Iberia Incógnita

Hoy redescubrimos un cuasi-clásico de la última etapa de Cairo que supo verse por las mesas de saldos de Buenos Aires.

Tina Bloom

04/06/2024

| Por Andrés Accorsi

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Este cuasi-clásico oculto del comic español debutó en 1989, en el nº63 de la revista Cairo. Tina Bloom es una creación del catalán Francesc Infante, quien ya publicaba desde el año anterior en la señera antología, pero realizaba historias autoconclusivas, sin personajes recurrentes. Infante venía de trabajar en Cavall Fort, la revista infanto-juvenil que se publicaba en idioma catalán y tuvo la mala suerte de desembarcar en un medio mucho más importante (como era Cairo) justo cuando la fiesta se terminaba y la gigantesca movida del comic para adultos comenzaba un prolongado y triste repliegue.

 

Tina Superstar

Tina Bloom, sin ser una joya, era una historieta bastante interesante. No tenía continuará, no ocupaba la misma cantidad de páginas en cada número de Cairo y no se proponía rodear a la protagonista de un elenco de secundarios, sino que los personajes que compartían viñetas con Tina estaban claramente de paso, en virtud de circunstancias muy puntuales que se terminaban en la última viñeta de cada historia. Básicamente, lo que hacía el autor en cada entrega era plantear una situación de corte más o menos sentimental, que sirviera para mostrarnos los amores, desamores, inseguridades, recuerdos y fantasías de Tina, y rápidamente agregar un elemento “aventurero” que nunca llegaría a explotarse ni a explicarse en toda su dimensión.

Un naufragio, un sátiro (de los mitos griegos, no un violador), un ciclón, un viaje en tren que recupera el clima de esas películas de espías onda El Expreso de Oriente… todo eso le sirve a Infante para “barnizar” anécdotas menores en las que Tina se encuentra o desencuentra con algún chongo que le gusta, a veces con un tono más trágico, a veces más jocoso y a veces felizmente mezcladas con un cierto realismo mágico.

Las historias más cortas (hay algunas de una y dos páginas) son más livianitas y van directo para el lado del erotismo, sin renunciar a una cierta sofisticación, aunque a años luz de los relatos más ambiciosos de la serie.

 

Reina del drama
No sé si a las lectoras mujeres les cerrará mucho el personaje de Tina. Se trata de la típica “drama queen”, la mina que de todo hace un kilombo de proporciones. Además de fantasiosa es competitiva, buscona, borracha, merquera (aunque Infante no la dibuje aspirando polvitos está bastante claro que estos son parte de su ritual nocturno), calentona y pajera en el sentido literal del término. A mí me cerró porque el autor me la vendió como una mina que sabe lo que quiere y va al frente para conseguirlo. Sea que se le antoje un amor para toda la vida o un garchecito en medio de la confusión, Tina va para adelante y encara, generalmente a unos tipos con pinta de galán de Hollywood de los años ´40, y que pase lo que tenga que pasar.

El toque Infante

En cuanto a la faz gráfica, Francesc Infante se muestra como un dibujante sumamente sólido, enrolado en el estilo atómico o la línea clara posmoderna. No es fácil diferenciarlo de Michael Cherkas, por citar al referente de este estilo que más rasgos comparte con Infante. El autor suple la falta de color con un claroscuro fuerte, muy pensado, sumado a un excelente trabajo en la aplicación de grises, logrados con tramas mecánicas. De todos modos, siempre lo más llamativo es el trazo vigoroso y versátil del pincel, esa línea negra desbordante de plasticidad y elegancia que por momentos me recordó a Yves Chaland.

Infante maneja de taquito la grilla de nueve cuadros, pero acá tiene varias páginas con más de 12 o 13 viñetas chiquitas. En todas se las ingenia para equilibrar perfectamente las composiciones. La narrativa propiamente dicha a veces se complica porque, como ya vimos, los guiones incorporan elementos oníricos o fantásticos y el autor, para subrayarlos, enrarece el clima de los relatos y los hace intencionalmente ambiguos. Por suerte, en los momentos en los que más se juega a experimentar, Infante no derrapa, sino que sorprende con hallazgos a aquellos lectores que hicimos ese esfuerzo extra, de comprometernos con una narración que parecía irse rápidamente a la mierda.

Al rescate

En 1991, Norma le dedicó a Tina Bloom el álbum nº14 de la colección El Muro. Con una selección rara, porque no incluye la primera aparición de Tina en Cairo («Hijos de Saturno», el más aventurero de los relatos protagonizados por la «heroína») y en cambio sí incluye a modo de prólogo una de las historias cortas de Infante sin personajes recurrentes, que no engancha para nada con Tina y su mundo (pero está dibujada a un nivel superlativo). El álbum supo poblar durante varios años las mesas de saldo de Buenos Aires, para eventualmente desaparecer, como tantas cosas que siempre están hasta que un día no están más.

Tras la cancelación de Cairo, Infante recaló en el suplemento infantil El Pequeño País, por donde pululaban muchos autores de estilos similares, como Sento, Mique Beltrán o Daniel Torres. Y una vez concluida esa experiencia, lo vimos reaparecer solo como ilustrador. Pero nunca es tarde para descubrir ese breve paso por la historieta para adultos de este interesantísimo autor al que la fama nunca le llegó.

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