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NOTAS

“Black Kiss” + La sexualidad

Si algo nos demuestra Black Kiss, es que lo único “normal” para el ser humano a través de los tiempos ha sido el placer y la violencia.
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Martes 05 de agosto

Invitados: Howard Chaykin, Michel Foucault, Paul Preciado, Eva Giberti y otros amigos.

¿Es la sexualidad simplemente coger y genitalidad?
¿Es lo mismo hablar de género que de placer sexual? ¿Nuestra identidad se define desde adentro o desde afuera?
Cuando hay un montón de sabores, placeres o etiquetas y nos exigen elegir la nuestra, ¿por qué y a quién debemos rendir cuenta de nuestros (legales) placeres sexuales?

Aclaración previa: Este texto parte de la base de que toda práctica sexual mencionada ocurre entre adultos con consentimiento, conciencia y respeto mutuo. No avala ni discute situaciones de coerción, abuso o imposición de voluntades. Por favor eviten cualquier intento de descontextualizar y distorsionar estas palabras e ideas como un acto de pura mala fe.
Muchas gracias.

Hay preguntas que son más viejas que la mamadera que usaba Mirtha, pero cuando una obra de arte (sí, sí, la historieta también es arte) que fue creada hace casi 40 años está más vigente que nunca y nos habla de forma directa como sociedad, cabe preguntarse si fue una adelantada a su época y su autor un visionario, o si somos nosotros los que nos estamos atrasando.

Es muy difícil hablar de sexualidad y género sin caer en la trampa de la llamada “normalidad”, y por lo tanto de las normas… Por lo que si seguimos esa línea de pensamiento, nos lleva directo al concepto de orden y por supuesto, al “ordenar” una sociedad. ¿Por qué mierda hay gente obsesionada con dictarle a los demás aquello que debe darles placer, aquello permitido y aquello excluido de su forma de relacionarse sexualmente con otro adulto o consigo mismos? Es un misterio en sí mismo, o quizás no lo sea tanto si lo pensamos como un intento pleno de ejecución de Poder. No sea cosa que nos desviemos de ser un ciudadano modelo y funcional, sin ningún tipo de desviación ni excentricidad.

Año 1988, cae Howard Chaykin y pela sobre la mesa una de sus obras más grandes, o al menos, de las más transgresoras de su momento y, por qué no, de hoy en día: Black Kiss. Ya desde el vamos, con su nombre (cuya traducción literal es “Beso Negro”) el autor nos mete la lengua en el culo para impactarnos, incomodarnos o complacernos. Black Kiss sale en una editorial independiente bastante dedicada al comic under como era Vortex, y es una historieta que mezcla elementos del policial neo noir y mala leche (perdón, no estoy pudiendo evitar los chistes internos para quienes la hayan leído) con el erotismo, los tabúes sexuales y me atrevería a decir que, casi entrando en terreno de spoiler, jugar con elementos de terror. El resultado es una obra tan magnífica como transgresora, que haría que más de un puritano de Twitter rompa el teclado de su celu de la indignación.

“Hola amor, mi nombre es Dragma, y me encantaría chuparte la pija. Dejame tu mensaje después del tono”
Fragmento de “Black Kiss”

Extraña paradoja: vivimos en una época donde todas las elecciones, gustos, sabores y pensamientos sexuales se combinan de las formas más inesperadas posibles y para todas ellas tenemos un nombre o una etiqueta. Alcanza con mirar los subfiltros posibles de cualquier sitio porno en internet para comprender lo vasto e inabarcable que son las categorías de fantasías sexuales de las personas, pero esta supuesta libertad de elección ¿no encierra en sí misma otra forma de ordenar, clasificar y segmentar a la sociedad?

Michel Foucault decía que el Poder siempre ha intentado esta especie de clasificación y subyugación moral, donde no les interesa liberarnos, sino más bien administrarnos. Y es ahí donde el genio de Chaykin encuentra el lugar para volar todo por los aires (literal desde las primeras páginas) y generar una enorme incomodidad por medio de personajes tremendamente cargados de violencia, fluidez de identidades y una sexualidad inabarcable en medio de una trama casi tan desesperanzadora como participar de un mitin de un partido de ultraderecha.

