El Guantelete del Infinito

Esta vez le toca a Javi Hildebrandt elegir las seis gemas con las que armar su guantelete.

Javi Hildebrandt

30/01/2018

| Por Javier Hildebrandt

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TiempoGema del Tiempo: Krazy Kat

Detalle-Krazy-Kat-Fantagraphics-BooksGeorge Herriman creó a Krazy Kat a principios de la década de 1910, pero si nos dijeran que, en realidad, lo hizo la semana pasada, nadie se sorprendería demasiado. Completamente adelantado a su época, el triángulo de amor bizarro que conforman Krazy, Ignatz y el Offissa Pupp irrumpió -nada menos que en un periódico como el Evening Journal de Hearst- para insuflarle a la daily comic strip una bienvenida cuota de surrealismo, ambigüedad y vuelo poético. Y como si fuera poco, trajo al mundo de la historieta a su primera protagonista trans.

En sus más de veinte años de publicación, Krazy Kat mutó, se revolcó sobre sí misma, y expandió sus extremidades simbólicas hasta límites inéditos para aquel entonces. Alcanza con ver las geniales planchas a color de los años ’30 para identificar ese espíritu rebelde y absurdo que Herriman invocaba cotidianamente. Y ni hablar de su influencia: imposible entender la evolución de las tiras cómicas, la contracultura (en nuestro país se publicó en los ’70 en las páginas de Expreso Imaginario) y el comix underground sin este brutal antecedente. En un tiempo en el que las reglas aun no estaban escritas y parecía que casi todo estaba por inventarse, el comic ya había generado (con un ladrillo en la mano, por supuesto) su primer acto de subversión lúdica.

EspacioGema del Espacio: Tinta invisible

D99Los formatos breves siempre son un campo fértil para la experimentación y los juegos formales con los límites del medio. Entre mis opciones iniciales para esta gema andaban dando vueltas la primera versión de Here, de Richard McGuire, y aquella maravillosa página del árbol de Big Tex, de Chris Ware. Sin embargo, creo que algo aún más difícil de concretar en poco espacio es una historia con desarrollo, con personajes que evolucionen y salgan de la historia distintos a como entraron, y que a la vez se siga reconociendo como profundamente historietística.

“Tinta invisible”, de la, a esta altura, clásica dupla Pablo De Santis – Juan Sáenz Valiente, cumple con creces este cometido. En tan sólo cuatro páginas, De Santis cuenta la historia de un detective que persigue a un hombre desaparecido, dentro de la historia de un escritor de novelas policiales venido a menos, dentro de otra historia que dispara preguntas sobre el oficio de escribir y sobre el sentido de la propia vida. Y en el aspecto gráfico, Sáenz Valiente logra que todo fluya con elegancia, con un manejo tan detallado de los encuadres, la composición y el tiempo narrativo, que por momentos la historia parece contarse sola, sin dibujos, ni palabras ni división en cuadritos. La proeza de esta historieta, entonces, es concentrar en su brevedad la potencia narrativa de una novela y el germen para múltiples relatos, como un prisma que espera ser atravesado por la luz. “Tinta invisible” se publicó originalmente en el #3 de Fierro (segunda época) y fue recopilada junto a otras historias de la dupla en el libro Cobalto, editado en 2016 por Hotel de las Ideas (espero que no me cobren el chivo 😉 )

PoderGema del Poder: Valérian

valerian_christin_mezieres_1967Cuando el año pasado se anunció el estreno de Valérian, la película dirigida por Luc Besson, los neófitos se sorprendían de lo mucho que había influido en la saga de Star Wars y cómo sus historias y su imaginario habían prefigurado todo el sub-género de la space opera de mitad del siglo XX. Para quienes ya lo conocíamos, esto no resultó ninguna novedad. La obra monumental que edificaron Pierre Christin y Jean-Claude Mézières durante 23 álbumes y más de cuarenta años, llevó a los agentes espacio temporares Valérian y Laureline por un frondoso recorrido de universos, planetas y civilizaciones, al pasado y al presente, al infinito y más allá.

La forma en la que Christin y Mézières reinterpretan los temas clásicos de la ciencia-ficción, la profundidad con que desarrollan cada historia -casi siempre con una saludable incursión en el barro de la política para hablar también de nuestra propia actualidad- y la inyección de proteínas visuales y estéticas que nutren cada álbum, la vuelven una estrella demasiado brillante como para apreciar de una sola vez. La influencia que ha ejercido sobre toda una generación de historietistas es más que evidente, pero la luz que ha dejado tras la publicación de su último álbum, en 2013, todavía está lejos de extinguirse.

