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NOTAS

Ici Même

Jean-Claude Forest y Jacques Tardi presentaron a fines de los ´70 un pilar de la novela gráfica que ha envejecido con gran elegancia.
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Martes 26 de agosto

A finales de los años ´70, el comic en Francia atravesaba un proceso de maduración que cada vez apelaba más a un público adulto. Por un lado, existía una generación que había crecido con las revistas semanales Spirou,  Pilote, o Tintin, y que aún quería seguir leyendo comics en la adultez. Por otro, la revolución cultural de Mayo del ´68 había provocado que las historietas seriadas para niños y adolescentes adoptaran temas cada vez más complejos y, en ocasiones, profundos. Estos temas empezaron a aparecer directamente en formato de álbum con propuestas más arriesgadas y -junto a los semanarios juveniles- surgieron revistas mensuales de comics.

Jean Claude Forest había hecho mucho ruido en la década anterior con Barbarella, un comic que, visto hoy, puede parecer ingenuo y simplista, pero que en su momento representó un hito revolucionario por su tratamiento de lo sexual, aunque ahora pueda parecer demasiado inocente, e incluso más sexista que feminista. Pero Forest era un autor con mucha imaginación, que creó varias heroínas femeninas, y también experimentó en varios géneros. Además de ser un gran dibujante, también escribió historias breves para otros dibujantes que aparecieron en diversas revistas.

En 1977, los editores de la naciente revista [À Suivre] propusieron a Forest que escribiera, no dibujara, una historia verdaderamente adulta, tuviera sexo o no. Sin imponerle limitaciones temáticas ni de extensión, pues la lógica de la revista era otorgar libertad absoluta a los autores. Si las historias eran extensas, para hacerle honor al nombre de la revista (que en francés significa «Continuará»), podían prolongarse mes a mes, y los editores de [À Suivre] no querían nada resumido. Forest llevaba diez años con una idea engavetada, que quería ser el guion para una película que nunca consiguió financiación, y que tal vez en comic podía funcionar. El dibujante elegido para sumarse a la aventura editorial fue Jacques Tardi. Así, en el primer número de [À Suivre], en Febrero de 1978, apareció el primer capítulo de Ici Même, una bellísima historia que se prolongaría por 163 páginas publicadas en los doce primeros números de la revista.

Estamos a comienzos del Siglo XX, en Francia. Mediante una compleja serie de maniobras legales y disputas de herencia, Arthur Même ha sido despojado de las tierras de su familia: solo conserva los muros que dividen las diferentes parcelas de Mornemont. Su patética venganza consiste en convertirse en portero de los invasores y cobrarles peajes desorbitados por entrar y salir de sus parcelas. La vida de Même gira en torno a correr por los muros de Mornemont, abrir y cerrar compuertas cada vez que alguien entra o sale, pagar puntualmente a abogados que intentan recuperar sus tierras (aunque los jueces parecen estar sobornados por los usurpadores) y tener discusiones interminables con el tendero que se acerca con regularidad a Mornemont en su bote, ya que un pequeño lago separa a la región del resto de Francia. Arthur Même habita una diminuta cabina, solo un poco menos angosta que los muros, desde la cual le hace misteriosas llamadas telefónicas a una supuesta madre que quizás no lo escucha demasiado. Sus parientes lejanos, los usurpadores, se ríen de él constantemente, y son en el fondo seres monstruosos. El tendero y el albañil le dicen a Même que claudique, que venda ese micro terreno que significan los muros. Même se niega, para él, es una cuestión de principios.

Arthur Même es un personaje memorable: despojado de su riqueza se ha vuelto un miserable, y no tiene tapujos en revelarnos su situación mediante absurdos monólogos teatrales (sí, habla solo), pero se gana nuestro corazón desde el primer capítulo. La monotonía de esta grotesca situación se interrumpe cuando Même se enamora de la joven Julie, una graciosa adolescente con una gran disposición a romper corazones, hija de una de las familias usurpadoras de Mornemont. Julie alcanza a sentirse atraída por el extraño Arthur Même y sus extravagantes maneras, y llega, contra todo pronóstico, a enamorarse perdidamente del extraño Même. Este, por su parte, está demasiado atrapado de su propio destino para consumar la relación. Pero no solo Même queda cautivado por Julie: incluso el Presidente de la República, que enfrenta una reelección muy comprometida en las encuestas, sueña con asilarse en esa suerte de república independiente de Mornemont, comarca que, por un bizarro vacío legal de hace unos dos siglos, no pertenece realmente a Francia. Una miserable disputa por terrenos despojados se convierte entonces en una compleja intriga política.

En Ici Même algunos sucumbirán a la desgracia de los deseos imposibles, los litigios legales tendrán desenlaces imprevistos, y Arthur Même, acompañado de Julie, acabará por cuestionar seriamente el miserable sentido de sus obsesiones materiales. Ici Même  es una historia divertida, que trasciende la mera sátira, está plagada de largos, pero amenos soliloquios, de personajes que son todo menos planos, y de giros inesperados a cada momento. Además de eso, el dibujo de Tardi en un espléndido blanco y negro, con un manejo visual que es mitad realista, mitad caricaturesco, y una riqueza expresiva absoluta tanto en los personajes como en los surreales escenarios de esta comarca fortificada, asolada por la lluvia y por la nieve y el barro, es sencillamente magistral.

La oportunidad que significó [À Suivre] para que surgieran obras como Ici Même, fue única. Autores como Milo Manara, Hugo Pratt, François Bourgeon, Bouq o Comés pudieron explayarse, jugar, experimentar y así mismo cultivar a un público que fue aprendiendo las posibilidades del formato, a medias literario, a medias pictórico. Ici Même  es un comic que solo pudo haber nacido en aquella época gloriosa de las revistas europeas de historieta para adultos, cuando estas se compraban en los kioscos y los lectores aguardaban pacientemente un mes entero para saber qué pasaba después. La obra es fruto del movimiento que buscaba dotar al comic francés de una calidad literaria sin volverse demasiado serio, ni demasiado frívolo. Es, con mucho, la historia más ambiciosa que escribió Jean Claude Forest y marcó el inicio de la etapa más exitosa en la brillante carrera de Jacques Tardi.

Con la perspectiva del tiempo, Ici Même  tiene muchas virtudes. Ante todo, no se toma demasiado en serio a sí misma. La narración es excepcional, los dibujos del entonces joven Tardi son maravillosos, las expresiones de los personajes son, siempre, memorables. Asimismo, su tono satírico la acerca a una obra aparentemente muy distinta de la misma época: la maravillosa Life in Another Planet de Will Eisner. Esto nos demuestra cómo en mundos tan distintos como el del comic americano y el francés se llegaba casi al mismo tiempo al mismo nivel de madurez. Además, el tono teatral y la atmósfera satírica de Ici Même  no merman su aura poética ni su capacidad de emocionar mediante un imaginario surreal bellamente plasmado.

Forest continuaría haciendo comics, a veces como dibujante, a veces solo como guionista, y es muy encomiable su afán por buscar darle al comic un tono más profundo, más literario. Destaca sobre todo su libro «Niños, es el hidragón que pasa». Tardi emprendería una carrera meteórica, y crearía obras humorísticas de aventuras como Adele Blanc-Sec, adaptaciones policiales de Pat Malet y Grifu que están dentro de lo mejor del comic policial, y tiene además libros enteros dedicados a la Primera Guerra Mundial, tema que lo marcó por herencia familiar. Pero lo que ambos creadores lograron en Ici Même es un trabajo realmente especial. Es, sin duda, un pilar de la novela gráfica que ha envejecido con gran elegancia.