Historieta a Martillazos

¿Cuál es nuestra responsabilidad frente al sufrimiento de nuestros semejantes y diferentes, de nuestros otros que nos componen y definen...?

Castillo de Arena + El Otro y la Otredad

21/05/2024

| Por Pablo Jiménez

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Invitados: Pierre Oscar Lévy + Frederik Peeters, Jacques Derrida, Martin Buber, Emmanuel Lévinas y otros amigos.

¿Quién soy? ¿Una construcción? ¿De qué, de quiénes o de cuántos?
De otros, de muchas porciones de muchos otros.
Pero ¿quién es “el otro” y dónde está? ¿Lo busco afuera o lo busco dentro de mi mente?
Si la otredad es aquello que yo no soy y esta por fuera de mí:
¿Cómo es que su relevancia toma forma solo cuando lo veo desde mí mismo?

Por medio de la presente, se decreta que cualquier sujeto al que llamemos “otro” nos determina, y es a partir de nosotros en “otro” que la realidad se determina a sí misma y a los demás en otros y en otras otredades.
Saluda atentamente,
Oficina del Comiquero Electo

Existen muchas formas de determinar y categorizar algo sin necesidad de definirlo. Por ejemplo en el lenguaje, donde aunque no conozcamos el significado de cada palabra podemos asegurar que una palabra <<es>> lo que las otras palabras <<no-son>>. Podrán existir sinónimos, gradualismos, o similitudes al 99%, pero si digo que algo es “bello”, estoy diciendo que no es lindo, no es hermoso, precioso o simplemente que <<esta-re-bueno>>, estoy diciendo que es “bello”. Muchas de estas suenan similares, pero no son iguales, ya que si lo fueran perderían el sentido de su existencia.

¿Y con las personas? Se complica, siempre. Si ya de por sí es difícil definir al “Yo” (sin referencias al psicoanálisis, simplemente aquello que me determina a mí mismo), pensémoslo desde la perspectiva de la admiración y la imitación pasiva, esa que ocurre cuando hablo igual que mis amigos, repito cosas que escucho en gente que me representa, o tengo gestos físicos de algunos familiares.
¿Que parte de mi comienza y termina en el otro? ¿Cuántas partes de mí están determinadas por el ser, el accionar o el pensar de otras personas? ¿Podría una persona vivir de forma individual y en soledad desde su nacimiento?

-Esta vez ni se te ocurra hacer topless Marianne… ¡No me gustó nada como nos miró ese tipo!
-¿Asique ahora sos racista?
-Pff, ¿qué decís? No tiene nada que ver con eso…

Fragmento de “Castillo de Arena”

Con Pierre Oscar Lévy en el guion y Frederik Peeters en el dibujo, “Castillo de arena» (publicada originalmente en 2010) se establece como una de las novelas gráficas más crudas, originales y de mayor interpelación filosófica de los últimos 15 años (¡por lo menos!). El abanico de temas que toca es tan amplio y rico para debatir (la percepción del tiempo, la mortalidad, el sexo, la xenofobia o la ética.. entre muchos otros) que focalizarnos sólo en el aspecto de la otredad puede ser injusto, pero no poco justificable.

Esta historieta nos muestra que cuando hay un otro que se expande masivamente así sea por capacidad de dominación, por tener rasgos normativos o por su nivel de exposición social, hay también muchos <<otros>> que van perdiendo su identidad por el mero costo de formar parte de la “sociedad”, de un colectivo en el que creen sentirse representados, mientras que al mismo tiempo están entregando sus rasgos que los hacen únicos.

Dice Emmanuel Lévinas, que el problema arranca en un <<YO>> que totaliza, que no admite lo distinto, asique se lo morfa (ojo, simbólicamente) y lo incorpora a sí mismo.
O rescatando algo que diría el pensamiento de Frantz Fanon en nuestra época: ¿Crees que hay mucha diferencia entre las expansiones imperialistas del siglo XVIII y XIX que sofocaban cualquier cultura autóctona, la imposición de las religiones europeas frente a las tribus nativas de América, o el hacernos repetir como boludos los slogan de campaña y sus pensamientos extremistas de la política actual en la sociedad?

