis, donde Batman es torturado por Darkseid en un intento de hacer copias de él y tener un ejército de Batmen a su disposición. El encapotado vence al dios maligno pero no puede zafar del Omega Beam, que no lo mata (lo que todos creen en el momento) sino que lo manda al (casi) comienzo de los tiempos. La faz gráfica está a cargo del siempre correcto Chris Sprouse. Bruce en la edad de piedra. Detrás de él, hay algo llamado Hyper Adapter (de ahora en más HA) que lo persigue y gana poder a cada salto temporal. Darkseid confía en que Batman logre escapar y vuelva al presente, y esa es la trampa: cuando lo haga, el HA será imparable, y lo destruirá todo. Bruce emerge de la cueva (donde deja runas, una grabación y la propia capa y capucha) para encontrarse con una tribu originaria: los Miagani. A lo lejos, el cohete-mensaje enviado por Lois y compañía en FC. Bruce es visto casi como un dios, y convive con ellos hasta que otra tribu, liderada por un primitivo Vandal Savage, se les enfrenta. Bruce es atrapado y ofrendado a un misterioso murciélago gigante que esta gente tiene como ídolo (ya veremos de dónde sale). Los Miagani lo liberan, Bruce se calza la piel del quiróptero y salvan las papas. Savage cobra de lo lindo y Bruce se va en medio del comienzo de un eclipse solar y la aparición infalible del HA, descontrolado. Superman, Booster Gold, Green Lantern y Rip Hunter (que les presta la máquina del tiempo) aparecen buscándolo, sin éxito. Saben que, si Bruce vuelve, se acaba todo.

2El capítulo 2, “Until the End of Time”, arranca con Bruce emergiendo en el mismo lugar, pero muchos años después. Es ayudado por Annie, una solitaria mujer del bosque de la cual se enamora. Bruce no recuerda quién es, ni de dónde viene (pero lo intuye). Comienza a escribir un diario con lo poco que va recordando, para no olvidar. Toma la identidad de Mordecai Wayne, una especie de investigador benévolo de la época de la quema de brujas. Y flash-forward al Fin de los Tiempos, con la Liga que llega a última hora en busca de un Bruce que no encuentran, o casi. Bruce (traje tecno-futurista de por medio) les pide que confíen en él, les afana la máquina del tiempo, y se va. Volvemos al “presente”, y otra vez lucha a muerte con el HA. Ah, y encima, dibuja el magnífico Frazer Irving, gloria absoluta.

En el capítulo 3, “The Bones of Bristol Bay”, Bruce cruza espadas con el pirata Blackbeard, que lo confunde con el Black Pirate, legendario corsario del mar. Bruce no lo corrige, le sigue el juego y se alía con el verdadero descendiente de aquel. Lo destacable: el reencuentro de la misma cueva del nº 1, con las runas desgastadas por el tiempo, los Miagani ahora convertidos en “bat people” (adoradores de aquella figura mítica que los salvó en el comienzo) y la capa y capucha que él mismo dejó allí, cientos de años atrás, reverenciada como reliquia sagrada. Mientras, la Liga confirma sin lugar a dudas que Bruce sobrevivió. También presenciamos el recuento de cómo aquel nuevo Black Pirate termina siendo parte de los que serán los antepasados de la genealogía Wayne. Y algo importantísimo: Bruce le pide que recolecte ciertos objetos, en una caja con un murciélago pintado (la que encuentra luego Dick en B&R), y se va, nuevamente bajo un eclipse solar. El dibujo está a cargo del genial Yanick Paquette, que no descolla sobremanera, pero que cumple muy bien.

4El capítulo 4, “Dark Night, Dark Rider”, es un Western en el que Bruce es tenido por un fantasma vengador y Vandal Savage (ahora “civilizado”) busca junto al mismísimo Dr. Hurt el secreto de la caja que Bruce mandó a hacer en el número anterior, dotada ahora (cientos de años y leyendas después) de premoniciones místicas y poderes imposibles. Un Wayne bien al estilo cowboy, que casi no habla, y que salva las papas a último momento, aunque con un tiro en el pecho. Terminamos con Alan Wayne construyendo la mansión, con planos que no solo son arquitectónicos sino que delinearán un faro, una luz en el tiempo para cuando la oscuridad lo necesite. Ah, y que mantiene posesión de la caja. El dibujo está a cargo del horrible Georges Jeanty, artista espantoso por donde se lo mire. Es increíble que con tanto buen artista, se hayan mandado este moco en este número que le baja la calidad a la obra final.

