Historieta a Martillazos

¿Aprendemos por gusto o por obligación? En ese proceso transformador que tiene la enseñanza ¿encontramos liberación o control y opresión?

Polina + la Enseñanza

07/01/2025

| Por Pablo Jiménez

2 comentarios

Invitados: Bastien Vivès, Michel Foucault, Pierre Bourdieu, Friedrich Nietzsche y otros amigos.

¿Aprendemos por gusto o por obligación? En ese proceso transformador que tiene la enseñanza ¿encontramos una herramienta de liberación? ¿O es un elemento de opresión y control? ¿Cuál es la diferencia entre un buen y un mal modo de enseñar? ¿Y entre un buen y mal maestro/a?

Es de necesidad y urgencia declarar el estado de emergencia historietística: Comiqueando se ha convertido en un centro de adoctrinamiento comiquero, un bastión golpista y enemigo de las ideas del orden y la libertad, olvidando el esfuerzo y sacrificio que hacen los que menos pueden leer, estando mucho peor para que podamos estar un poco mejor.
¡Alerta de pensamiento independiente!

Las horas que habré pasado calculando derivadas e integrales, cuántos moles tiene una banana o incluso (para los que fuimos a escuelas religiosas) recordar los pasajes de un libro escrito hace más de dos mil años… todo para que mi primer laburo sea de cadete o del infeliz que se banca las puteadas en un call center (¡y durante varios años!). Qué curioso resulta que mientras desde pequeños nos obligan a ir al colegio en un ejercicio de poder parental y/o social, luego nos movilicemos en masa por cuidar uno de los valores más importantes que tenemos en la sociedad argentina: la educación pública gratuita y de calidad.

Entra Bastien Vivès, entra Polina, y nuevamente se rompen los esquemas de lo que uno espera de un artista al que se intenta cancelar una y otra vez por los valores culturales que nos dominan hoy en día, donde te cancelan por cualquier cosa, menos por lo realmente importante, que sigue intocable. Ya hablamos del arte, y cada uno tendrá su juicio (o replicará lo que le dicen que diga y haga) sobre cómo interpretar obras como “Los Melones de la ira” o con la controversial “Petit Paul”, ambas de Vivés. Pero acá el franchute saca lo más fino de su mente para que recorramos junto a nuestra protagonista Polina Oulinov desde su infancia cómo es su formación bajo la estricta y exigente tutela del maestro Bojinsky, un tipo controversial y con quien el autor juega continuamente con puntos de vista, críticas al sistema educativo y reflexiones de los demás sobre él. ¿Cómo se determina quién es el héroe y quién es el villano de una historia? Cuando leemos a Vivés, el punto de vista es el termómetro de cada relato.

-Hoy es la prueba de ingreso ¿Cómo te fue con el estiramiento de esta mañana?
-Me ha dolido.
-Si el profesor Bojinski prueba tu flexibilidad… Aunque te duela, no lo dejes que lo vea.
Fragmento de “Polina”

Polina crece en cada página que atravesamos de la historia, y gracias a ciertas sutilezas de ese dibujo (que parece casi garabateado a mano alzada) entendemos cada paso que da y cada cambio interior en su manera de entender el mundo. Su mirada sobre el profe es un signo tremendamente poderoso a la hora de interpretar las formas que adopta Bojinski para transmitir el conocimiento. Según la edad de Polina, el ruso es lo que Sócrates llamaría un partero de ideas, ese que ayuda a dar a luz tus dones innatos, lo que no sabías que sabías. Pero en otros momentos, o según otros personajes, se trata un tipo muy emparentado con lo que Friedrich Nietzsche describiría como el hombre del martillo, ese que destruye lo que vos creés que sabés para reconstruirlo nuevamente, y seguramente sea a su manera única de entender la disciplina que esté en juego.

