Copper City es una ciudad minera donde el magnate del cobre, Buck Mason, acaba de fallecer. Su viuda, la malvada y astuta rubia Rust (que rima con Lust), convoca a un viejo amor, el periodista Hal Weber, para que dirija el periódico local. Rust busca extender aún más el poder de su difunto esposo, mientras que Hal debe decidir si la ayuda o si se alía con Audrey, la bondadosa hija de Mason, otra rubia tanto o más hermosa que Rust, pero con un corazón noble. En el ámbito empresarial, Rust tiene como rival al magnate Marcus Jeffers, con quien emprenderá una lucha de poder encarnizada, mientras que en el periódico, Hal cuenta con su asistente Jimmy, quien admira a su jefe y lo ayudará, acaso sin saberlo, a tomar decisiones justas. McPhee, un anciano taxista aventurero, también participará en el desenlace de las intrigas del mundo empresarial de Copper City. La trama incluye una mina en colapso, una empresaria inescrupulosa que extorsiona a sus proveedores, un periodista enfrentado a dilemas éticos, y un grupo de niños que reparten periódicos en bicicleta. Tras numerosos engaños y giros, la verdad saldrá a la luz, los buenos triunfarán y los villanos recibirán su merecido.
En 1950, el editor Archer St. John encargó a Arnold Drake y Leslie Waller, quienes firmaron con el seudónimo Drake Waller, que escribieran el guion para un comic detectivesco, que sería ilustrado por el talentoso Matt Baker. Así nació *It Rhymes with Lust*, el primer comic cuya contraportada no incluía anuncios, sino una sinopsis, emulando a los libros reales. Sus dimensiones eran más cercanas a las de un libro que a las de una revista de comics, con unas 112 páginas encuadernadas con lomo. Estamos hablando nada más ni nada menos que de la primera novela gráfica. A pesar de la atención al detalle de St. John, el comic fue un fracaso. Más allá del riesgo de experimentar con un formato híbrido, la historia no logró destacar. Sin embargo, el arte fue espectacular.
Los dibujos de Baker son, sin duda, lo que hace que *It Rhymes with Lust* valga la pena. Famoso por su capacidad para retratar mujeres voluptuosas, Baker fue uno de los artistas más solicitados de la época (y uno de los primeros afroamericanos en tener una carrera significativa en la industria del comic norteamericano). En esta obra, Baker despliega todo su talento: Rust, la femme fatale, está bellamente dibujada, evocando a las divas de Hollywood de los años ´40. Además, hay una encantadora recreación del lenguaje cinematográfico, se utilizan patrones punteados para sugerir tomas desenfocadas, un efecto que, curiosamente, nadie volvió a usar. Los personajes están bien definidos, con peculiaridades y vestuarios que los hacen parecer actores totalmente comprometidos con sus roles. Para Baker, este proyecto no fue solo un encargo profesional, sino una oportunidad para explorar su potencial como narrador gráfico. Aquí lo vemos crear composiciones impactantes, tomar ideas prestadas del cine y dotar a sus personajes de expresiones distintivas.
Sin embargo, el guion es malo. Se asemeja a una mala película de serie B de la época, plagada de clichés tanto en la trama como en el estilo. *It Rhymes with Lust* carece de autenticidad; intenta contar una historia con matices sórdidos, pero termina por ser una fábula moral simplista que solo destaca por la calidad de su dibujo. Acaso el motivo sea que, mientras Baker se tomó muy en serio la oportunidad de explorar un nuevo formato, para Drake y Waller fue solo un encargo más.
Probablemente por haberse publicado en blanco y negro en una época en la que todos los comic books eran a color, el proyecto fracasó y eso llevó a la cancelación de numerosos títulos que St. John planeaba publicar en este nuevo formato de novela gráfica, lo que a su vez retrasaría varias décadas la aparición de comics verdaderamente adultos. A pesar de ello, su valor como precursor de las novelas gráficas modernas es innegable, y gracias al trabajo de Baker, la reedición de Dark Horse es una adición valiosa para cualquier biblioteca de comics.
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