«Al principio, sólo queríamos hacer una buena historia de superhéroes» Alan Moore.
Con dedicatoria al genial Carlos Pacheco, este libro de Rafael Marín se publicó en simultáneo en febrero de 2009 en España a través de Dolmen Books y en Argentina a través de La Revistería, con motivo del estreno de la adaptación fílmica de Zack Snyder del “tebeo” de Alan Moore.
En mi humilde opinión, Watchmen es el mejor comic de superhéroes que hubo, hay y habrá en la historia. Y agradezco que existan libros en español y en inglés que se dediquen a analizar esta obra que supo romper muchos paradigmas y entretener como pocas historietas lo han hecho.
Publicada originalmente como una serie de 12 comic-books, Watchmen (1986) fue la consagración definitiva de sus autores, Alan Moore y Dave Gibbons, y uno de los grandes puntos de inflexión de la historia de la historieta en el mundo. En apariencia una historia de superhéroes hasta entonces desconocidos, Watchmen se convirtió en una aguda reflexión tanto del medio y sus posibilidades como de los mecanismos del poder. Entre la serendipia y la estructura matemática precisa, los juegos de alusiones contínuos, sus muchos niveles de lectura, lo sofisticado de sus personajes y la sorprendente minuciosidad de su puesta en escena, Watchmen es una obra que trasciende la historieta y se convierte en uno de los ejemplos más apasionados y divertidos de la creatividad artística humana del Siglo XX.
W de Watchmen, un ensayo en el que Rafael Marín ofrece un acercamiento bastante equilibrado al comic desde todos sus aspectos. Los capítulos de la obra en cuestión son los siguientes:
I. El comic-book donde el tiempo se paró
II. Todos los caminos conducen a Marte
III. Relojeros
IV. Si hubiera superhéroes
V. Mucho más que un comic-book
VI. Reflejos y mariposas
VII. Un mundo de alusiones
VIII. Carne y cuero
IX. Después de los vigilantes
X. Pero se mueven
XI. Quién es quién
XI. Bibliografía
En palabras del autor, “Watchmen supuso el fin de la inocencia para los lectores de historietas de justicieros, fue nuestro Mayo Francés, nuestra Revolución de Octubre; y acercó a la historieta a un público que de otra manera no se hubiese acercado a ella”.
Marín demuestra que si bien Watchmen es una obra ejemplar símil a un mecanismo de relojería – que su guionista tenía atado desde el mismo comienzo – mediante los abundantes ejemplos y testimonios aportados – queda claro que en sus páginas hubo mucho de planificación pero, también, de improvisación. Un ímprobo trabajo a lo largo de dos años en el que sus autores lo dieron todo para cerrar una obra que, en origen, no tenían muy claro a dónde los conduciría.
El autor de W de Watchmen también se encarga de hacer justicia con Dave Gibbons, ya que detalla todos los puntos de los cuales se encargó el dibujante, que terminaron por ser importantísimos para que la obra tenga la trascendencia que tiene – más allá de su espectacular guión: “Dave Gibbons no sólo es el dibujante y entintador de la serie, también es el rotulista, diseñador de portadas, co-diseñador de los personajes, inventor del nombre de algunos personajes, creador del uso del pin del Smiley en el Comediante, entre otros detalles constitutivos de esta obra”.
Marín tiene a bien revelar datos jamás leídos en publicaciones estadounidenses, como la fuente de creación de Ozymandias: Peter Thunderbolt + el David de Miguel Ángel + el actor Barry Foster y el cantante Julio Iglesias. Datazo 😉
En W de Watchmen, Rafael Marín deshoja algunas de las capas de cebolla que componen este maravilloso rompecabezas en forma de comic, ahondando en los orígenes, los juegos metaliterarios, los trucos de bambalinas que convierten a Watchmen en un gigantesco test de Rorschach. Con minuciosidad y con admiración, con pasión y divertimento, W de Watchmen analiza y disecciona la obra de Moore y Gibbons, detalla su génesis, sus influencias, sus subtextos y sus referencias, su juego de simetrías y efectos mariposa y consigue que veamos con nuevos ojos el comic… y deseemos correr a leerlo una vez más.
2 comentarios