Me resulta imposible escapar a la visión de Michel Foucault donde el poder disciplinario del maestro es total. La sumisión es condición sine qua non para el éxito en los estudios y en el progreso profesional de las bailarinas. El tema es que cuando esa subyugación se convierte en un eje de tu etapa de formación, esa formación abarca no sólo a la técnica y al conocimiento, también incluye al ser social que lo engloba. Pierre Bourdieu hablaba de las instituciones educativas, en especial las elitistas, como instrumentos para mantener el statu quo. Eso lo vemos en Bojinski, una figura que enseña las reglas del juego, pero no permite cuestionarlas, ni rebelarse, ni imponerse como una persona consciente y sintiente, básicamente porque esas herramientas son vistas como un obstáculo en el alcance de la perfección. ¿Libertad en la enseñanza? Parece un slogan político pedorro, o un oxímoron en nuestra argentina actual.

-¿Por qué me trata así? Ya no quiero bailar mas, ¡bailar debería ser un placer!
-Estamos en una academia, hemos venido a aprender. Tenés que aguantar como todas dice Bojinski.
Fragmento de “Polina”

Sin embargo, Vivés convierte este slice of life en algo que tiene mucho de postulado político cuando otros profesores y otros métodos de enseñanza entran en juego y se meten a luchar en el barro  para ver quién la tiene más grande respecto la forma correcta para alcanzar la mejor versión posible de Polina. Y si en “Los melones de la ira” veíamos a una joven tremendamente abusada, acá tenemos a una de las protagonistas femeninas más fuertes que haya leído en una historieta en muchísimo tiempo. Desde chiquita demuestra tener unos ovarios enormes, y su convicción, su sacrificio y perseverancia son tremendamente admirables. Nuestra bailarina estrella tiene momentos realmente inspiradores para quienes (como yo) nos cuesta levantar el culo de la silla para ir a buscar el control remoto.

Es cierto que la figura paternal y maternal juegan su rol en esta novela gráfica, pero en palabras de Carl Rogers, el verdadero aprendizaje surge en un ambiente de confianza y respeto mutuo, y esa es la dinámica continua entre ellos dos. ¿Bojinski maltrata psicológicamente a Polina? Es debatible, depende mucho de tu visión de la realidad, de tu edad o de tu género para determinar tu respuesta, pero si de algo no hay dudas es que el respeto y el cariño profesional entre ellos empapa a toda la obra. Los conflictos entre ellos van a estar presentes, como lo están en cualquier relación con tanta intimidad como cualquiera que te haga progresar, y el punto de quiebre que nos pone el autor se encuentra cuando Polina se enfrenta a un momento bisagra: seguir el camino marcado por su maestro de toda la vida, o encontrar su propio estilo, su propia forma de expresarse, su propia voz artística.

“La gente no ve lo que no se le muestra, y de lo que me muestra no logro ver mucho. Hay que contener y dominar la emoción, no me interesan quienes no saben hacerlo. Recoja sus cosas y vuelva cuando tenga ganas de bailar en serio.”
Fragmento de “Polina”

¿Y nosotros, qué modelo de enseñanza queremos? Existe un intento de imponer uno tremendamente aséptico que pretende simular que es posible educar a niños y adultos sin “bajada de línea”. Pero también existe todo un aguante desde las bases de estudiantes, que festejamos internamente cada vez que nos toca un profesor que se la juega y no tiene miedo a decir lo que piensa en lugar de faltarnos el respeto repitiendo un texto. En esta espantosa  contemporaneidad (no importa cuando leas esto) Messi y la universidad pública son los últimos orgullos nacionales mientras todo explota, porque nos dejan saber que podemos ser la mejor versión de nosotros mismos… Un lujo que algunos quieren pintar como gasto innecesario, es el único salvavidas en un mar de caca que llaman inflación, precarización laboral y gobernantes que piensan más en la cantidad de seguidores que en el bienestar de sus ciudadanos.

El que pretende que la educación sea un bien de mercado, es el mismo que te habla de meritocracia desde un country, tras evadir impuestos o cagar gente en el camino.

Si algo nos enseña Polina es que, en Argentina, el verdadero arte no está solo en el ballet, sino en sobrevivir a una clase política que baila sobre nuestras cabezas mientras todavía nos quieren vender la meritocracia como si fuera una obra de arte.

Compartir:

Etiquetas: , ,

Dejanos tus comentarios:

2 comentarios