Pero como todo gran genio, no se queda en lo superficial del shock espanta-viejas, y -conforme avanza la trama- se ahonda más y más en un mensaje donde la diversidad de género y la igualdad entre todos son dos caras de una misma moneda: la del ser humano. Hay algo de Judith Butler y su idea de que el género no es algo fijo, sino una construcción que se reinterpreta constantemente. En la historia y los personajes, que traen en sus espaldas los arquetipos y convenciones de los géneros mencionados (la/s femme fatale, la policía corrupta, el hampón que no vale dos mangos pero termina resultando en héroe, etc.) la maestría de Chaykin esquiva todos los lugares comunes y logra que cada elemento tenga su vuelta de tuerca adicional, sin pedirle permiso a nadie. Así logra que las caracterizaciones se sientan tan frescas y renovadas como si hubieran sido escritas ayer.

  • Rick, mierda… ¿porque tuviste que hacer esa cagada de matarla?
  • Nos dijeron que los querían muertos a los dos, a él y a ella.
  • Sí, pero ahora tenemos que esperar a Pollack… por lo menos nos podríamos haber divertido un rato antes. No olvides liquidar a la hija también.
    Fragmento de “Black Kiss”

El Dr. Malcolm de Jurassic Park diría que “la vida se abre paso en el caos”, y nosotros podríamos agregar que es a partir de la sexualidad de donde florecen sus vertientes más interesantes. Como dice Paul Preciado, ante una sociedad que intenta clasificarnos, describirnos y segmentarnos para no mezclarnos con aquellos que serían los puros o, como indica su remix actual, “los ciudadanos de bien”, la batalla de la resistencia la damos a diario en el terreno de nuestro propio cuerpo y nuestra propia sexualidad. Un gobierno podrá intentar hostigar, acallar voces o perjudicar a quien piensa distinto, pero la identidad es algo tan propio que su grito termina por ensordecer a cualquier ciego que además no quiera ver. ¿Y qué es la historieta sino un gran termómetro de sus tiempos?

Al parecer, los tiempos de Chaykin de hace 40 años son los mismos tiempos de la actualidad, incluso cuando sabemos que, como diría Jeffrey Weeks, «la sexualidad es una construcción social que varía según el contexto histórico y cultural»… algo que puede parecer tan obvio que al mismo tiempo encierra una verdad se nos pasa por delante de los ojos: Aquello que hoy es considerado normal, no lo era antes y no lo será después. ¿Por qué mierda perseguimos entonces, ya sea para combatir o para defender, el ideal de la normalidad cuando sabemos que es un concepto tremendamente volátil? Si algo nos demuestra Black Kiss, es que lo único “normal” para el ser humano a través de los tiempos ha sido el placer y la violencia.

“Ay cariño, no te quedes tan impactado… Todos saben que en la variedad está lo picante y sabroso de la vida… ¿o no?”
Fragmento de “Black Kiss”

La psicóloga argentina Eva Giberti dice que «la sociedad tiende a castigar lo que no comprende, y la diversidad sexual suele ser un blanco fácil». Así es como el buscar “ser normal” se convierte en un elemento que solo busca hacer sentir mal a una otredad, generar discursos de odio y discriminación o, sobre todo, que los “de abajo” nos peleemos por los caprichos de “los de arriba”. Chaykin, en cambio, se para de manos y plantea que el con que otro adulto decidamos darnos placer mutuamente entre cuatro paredes es algo que a tu gobernante no debería importarle: en todo caso debería preguntarse él por qué le otorga tanta dedicación. Lo anormal debería ser el hecho de tener que andar explicando y justificándose, y a quienes tratan de imponer lo contrario, solo les puedo decir: métanse en el culo el concepto de normalidad sexual y la validación externa… Estoy seguro de que les puede generar mucho placer.