El capítulo 5, “Masquerade”, empieza a acerlerar como le gusta hacer siempre a Morrison. Centrado en una falsa década del ´70 (donde en realidad todo lo que vemos es de los ´40). Bruce está más canchero y se hace pasar por detective privado. Su diario personal (que comenzara a escribir en el capítulo 2) le salva la vida: la bala pega en él y deja un agujero en sus páginas. La minita de la historia: Marsha Lamarr (la actriz que protagonizó aquel film que quizás recuerden: “Black Glove”). Bruce es llevado por ella (y por sus faldas) a investigar el asesinato de los Wayne, y comienza a crearse el mito de que Thomas no murió. Investigan la Mansión (en aquel lugar donde será el asedio y donde Dick encontrará la Caja). Mientras, Hurt rosquea con Carter Nichols el sacrificio de una víctima inocente a Barbatos a cambio de guita para su investigación del viaje en el tiempo. ¿Qué busca? Más vida eterna. En la Mansión se prepara un culto satánico en medio del eclipse, al que Bruce asiste vestido con el disfraz de murciélago que su padre usara en aquella fiesta silveragesca de tantos años atrás. Todo se revela como una trampa, el sacrificio a Barbatos será él. Una vez más, Bruce zafa en el último minuto con la máquina del tiempo de Carter (un salto al vacío… o al fin de los tiempos). Mientras, en el presente, la capa y capucha que tiene la Liga empieza a emitir una radiación muy fuerte: Bruce se acerca. Alarmas, sirenas, descontrol: y Bruce llega, con la máquina del tiempo (la que le afanó a Hunter en el nº 2) y con un look techo. ¿WTF? El dibujo es de un descomunal Ryan Sook, que lo deja todo.

6Y terminamos con “The All-Over”. Este número es apoteótico. Arrancamos en el Fin de los Tiempos donde todo se vuelve cuasi abstracto, donde los hechos fundadores y más básicos de Batman como concepto llegan a su fin (el collar de perlas, el arma, la campana). La campana… ¿se acuerdan que desde los primeros números de Morrison en Batman se habla de “Bells ringing…”? Bruce llega con la máquina de Nichols, aun humeando. Los “archivadores” que allí encuentran (con un look definitivamente murciélago) lo curan, le hacen una “transfusión lazarus” y lo meten en un techno traje para sanarlo (y para algo más). El fin del tiempo se acerca, y con él el Hyper Adapter, que no cede un centímetro. Bruce está solo, no puede vencerlo. Y llega la Liga (como vimos en el capítulo 2) y al bajar, cometen el “grave error” de dejar la llave puesta en la máquina (y bueh…). Bruce, como ya vimos, se las afana, les dice que confíen en él, y se va. Los archivadores regeneran la máquina del tiempo de Nichols, y en un último acto de sacrificio, salvan a la Liga. El Tecno -ruce aparece en el presente, con su extraño traje, ahora revelando su función: no recordar, no atraer al HA, al menos hasta que llegue el resto de la Liga, pero su voluntad es incluso más fuerte que su plan. El HA se manifiesta directamente en él, en su traje, imparable. Bruce se arranca el traje poseído, al que la Liga atrapa y apresa en la máquina de Hunter, la cual explota en el tiempo y envía reverberaciones en infinitos lugares. Ahí es cuando Dick ve su “visión” del murciélago en la cueva, ahí es cuando la esencia del tecno-traje-murciélago (ya convertido definitivamente en un murciélago gigante, rabioso, descontrolado) viaja en el tiempo y termina con Vandal Savage (y con Bruce también, en un círculo perfecto que reinicia la historia hasta el número 1).

Batman-The-Return-of-Bruce-Wayne-6-Page-21-660x1024Bruce al borde de la muerte, y finalmente, la Campana. Aquella que Morrison viene anunciando desde su primer número, aquella que se escucha durante toda su obra, suena de la mano de Bruce. Aquella campana, ahora abstracta y perfecta, que hizo sonar en Año Uno llamando a Alfred, aquella que hizo sonar cuando supo quién era finalmente y qué debía hacer. La campana que vuelve a salvarle la vida. Épico. El eclipse solar está en alto nuevamente. Y Bruce está de vuelta, exactamente en el momento en el que lo vemos reaparecer en el clímax de “Batman & Robin”. El dibujo está a cargo de un, por momentos, muy convincente Lee Garbett.

Esta saga es adictiva. Es tan apasionante y a la vez tan enriquecedora del “mito Batman”, que no puedo dejar de tenerla entre las mejores que se han hecho sobre el personaje. Cierra todo lo que el escocés venía haciendo desde aquel “Batman & Son” de una manera espléndida, sin fisuras. Expande el universo del personaje hacia niveles imposibles, en donde termina creando la idea de que no es Gotham la que crea a Batman, sino al revés.

Si sos fan del murciélago, si sos fan de Morrison, si sos fan de las buenas historias, no podés dejar de tener esto. Y leerlo una y otra vez. Hasta el Fin de los Tiempos.

 

Compartir:

Etiquetas: , ,

Dejanos tus comentarios:

Un comentario