La opción de los crossovers y Elseworlds ha seducido a un sin numero de creativos ya que la oportunidad de salir del corsé de las continuidades editoriales y dar rienda suelta a sus inquietudes es siempre tentadora. El ídolo John Byrne no ha sido la excepción a este ejercicio y en 1995 y 1997 publica dos historias enmarcadas en la mencionada consigna y con guiones y dibujos propios: “Darkseid vs Galactus: The Hunger” y “Batman & Captain America” respectivamente.
“Darkseid vs Galactus: The Hunger”
Esta historia de 48 páginas tiene una premisa por demás simple: Galactus, gracias a su no siempre fiel heraldo, Norrin Radd (mejor conocido como Silver Surfer) llega hasta Apokolips para satisfacer su incesante hambre. A pesar del titánico poder del devorador de mundos, este se verá en problemas ya que no se encuentra con una población local nativa impotente y temerosa como suele suceder, sino que el blanco de su bajoneo está gobernado por el inclemente y poderoso Darkseid quien no duda en desplegar todos sus recursos con tal de proteger sus dominios, mientras que en otro frente, el Surfer y el campeón de New Genesis, Orion, hacen lo propio hasta el abrupto cierre de la historia.
Es notable cómo el ídolo máximo maneja los registros según lo que nos quiera contar. En el caso de The Hunger, el guión está construido con la grandilocuencia solemne y barroca que caracteriza a las personalidades de los protagonistas, con planteos existencialistas a la orden del día que hacen parecer a las historietas de Robin Wood unos haikus. Esto resalta sobre todo en el Surfer y Orion. En el primero por el origen de la relación de dependencia que tiene con Galactus y lo que significa en términos morales ser el que le provee mundos “comestibles” al temido devorador, mientras que en el hijo adoptivo de Highfather, a pesar de ser el campeón indiscutido de su mundo adoptivo y haberse enfrentado infinidad de veces a Darkseid, no puede permanecer pasivo ante la amenaza que se cierne sobre su padre verdadero. Por ahí lo que se le puede criticar es que el desenlace tiene un “gran aire de familia” con la primera batalla de Galactus y los Fantastic Four en esos gloriosos números del 48 al 50 (1966).
“Batman & Captain America”
En Enero de 1997, y como viento de cola de los primero 12 números de la colección Amalgam[1], DC edita “Batman & Captain America”, una historia de 64 páginas ambientada en 1945, en el clímax de la Segunda Guerra Mundial, en el momento en que al Capitán Rogers y su fiel amigo Bucky Barnes, tras haber desbaratado un poderoso ataque alemán, les asignan la misión de investigar a Bruce Wayne por creerlo sospechoso de ser un colaboracionista que trafica data secreta del denominado “Project Gotham”. Para ello, el ejército pone a Steve como excusa para poder seguir al hijo pródigo de Gotham, designarlo guardaespaldas personal de Bruce. Claro que éstas sospechas duran poco y los justicieros que al principio están enfrentados, una vez resueltas las diferencias, aúnan fuerzas contra el enemigo real. Y así como forman equipo los héroes, también los hacen sus archienemigos, personificados en este caso por el Joker y Red Skull.
En cuanto al guión, aquí el profeta se pone la armadura de la Golden Age y emula el espíritu camp de taquito así como la atmósfera de un país envuelto en un conflicto bélico. La ingenuidad y la buena onda recorren todas las páginas y, a pesar de mermar en situaciones más oscuras como las escenas de guerra, no dejan de estar presentes, sobre todo en los aprendices de héroes. A diferencia de The Hunger, acá la historia fluye mejor y el final llega de forma mucho más natural (a lo mejor por las páginas extras de esta historia), hay un volantazo inesperado (e inverosímil y chauvinista al mango para mi gusto) y una escena homenaje que resignifica a The Avengers n°4 (1963) y encastra con el tono de la historia.
La faceta gráfica es el producto de un Byrne enchufadísimo con ambos proyectos y si las historias no te enganchan, estos libros justifican su compra por la altísima calidad de los dibujos. En la batalla cósmica, como sucede cada vez que le toca dibujar algo del inmenso legado kirbyano, el barbudo transpira la camiseta de forma indiscutida. Aquí conjuga la economía de movimientos y la belleza clásica de los monolíticos y siempre majestuosos Darkseid y Galactus con el dinamismo, velocidad y expresionismo de Norrin y Orion. Todos los elementos que queremos ver en un evento de estas características están ahí: paisajes galácticos, gran parte de la fauna de los New Gods, Parademons, el Armaghetto, planos picados y contrapicados de Galactus, su maquinaria en proceso de armado con los cables, cañerías, palancas, kirby dots, infinidades de energía cósmica y un largo etcétera que deleitan a nuestras retinas.
En “Batman & Captain America” el genio John demuestra que hizo bien la tarea, que no se limitó a ver Casablanca, y pone sobre el tablero de dibujo toda la documentación que consultó para lograr la ambientación del mediados de Siglo XX en la arquitectura, vestuarios, decoración y accesorios en general sin traicionar los vuelos fantásticos necesarios para los diseños de las bati-cosas o las maquinarias de ciencia-ficción nazi.
Dos secuencias que merecen especial atención por la fluidez y fuerza con la que transcurren son una en la que se ve a un embolado Steve haciendo de guardaespaldas de Bruce durante las eternas y superfluas actividades del playboy y la otra una escena de combate cuerpo a cuerpo entre ambos personajes en donde no se regalan nada y se anulan mutuamente golpe a golpe a medida que se van midiendo y descubren el alter ego de su oponente. Una vez más, el coloreado digital resta en lugar de sumar, y nunca termina de dialogar bien con los dibujos, sobre todo en la historia del Batman y el Capitán, por tener una ambientación de época. En blanco y negro sería algo para enmarcar página por página.
Ambas historias son hermosos ejemplos de experimentos formales que el genio realizó para jugar un par de partidos con un once inicial distinto, y si bien no se consideran piezas fundamentales en la trayectoria del autor, no dejan de ser productos de excelente factura, que se disfrutan de principio a fin, que nos muestran una vez más cómo Byrne puede jugar en distintas posiciones con dignísimos resultados y en los que se nota el amor y el respeto a los personajes tanto de DC como de Marvel.
[1] Ese proyecto editorial conjunto entre Marvel y DC en que publicaban personajes resultantes de la amalgama entre dos preexistentes de las compañías antes mencionadas.
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