Breve pero intenso fue el paso de John Byrne por esta colección. Hoy en día, un dibujante de comics apenas termina las páginas de un título mensual. En 1980, John Byrne no sólo dibujaba al título más vendido de Marvel (Uncanny X-Men) sino que además construía vanguardia en Captain America. La línea clásica y refinada de Byrne brillaba aún más con los colores de Bob Sharen, y acompañado de Roger Stern (uno de los mejores guionistas del mainstream de la historia), la dupla Stern/Byrne le insufló unas bases más que sólidas para que muchos equipos creativos se apoyen en ellos a futuro, para la construcción prolija de uno de los mejores personajes de las Big Two (Marvel y DC).
Byrne la venía rompiendo en X-Men junto a Chris Claremont, pero tenía tiempo (y ganas y talento y…) para tirar magia en unos pocos números de Avengers, para luego pasar por el título del Capitán América y crear este arco dignísimo. El binomio creativo no sólo mostraba las aventuras del Vengador sino que exponía que Steve Rogers tenía una vida además de su carrera como el Capitán América: tenía vecinos, un interés romántico y un trabajo como artista freelance. En sólo 9 episodios, el Capitán América tuvo una novia con carnadura (que sobreviviría muchos años a su lado), luchó con villanos que motorizan esta historieta a pura acción (Batroc! El Barón Von Strucker!), participó del regreso de los Invasores y declinó la casi candidatura como Presidente de los Estados Unidos. La dupla Stern/Byrne pegaba todos los meses para noquear.
En sólo 9 meses, Stern y Byrne hacen que el Cap y Dum Dum luchen contra Von Strucker (#247), conozca a su futura novia mientras pelea contra Dragonman (#248), combata contra un resucitado Machinesmith (#249), considere la candidatura a presidente de U.S.A (#250), luche contra Batroc y Mr. Hyde (#251 y 252), viaje a Inglaterra para investigar el resurgimiento del Barón Sangre y participe de la reunión no oficial de los Invasores (#253 y 254), para finalmente tener su origen prácticamente definitivo en el número 255.
Creo que es necesario profundizar en algunos números mencionados: aunque en los primeros tres números se nota cómo la serie va tomando envión, para el n°250 la dupla artística está más que aceitada en su narrativa, acompañada de un sutil pero no menor análisis de la política estadounidense de ese momento. Cualquier número del Cap con Batroc garpa, así que para el n°251, el título Captain America avanza a la velocidad de una Ferrari – y como una Ferrari – muestra rapidez y calidad. Por favor, que Marvel no mate nunca al saltarín!
Y qué decir del regreso no oficial de los Invasores: donde vuelven viejos conocidos, otros ceden su manto y el Capitán Rogers muestra nuevamente que es un soldado que se ensucia las manos con sangre cuando corresponde. En estos números finales que transcurren en Inglaterra, el equipo creativo gestó lo que esencialmente es una clásica historia de terror donde la inserción del Capitán América funciona ya que tiene que usar todo su entrenamiento, astucia y viejos aliados para apenas poder hacerle frente a un adversario que lo supera. Los números contra el Baron Blood son inolvidables por el armado de la historia y el uso del pasado y presente del personaje principal.
Lamentablemente, tanto Stern como Byrne montaron estas bases argumentales para conducir el título y darle robustez a sus futuros números… que nunca llegaron a desarrollar por tener diferencias creativas con quienes estaban al mando de Marvel en esa época. Las diferencias entre Stern y Jim Shooter fueron demasiadas, y cuando el guionista se alejó, Byrne decidió hacer lo mismo en solidaridad con su compañero. No pensemos qué hubiese ocurrido si seguían… quizás estaríamos hablando de un legado más que importante como el que hicieron Claremont y Byrne en X-Men o el mismísimo Byrne en Fantastic Four. Sin embargo, y gracias a Stern y Byrne, Steve Rogers tuvo uno de sus arcos más importantes, y comparable casi con ningún otro de la serie.
Roger Stern no sólo escribió varias de las mejores historias publicadas por Marvel, sino que también trabajó para DC, además de escribir para radio, televisión, teatro y formatos multimedia. Su calidad en Marvel fue siempre contundente e inigualable. Por su parte Byrne le imprimió a estos números del Capitán América un dinamismo que lo lleva de manera elegante a contar una buena historia mientras recorre New York, y parte de Inglaterra, a la vez que pelea contra enemigos y cumple con el objetivo supremo: entretener y atrapar con pura aventura. Byrne agarró al Cap en un momento altísimo de su carrera, y junto con el menospreciado Mike Zeck, quizás sea uno de los tres mejores dibujantes que pasaron por este título.
Si tienen la posibilidad de conseguir el recopilatorio llamado “Captain America: War and Remembrance” (publicado en español e inglés), no sólo van a poder ver las 6 páginas del n° 256 de Stern/Byrne que nunca salió, sino que se aseguran un más que entretenido momento con uno de los mejores superhéroes de la historia, junto a un equipo creativo inigualable y descollante. A buscarlo y disfrutar!
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