Tercera parte de la nota que conmemora los 50 años del icónico personaje creado por Hugo Pratt.

Corto Maltés (parte 3)

20/10/2017

| Por Andrés Accorsi

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logo-cortomaltese50-01

CortoMalteseCouleurFormatNormal9a_10102009_170243CUESTA ABAJO

Paradójicamente, cuando Corto Maltés tiene tanta chapa que en Italia comienza a editarse una revista con su nombre, Pratt nos castiga con las entregas más flojas de la serie. La primera, de 1985, se llamó Tango (en Argentina, Todo a Media Luz) y nos muestra al Corto de vuelta en nuestro país, esta vez involucrado con el tráfico de prostitutas polacas que hicieron las delicias de los inmigrantes en la Buenos Aires de principios del Siglo XX. La historia se sitúa en 1923 y exuda tango, arrabal y acción, con mucho olor al Palermo malevo de Borges. Además, Corto ve la luna doble, se reencuentra con Butch Cassidy y Esmeralda y venga la muerte de Louise Brookzowyc (a quien conocimos en Fábula de Venecia).

Acá es donde se ve muy claro el viraje gradual del maestro hacia un estilo de dibujo más sintético, más despojado, hacia un dibujo casi caligráfico. Esto contrasta de un modo bastante grosero con el trabajo detallado  perfectamente documentado que realizan sus asistentes (principalmente el gran Lele Vianello) en las viñetas en las que sólo vemos casas o vehículos, elementos que para esta altura Pratt ya se había cansado de dibujar y delegaba en su equipo. Fuera del guiño a la Valentina de Guido Crépax y el atractivo que puede tener para los porteños ver a Corto Maltés en las calles de la Buenos Aires antigua, la de los tangos, los malevos y las putas (que tanto inspiraron a Jorge Luis Borges, Arturo Pérez-Reverte y tantos otros), la historia no tiene demasiados méritos más.

9788817070676Elvetiche: Rosa Alchemica (o Las Helvéticas) se serializa en Corto Maltese durante 1987. Se trata de una obra rara, repleta de los elementos que años después usó Neil Gaiman para convertir a Sandman en un clásico instantáneo: entidades conceptuales con sentimientos humanos, gente que entra y sale de los libros, juegos de meta-lenguaje, personajes que en el plano “real” son una cosa y en el de los sueños otra, mortales que rosquean con seres legendarios o míticos y se llevan de regalo la inmortalidad, o la posibilidad de meterse en los sueños de los otros; la búsqueda de algo místico y trascendental que no se sabe bien qué es, pero se intuye; la extraña relación entre los sueños, la realidad y la ficción; la constante referencia a personajes del folklore, la leyenda y la literatura germánicas; y por si faltara algo… aparece el mismísimo Sandman!No se parece a Robert Smith, pero comparte unas hermosas viñetas con el aventurero de Malta. Esta saga data de 1987, un año y moneditas antes que el Sandman de Gaiman, pero la cantidad de elementos en común no deja de sorprenderme.

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Lamentablemente, entre tantas secuencias oníricas y chamuyos místicos, queda cero espacio para que Pratt desarrolle algo así como una tensión dramática. Es un comic 100 % hablado, donde los momentos “jodidos” se resuelven con más chamuyo o a lo sumo bailando (!). No hay un tiro ni una trompada, que son dos de las cosas que Hugo Pratt dibujaba mejor que nadie. No hay peligro, porque todo el tiempo sabés que todo es un sueño y que, a la larga, Corto se va a despertar y va a estar todo bien. La saga habla de temas interesantes (la propia Rosa Alquímica, la búsqueda del Santo Grial, etc.) pero en un tono casi displiscente, donde no sólo no entra la épica sino ni siquiera la más básica aventura, que siempre fue la marca de fábrica del maestro veneciano.

9782203097711-us-300Bastante más extensa que las dos sagas anteriores es Mu, también serializada en la revista Corto Maltese, entre 1988 y 1991. Esta aventura (ambientada en 1925) es la última que llega a completar Pratt antes de su muerte, ocurrida en 1995. Sin ser excelente, Mu levanta un poco la puntería. En esta búsqueda del continente perdido, Corto se ve rodeado de Levi Columbia, Tristan Bantam y Rasputín, y la aventura vuelve a ocupar el rol protagónico, aunque se empantana un poco entre tanta información (Pratt estudia la arquitectura de la supuesta civilización de Mu como si fuese real y explica un sinfín de detalles que no suman a la trama) y, no podía fallar, se desvirtúa con la proliferación de elementos místicos y diálogos sumamente extensos.

EL LEGADO

Desparramadas entre historias anteriores, posteriores y apócrifas, entre acuarelas y entrevistas, hay algunos datos más sobre Corto que permiten trazar su biografía más allá de 1925. Se sabe, por ejemplo, que en 1928 vuelve a Etiopía, y que en 1936 se alista en las brigadas que combaten para el bando republicano en la Guerra Civil Española, donde desaparece, pero no muere. En la propia Balada del Mar Salado aparece una carta escrita por Pandora Groovesnore, fechada en 1965, que se refiere a Corto como si estuviese vivo.

hugo-pratt-corto-maltese,-mu,-strip-43-et-strip-44-(2-works)Sin embargo, a partir de la muerte de Hugo Pratt tendríamos por delante nada menos que 20 años sin nuevas apariciones del popular personaje, condenado al limbo de las infinitas reediciones y las muestras en homenaje a su creador. En 2007, cuando el personaje cumplía 40 años (y 12 en el freezer), volvía a entrar en escena Patrizia Zanotti, quien fuera durante muchos años colaboradora y colorista de Pratt. Tras la muerte del maestro, Zanotti se convirtió en la encargada de negociar los derechos para reeditar sus obras y participó también en la coordinación de decenas de estos eventos y muestras en homenaje a Pratt. Zanotti sacudió al mundo declarando que dos dibujantes (cuyos nombres no reveló) estaban trabajando en un nuevo álbum de Corto Maltés, que vería la luz en un par de años, en la editorial francesa Casterman.

PRATT-MOSTRA-4“Hugo me confío su expresa voluntad de que las aventuras de Corto continuaran incluso después de su muerte”, dijo Patrizia, “y yo llevo varios años pensando como revivir al querido Corto”. Aparentemente, los nuevos dibujantes habían tomado como base ideas y bocetos creados por Pratt durante sus años en París. “Hugo quería dibujar a Corto en París”, dijo Zanotti, “con su esoterismo y sus catacumbas, y de ahí llevarlo de vuelta a Venecia, para una aventura ligada al mundo de los hebreos”. Por supuesto, eso nunca sucedió.

Faltaban ocho años más para el regreso de Corto Maltés, que queda para la próxima entrega.

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