Iberia Incógnita

Hoy viajamos a los últimos años ´80, a visitar a una pareja creada por el maestro Bartolomé Seguí en las páginas de El Víbora.

Lola y Ernesto

17/12/2024

| Por Andrés Accorsi

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Seguí, seguí

Bartolomé Seguí nació en Palma de Mallorca, en las Islas Baleares, el 28 de Mayo de 1962, y hoy es un autor importantísimo dentro del panorama del comic español. Pero también tuvo una época en la que no lo conocía ni el loro, y ahí es donde los quiero llevar en esta oportunidad.

La primera historieta de Seguí apareció en 1983 en la malograda revista Metropol, después se afianzó un poco más en la revista Madriz, y se hizo realmente conocido con su llegada a El Víbora, donde empezó publicando historias cortas autoconclusivas, a partir del nº98. Eran historias costumbristas, muy enfocadas en lo urbano, en climas y atmósferas que tienen que ver con las ciudades y pueblos de las Islas Baleares en las que se crió el autor.

Barcelona, mon amour

En el nº104 de El Víbora (1988), Seguí crea a Lola y Ernesto, una pareja moderna que vive en Barcelona y disfruta a pleno de la apasionante movida nocturna de la hermosa Ciudad Condal. Es la época en la que Barcelona está en plena transformación, con la mira puesta en los Juegos Olímpicos de 1992, y en sus calles (ahora menos turbias que las que veíamos en las historietas de El Víbora de principios de los ´80) se respira optimismo y ganas de salir de joda, ser felices y, en una de esas, enamorarse.

Lola y Ernesto se conocen por casualidad en el primer episodio y pronto se empieza a armar un romance que -no sin contratiempos- se va a sostener a lo largo de toda la serie. Sí, se podría decir que estamos frente a una comedia romántica, a un When Harry Met Sally español. Seguí va a equilibrar perfectamente la comedia costumbrista con el romance e incluso nos va a pegar un golpe bajísimo cerca del final, cuando César, el amigo gay de la pareja, descubre que tiene HIV y decide quitarse la vida. También había espacio para el drama en la mágica Barcelona de fines de los ´80.

El último episodio, en cambio, es un canto de amor a Londres, ya que Lola está embarazada y -como en 1988 el aborto no era legal en España- la pareja viaja a Inglaterra a ponerle fin a ese embarazo no deseado. Nada va a salir según lo planeado, pero Seguí se va a divertir llevándonos por calles, museos, teatros, tiendas, parques y pubs de la capital del Reino Unido.

El resto de la pandilla

Además de César, otros amigos y amigas rodean a la pareja. Rita es la típica bomba «ligera de cascos», que le tira los galgos primero a Ernesto y después al que venga. Va a terminar en pareja con Héctor, el amigo cheto y modernoso de Ernesto, y hasta van a aparecer (también en El Víbora) algunas historietas de Seguí bajo el título «Héctor y Rita», en las que cuenta qué pasó con estos dos personajes. Hugo y Miki son los otros dos compañeros de salidas de Ernesto, habitués de bares y boliches. Y cuando el autor traslada la acción a una playa de Palma de Mallorca, entra en escena Chema, alto chongo que jugará a seducir a Lola y pondrá muy nervioso a Ernesto, en lo más parecido a un conflicto que presenta la serie.

Con este elenco, Seguí nos invita a recorrer restaurantes, cines, centros comerciales, discotecas y playas, como un guía turístico que no le tiene miedo a la parte no turística de las ciudades que visita. Los romances, celos, choques, rispideces, borracheras y malos entendidos entre este peculiar grupete le agregan sal y pimienta a un relato muy distendido, a años luz de la peripecia, donde la violencia solo aparece de manera accidental. El autor los retrata con cariño, pero su mirada no es ingenua, y sabe mofarse de sus actitudes infantiles, sus histerias y su patetismo en unos intercambios de diálogos mordaces realmente muy agudos y -por momentos- desopilantes. Las no-aventuras de Lola, Ernesto y sus amigos son un canto a la vitalidad, repletas de realismo, humor y alta onda.

¿Quiénes son?

Lamentablemente, hoy muy poca gente recuerda a Lola y Ernesto. Tras su última aparición en El Víbora (nº117, 1989) solo reaparecieron en 1990, cuando La Cúpula publicó el álbum homónimo… que dejó afuera un hermoso episodio realizado a todo color por Bartolomé Seguí para el nº111 de la mítica antología. Ojo: las páginas en blanco y negro también son bellísimas. Acá tenemos un trazo que combina a Jaime Martín con Sanyú, un combo devastador al que se le suma un manejo magistral de la aplicación de los grises y cositas que recuerdan a los primeros trabajos (también en blanco, negro y grises) de Daniel Torres.

Hoy, Seguí es infinitamente más conocido por sus colaboraciones con el gran Felipe Hernández Cava, o por haber adaptado junto a Hernán Migoya las aventuras de Pepe Carvalho, el detective creado por Manuel Vázquez Montalbán. Mientras el autor goza de un merecido reconocimiento, sus personajes más copados duermen el sueño de los justos, a la espera de que -milagrosamente- La Cúpula reedite ese álbum de 1990 y en lo posible le agregue la historieta que en su momento dejó afuera. Obviamente no sería un exitazo, porque son historietas muy marcadas por una época que nos queda lejos (en los diálogos se habla todo el tiempo de actores, actrices, músicos y hasta políticos de fines de los ´80), pero sería un acto de justicia para con un trabajo realmente notable de ese enorme historietista que es Bartolomé Seguí.

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