La Mansión Wayne

Un comentario de un compañero de laburo me sonó a “che, qué boludo que sos. Mirá la mierda que leés”. ¿Y qué hago, qué le digo? ¿Cómo contesto?

¡AAAAHHH!

24/09/2014

| Por Bruno Magistris

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250px-Superman-secretidentity1Hoy me pasó algo que hace tiempo no me pasaba: me calenté con un chiste malintencionado. Situación: estoy en el laburo, en un tiempo muerto, leyendo “Identidad Secreta”, el maravilloso comic de Kurt Busiek sobre un Superman alternativo.

De repente alguien me dice “Uy… “Identidad Secreta”… ¿qué le pasó a Superman? ¿No quiere que lo reconozcan?”.

Entendámonos: el comentario no fue motivado por sincera curiosidad, ni mucho menos; no quiso indagar en plots, ni sagas, ni autores. No, tenía un único fin: la burla. Dicho en joda, riéndose, esperando algún tipo de respuesta en lo posible pelotuda o más socarrona aún de mi parte. Como pinchando a un payasito para que se enoje y empiece a dar saltitos en el aire así todos nos reímos y la puta madre que los parió.

Y desde hace años que uno intenta poner buena cara a este tipo de cosas, tratando de no darle una dimensión que no tiene e intentar remar con la corriente, pero hoy me hinché las bolas. Ese comentario sonó más a “che, qué boludo que sos. Mirá la mierda que leés”.

¿Y qué hago, qué le digo? ¿Cómo contesto? A mi mente vienen las clásicas respuestas edulcoradas, pero… ¿qué me gustaría decir, realmente? Una vez, por una vez en la vida…

bakachan.org_1397582239021Sería algo así:

– Mirá, primero, el tonito burlón te lo podés meter bien en el orto. A ver, decime, ¿sos de leer? ¿Qué carajo leíste en tu vida? A ver, nombrame: “Cien años de soledad”, “La casa de los espíritus”… ajá. ¿Qué más, algo más? ¿No? Bueno, entonces de qué carajo me venís a hablar, si no tenés una puta idea de nada. Leés esas novelas que, si bien son buenas, son del montón. Las leyó mi vieja. Son libros “obligatorios” en la vida cuando se te ocurre (rara vez) lo de “che, tengo que leer algo…” ¿De qué carajo sabés? ¿De fútbol, de boliches, de Tinelli? ¿Qué más? A ver, pelá, poné todas las cartas sobre la mesa. ¿Cuál es tu bagaje intelectual? ¿Cuál es la posta de lo que sabés que valga la pena saberse? ¿Eso? ¿Ya está? Andá a la concha de tu madre.

– Segundo, y habiendo establecido tu casi completa falta de cultura, ¿sabés un carajo de pintura, de trazos, de colores, de estilos, de movimientos, de narrativa visual? ¿Sabés un carajo de algo de eso? Nombrame un fucking pintor que conozcas… “Ese que se arrancó la oreja”. Andá a lavarte el orto. Si yo te doy este puto comic que tan gracioso te parece, ¿lo sabés leer? ¿Entenderías todos sus niveles; su profundidad, su sutileza, su subtexto, sus referencias, su sociología interna, su política? Y en otro orden de cosas, ¿captarías algo de su trazo, de la paleta de colores utilizada, de su diagramación, de su puesta en página? ¿Entenderías algo de eso, la concha de tu madre?

– Estoy seguro, pero SEGURO, que si te doy The Invisibles mañana te querés cortar la chota, porque te pasa por arriba como un camión. Y pensarás “hay, estas revistitas para nerds las entienden sólo ellos”. A mi no me sobra infantilismo, ni me escondo tras una S resplandeciente intentando no crecer o aferrarme a mis años mozos, no. A mi me interesa este medio del cual no sabés una chota y te animás a criticarlo, a bastardearlo, a rebajarlo como si no sirviera ni para limpiarse el culo y la CONCHA DE TU MADRE.

Moebius+El+Incal– Este medio dio Watchmen, dio Dark Knight, dio a Moebius, dio al Eternauta, dio a Manara, dio a Asterix, a Mafalda (¿viste Mafalda, esos “chistes” que te gustan tanto y que no tenés idea de que también son historieta?), dio a Robert Crumb, dio a los superheroes (sí, esos superhéroes que vas a ver al cine y que te gustan tanto), dio al humor gráfico, dio obras maestras más grandes que tu vieja y que vos no vas a conocer en los muchos días al pedo que te quedan por delante.

– Me enferma, sinceramente, que una persona tan inculta, tan poco conocedora de un carajo venga a tratarme a mi de imbécil porque estoy leyendo algo que en su tapa tiene una S.

– Y no, no esperes que me ría, que trate de zafar y de reconocer que sí, que soy un boludo, pero estas cosas me gustan ¿viste? Las leo de pibe y me cuesta dejarlas. No, no te voy a decir eso. Me voy a quedarte mirando serio y esperando algo más, si te vas a quedar a la espera de un remate de tu pelotudez o si te vas a ir o qué carajo vas a hacer. Quizás sea un momento incómodo, sí, pero ¿Qué onda? Me chupa un huevo. Basta, hasta acá llegó esto.

–  ¿Cómo carajo te voy a explicar todas estas cosas cuando a la primera palabra que digo ya buscás un cómplice en tu estupidez y entre los dos se empiezan a festejar los chistes y a verme a mi cada vez más rojo de bronca y más gente que se suma al “chiste” y más frustración mía y la concha de tu madre?

lobo-convention-special-4Todo esto, todo esto quisiera decir pero sé que es inútil. Muchas veces intenté convencer a la gente de que la Historieta como medio no tiene techo, que puede ser una de las mejores experiencias culturales de tu vida si le das una chance, pero ya no tengo fuerzas. Quiero decir, sé que cuando pasa esto en realidad nos seguimos metiendo en un ghetto del que es imposible salir, pero la resistencia tiene un límite. Es imposible, el lector de historieta es alguien que nace con un don. Algunos nacen con talento para ser cantores, o arquitectos, o bancarios. Nosotros nacimos con una propensión, vaya uno a saber de qué lugar proveniente, a leer este tipo de obras. Punto.

No vas a cambiarle la idea a nadie, y menos del laburo en la oficina, trayendo Watchmen o nombrando autores porque se te cagan de risa y se suenan la laringitis con tu smiley de mierda.

Me rindo, vayansé a cagar.

La concha de su madre.

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