MenteGema de la Mente: Doom Patrol

DoomPatrolLa invasión inglesa que sufrió el mainstream yanki durante fines de los ’80 y principios de los ’90 dejó, sin dudas, varios exponentes para ocupar esta gema. Pero probablemente, el más descontrolado y feliz de todos ellos sea la Doom Patrol de Grant Morrison y Richard Case. A partir del momento en que el escocés se hace cargo de la serie (número 19 del volumen 2), estalla una bomba que fragmenta la estructura del género superheroico en infinidad de fragmentos, que cobran vida propia y a la vez se reconocen como parte de un mismo cuerpo. Y en ese escenario, el grupo dirigido por Niles Caulder y formado por Robot Man, Crazy Jane y Negative Man tiene todo por hacer, deshacer y reinventar. Desde un personaje que es, literalmente, una calle (Danny the Street) hasta una sociedad de “supervillanos” denominada la Hermandad de Dadá; de un cuadro que se come una ciudad a un asesino serial de hombres barbudos (y la Patrulla protegiendo a un inequívoco Alan Moore); de homenajes a Borges y William Burroughs a parodias de Fantastic Four y los X-men.

El placer de la lectura de Doom Patrol es descubrir qué nuevo delirio nos deparará la historia y de qué manera Morrison encontrará una resolución brillante para que todo cobre un nuevo sentido. “Si tengo alguna fe, es la fe en lo impredecible, lo inesperado” dice Caulder, casi sobre el final de estos 44 números. Una frase que bien podría caberle al propio Morrison, que sigue creando mundos impredecibles e inesperados hasta el día de hoy.

RealidadGema de la Realidad: Palestine

palestine2Entre 1993 y 1995, Joe Sacco publicó los nueve números que conforman Palestine, uno de sus primeros trabajos en historieta y el primero en relatar sus incursiones por Cisjordania y la Franja de Gaza. Sin embargo, dificílmente le pueda caber el adjetivo de “primerizo” a esta contundente crónica sobre los horrores cotidianos de un conflicto que cada día se vuelve más absurdo. Sacco cuenta con crudeza su experiencia directa en los territorios ocupados por el ejército israelí, a tal punto que obliga a cerrar el libro en más de una oportunidad, casi como un acto reflejo de la mente para conservar la cordura ante la atrocidad que ocurre no en Tierra 1, 2 o X, sino en el mismo planeta que habitamos junto a sus protagonistas. Y lo hace sin virtuosismo, pero con un arriesgado trabajo en la puesta en página que le otorga una bienvenida dinámica y lo vuelve orgullosamente historietístico.

La mecha que encendió Sacco ha estallado en varios lugares (vale destacar también, en ese sentido, el trabajo del peruano Jesús Cossio en sus libros Barbarie y Rupay, retratando la historia oculta detrás de las masacres perpetradas por el ejército local y la agrupación Sendero Luminoso) y sigue generando nuevas detonaciones, allí donde no hay cabida para hacerse el distraído ante las injusticias que se cometen en cualquier parte del mundo.

AlmaGema del Alma: Savarese

SavareseDejo a propósito para el final esta gema, que tiene un significado muy personal para mí. Más allá de que Savarese sea una joya del género policial, ejecutada por un mago del relato de aventuras como Robin Wood y una suerte de Elemental de la estética hard boiled como Cacho Mandrafina, fue una de las primeras lecturas que me introdujeron al universo de la historieta por fuera del humor gráfico. Y tal vez por mi edad, porque me veía reflejado en ese Giovanni Savarese que la peleaba solo en un mundo hostil, que se emperraba por ir a contramano en un entorno hastiado de pobreza y corrupción, sentí en aquel entonces que la historieta era el medio perfecto para reflejar mi dimensión humana, que resonaba en mi interior una nota que ningun otro relato había tocado antes. Sorteando, incluso, la edición de Columba, con su tradicional hedor a naftalina y su coloreado horrendo.

Hoy, con unas cuantas lecturas más en mi haber, es difícil que Savarese pueda provocar en mí esa misma sensación, aunque sus méritos permanezcan intactos. Pero lo que sí es seguro es que disparó un maravilloso camino –como lector, guionista, editor, laburante- que, estoy seguro, aún me depara muchas emociones más.

 

Agradecimiento eterno para Wood, Mandrafina, todos los genios mencionados aquí y unos cuantos más, por hacer uso de un poder infinito: contagiarnos el amor por la historieta.

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