Hablemos de Byrne

En 1983, el maestro lanza a Ben Grimm en una serie solista que reemplaza a su tradicional título de team-ups.

The Thing

19/05/2020

| Por Fede Velasco

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bb6af47b1a3afd2810441a64b2fb5c61Es bastante sabido que el guapo Ben es el personaje favorito de John Byrne. En más de una ocasión el maestro lo dejó bien claro, por lo cual era algo totalmente natural que en el momento que se encontraba en la cresta de la ola en su paso por Marvel, descosiéndola en Fantastic Four y Alpha Flight, le ofrecieran hacerse cargo del título de “The Thing” que en ese momento era en realidad Marvel Two-in-One, donde el segundo hijo de la señora Grimm, siempre teamupeaba con algún otro personaje de la Casa de las Ideas. Byrne ya había tenido un fugaz paso por el título, donde dibujó algunos números sueltos a finales de los ´70 y volvió como guionista para el número 100, que marcaría el final de la serie.

Al mes siguiente (Julio de 1983) saldría un nuevo número 1, también escrito por Byrne y con dibujos de Ron Wilson, pero ahora de un título en solitario de la Cosa. Según parece, todas las historias que podía dar Ben acompañado ya sucedían en los FF, por lo cual uno de los pedidos del gran John para hacerse cargo de la serie fue que se acabaran los team-ups. La serie es interesante, y explora en profundidad la idea de que Ben Grimm se considera a si mismo un monstruo y le cuesta llevar una vida normal. Para colmo, los hechos recientes del título de FF dejaron a su novia Alicia Masters hospitalizada y él no puede evitar sentirse responsable.

61xis1qrn3LY acá es donde Byrne aprovecha de manera maravillosa el estar a cargo de ambos títulos, y los entrelaza en formas muy sutiles, que no dejan dudas de que todo lo que le sucede a los Cuatro Fantásticos tiene impacto en la vida de Ben. Aún así, eso no va en detrimento de poder disfrutar la serie, que se entiende por si sola, sin tener que leer el otro título en paralelo. Igual el tema de que ambos títulos estuvieran tan relacionados es algo que molestaba al maestro y por eso venia tejiendo una idea fabulosa, que se concretaría después del nº 10 y gracias a la llegada de las Secret Wars (sí, parece que ese evento de mierda sirvió para algo).

Pero me estoy adelantando. En los primeros 10 números de la serie, como decía más arriba, la Cosa está deprimido, siente que es una carga para todos los que lo rodean y que lleva la destrucción y la desgracia ahí donde sea que va. Es una época de replantearse muchas cosas en su vida, incluso su relación con Alicia. De esta manera, en los primeros números nos enteramos algunas cosas del pasado de Ben, como su infancia y su época en la universidad, hasta que un enfrentamiento con el Puppet Master lo lleva a tener que aceptar quien es para poder vencerlo. De esta forma, Ben Grimm se reconcilia con La Cosa, y acepta que las cosas son como son, pero es de esa aceptación que surge también el tener que poner en la balanza otro montón de cuestiones que desembocarán en la decisión de quedarse en Battleworld tras Secret Wars.

84b882d80a41541aeb1665717639216e._SX1600_QL80_TTD_Y ahí es donde empieza a tomar color la cosa. Ya sin las ataduras de New York y totalmente fuera de la escena Fantasticfouril, Ben Grimm puede recorrer el extraño planeta a sus anchas, y encima con el condimento de que puede convertirse a voluntad en el gigante de piedra, cosa que trata de evitar a toda costa. De manera bastante infructuosa, claro, porque los peligros a los que se enfrentan siempre terminan obligándolo a transformarse. Esto era parte de lo que había arreglado Byrne con el editor en aquel entonces: que él se iba a hacer cargo del título, pero necesitaba a Ben lejos de los FF para que tuviera sentido. Por desgracia, la apretada agenda del maestro lo obligó a dejar el título en el nº13, tras apenas tres números con la nueva premisa. Ahí tomas las riendas Mike Carlin, quien aguanta los trapos hasta que el maestro regresa en el nº 19, para cerrar el arco del Battleworld con el nº 22, y ahí sí, con Ben de vuelta en New York, Carlin se hará cargo del título definitivamente.

Sobre el dibujo de Ron Wilson, creo que ya hablé lo suficiente cuando hice la reseña de Superboxers un par de meses atrás. Pero podemos decir que, si bien es un dibujante correcto, no soy un gran fan de su trabajo. Con dos títulos a cuestas como artista integral, era un tanto lógico que Byrne no pudiera dibujar la serie, lo cual es una pena porque sin dudas es uno de los dibujantes que mejor hace a the Thing. Además, convengamos que Wilson venia de muchísimos años de dibujar al personaje en Marvel Two-in-One, y tampoco daba dejarlo en Pampa y la via de un día para el otro.

Como para cerrar, me queda decirles que este es un título que se deja leer, sobre todo si están entrándole a la etapa de los FF del maestro, ya que es un excelente complemento. Y si bien la forma de narrar envejeció un poco con los años y tanto cartucho de texto explicativo y choclos y choclos de dialogo en cada página lo hacen un poco pesado, se la banca bastante si le tienen cariño a Ben Grimm, a los FF o a toda esa época en Marvel de Byrne.

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