Es en este punto donde nuestro guionista (y cineasta) juega sus mejores cartas, cuando hace que el extraño/el-extranjero irrumpa en esa playa de aparente paz y serenidad para romper el statu quo, y a quién uno de los personajes con mayor educación académica, pero de menor educación social, acusa de generar todos los males que los acontecen.
El extranjero (el árabe en nuestra historia, pero también en la vida real para los yankis y los europeos) se vuelve una amenaza que para muchos, exige ser destruida. Cueste lo que cueste.

-¿Y este tipo de donde sale?
-No lo sé, ya estaba en la playa cuando llegamos..
-¿No le diste un piñazo? Qué lástima…

Fragmento de “Castillo de Arena”

El problema de la supuesta seguridad de los muros de la totalidad que menciona Emmanuel Lévinas, es que nunca cierran, y eso genera inseguridad para quienes quieren un mundo predecible según sus propios parámetros. Y por si nos quedan dudas, en la novela gráfica tenemos todo un segmento donde el dibujante Frederik Peeters, que la rompe como siempre, cambia el estilo casi por completo y da cátedra al representar una fábula que es contada sobre el final de la historia y tiene como protagonistas estos mismos muros que separan lo inseparable.

Quizás no se trate seguir ese postulado de Sigmund Freud que dice “YO soy otro”, y mucho menos el remix que hizo Jacques Lacan de esa misma frase cuando sentenció “Yo ES otro” (y a quien luego Jean-Paul Sartre se encargó de destruir diciendo que «El infierno son los otros»).
Tampoco se trata entonces de poner límites tajantes que nos separen, que delimiten eso que nos hace diferentes entre unos y otros, para que caigamos sin red de contención en el negocio político, social y económico al que algunos actores sociales (mayormente los periodistas) llaman <<grieta>>, un término que todos ellos dicen odiar en sus palabras pero que aman en sus acciones y sin el cual varios políticos estarían todavía en la dirección de un club de fútbol o serían panelistas de un programa berreta.

Castillo de Arena nos pregunta a los lectores, si el que seamos todos diferentes no es justamente la característica que nos iguala y nos hace a todos semejantes, donde cumplimos un mismo ciclo, donde sin importar nuestra apariencia física todos comenzamos y terminamos en un mismo no-lugar.

-Tenés que trepar y huir por esos campos
-¡Pero ese campo está todo lleno de espinas!
-Mirá, entre las espinas y mi padre, yo no lo dudaría. Es un facho capaz de matarte.
Fragmento de “Castillo de Arena

Frente al que Jacques Derrida define como un “Radicalmente otro”, el verdadero e insoportablemente extraño, el que no encaja, Pierre Oscar Lévy da una clase magistral de diálogos y guion en las reacciones de nuestro elenco coral de personajes, siempre acompañado por un dibujo que interpela continuamente nuestro sentir con la calidad de las expresiones faciales que logra Peeters. No importa si el otro es la playa, el árabe, la gente que dispara desde lejos o la ineludible muerte, todos nuestros personajes le temen y se sienten invadidos por el riesgo de perderse a sí mismos en la otredad.

Tal vez, en la falta de respuesta a nuestra pregunta del hombre individual y solitario encontremos el sentido de la humanidad (¿no será mucho Pablo?), basándonos en el pensamiento de Georg Hegel sobre el hecho de que el hombre en “estado salvaje” es un simple esbozo de un imposible. Y para cerrar el tema del lenguaje: ¿creen que tendríamos un pensamiento organizado y racional si no pudiéramos construir lenguaje? ¿Para que construiríamos lenguaje si no existe una otredad con quienes comunicarnos? ¿Por qué, en función de qué, y al servicio de quién nos separaríamos frente al extraño?

Decía Martin Buber que «Toda vida auténtica es encuentro», es decir, solo a través de la relación con el otro, los individuos nos encontramos a nosotros mismos y nos realizamos como seres libres y conscientes de formar parte de un “algo más”. Algo que está sumamente bien representado en las acciones no explicadas de nuestro elenco de personajes.

No sé vos lector/a, pero después de haber leído de Castillo de Arena, creo que es momento de pensar cuál es nuestra responsabilidad frente al sufrimiento de nuestros semejantes y diferentes, de nuestros otros que nos componen y definen.

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