LA LEYENDA NEGRA
Estamos en Abril de 1982, y en las páginas del nº 14 de la famosa revista Cimoc nos encontramos con el primer episodio de La Guerra de los Dioses, una maravillosa historieta escrita por Andreu Martín y dibujada por Josep Tharrats, el genio del plumín más conocido como Tha, quien además es un renombrado pianista de jazz.
En apenas 10 páginas, el primer episodio nos sitúa en Centroamérica, a principios de Siglo XVII, cuando los conquistadores españoles entran en contacto con las tribus indígenas y -convencidos de que se trata de seres inferiores sin alma, simplemente porque no creen en el mismo dios que ellos- deciden masacrarlos sin piedad y quedarse con todo lo que alguna vez les perteneció a los nativos. Aquí entran en escena quienes serán los protagonistas de la historia: el Capitán Ordóñez (el único español que muestra algún respeto por la vida y la cultura de los aborígenes) y Nahuetl, el nativo que escapa al espacio exterior. Extrañamente, los dos protagonistas nunca se va a cruzar, ni a compartir una sola escena a lo largo de la obra.
El guion de Martín no tiene reparos en mostrar a los españoles como genocidas codiciosos, violentos y oscurantistas… y los aborígenes, si bien salen un poquito mejor parados, aparecen como una cultura bastante crédula, que confunde con dioses a tres astronautas (uno blanco, uno negro y uno amarillo) que en algún momento del pasado llegaron a Centroamérica con unos avances tecnológicos que las tribus (lógicamente) estaban a años luz de conocer y mucho menos dominar.
LA LEYENDA NEGRA, AMARILLA Y BLANCA
Entonces, en pleno ataque de los españoles, un aborigen se sube a una nave espacial de las que trajeron a «los dioses» y surca el cosmos hasta que es tomado prisionero por los blancos… que están en una guerra racial contra una alianza formada por los negros y los amarillos (hoy les diríamos «descendientes de africanos» y » descendientes de orientales», pero esto es 1982). La aparición de un indígena centroamericano en ese contexto arma un revuelo notable. Suma un color más al Pantone, un nuevo palo a la baraja. Porque además Nahuetl sabe hacer cosas que los otros prisioneros no saben, como por ejemplo, combatir cuerpo a cuerpo. Pero la breve duración de la obra va a hacer que Martín no desarrolle mucho más al personaje.
El plot de la guerra racial va a terminar con una ironía ácida por parte del guionista… y con la pregunta (apenas sugerida): ¿Nahuetl viajó solo en el espacio, o también en el tiempo y esta guerra transcurre en el futuro de la misma Tierra en la que nació él? A lo largo de la saga hay varios indicios de que esto es posible.
AMORES BRUJOS
En paralelo a la aventura espacial de Nahuetl, La Guerra de los Dioses narra la historia de Ordóñez, quien abandona a sus compañeros de expedición para irse con Anatha, princesa de la tribu indígena de la que se enamora perdidamente. Pero el cura español la acusa de bruja y el líder de los españoles da la orden de que la maten. Anatha no es exactamente bruja, pero tiene superpoderes, que aparentemente le fueron otorgados a sus antepasados por los dioses. El Capitán Ordóñez de Zuñiga va a ser capturado y torturado por sus propios compatriotas, y va a morir en la hoguera, no sin antes tener un hijo con Anatha, que nacerá en 1519 y se encargará de traducir el códice, un libro que la princesa indígena recibió de sus antepasados y que condensa toda la sabiduría de su pueblo… incluyendo los detalles de su contacto con los «dioses» blanco, negro y amarillo que llegaron de las estrellas.
Lamentablemente, este plot tampoco se desarrollará mucho más. Pedro Ordóñez tendrá dos hijos, su madre será finalmente capturada y asesinada por los españoles, pero hasta ahí llega la historia.
AL INFINITO Y MÁS ALLÁ
Sinceramente, para durar solo 46 páginas, La Guerra de los Dioses es una obra MUY generosa, en la que los autores ofrecen ideas y puntas argumentales que se podría explorar casi de manera infinita. Cosas muy importantes para la trama (como la muerte de Anatha) suceden fuera de cámara, y obviamente el arco de Nahuetl en el espacio (¿y en el futuro?) también daba para mucho más.
Pero por algún motivo, Martín y Tha no continuaron la historia más allá de este punto… y la verdad es que no se siente como si quedara inconclusa, sino más bien como que deja puntas sin aprovechar del todo. Las 46 páginas que existen aparecieron de manera bastante espaciada en Cimoc y se recopilaron en 1985 en un álbum de tapa dura editado por Norma… y nunca más se reeditó.
Si algún día lo encontrás, tirate de cabeza porque, además de todas las ideas interesantes que tiene el argumento, los dibujos de Tha son gloriosos (como siempre: Tha no tiene una sola página dibujada por debajo de los 10 puntos), la narrativa es muy ganchera y la forma en que la trama salta de una época y una ambientación a otra es realmente fabulosa. Si me decís que en apenas 46 páginas me van a dar ciencia ficción con naves y rayitos tipo Star Wars, aventura histórica tipo Alvar Mayor, una trama romántica, superpoderes, genocidios, torturas y diálogos brillantes, en principio desconfío. Pero no: Martín y Tha cumplen esa premisa, con creces.
Queríamos más La Guerra de los Dioses, pero esto es lo que hay… y por suerte está buenísimo. Andá a saber qué tiene que pasar para que esto alguna vez se reedite y se reivindique a esta historieta como la obra grossísima que es.
Un comentario