La Mansión Wayne

Una vez apareció un comic que me ayudó a sentirme conectado con el universo de formas que jamás había experimentado hasta ese momento.

Coleccionistas de historias

16/01/2018

| Por Bruno Magistris

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Playmobil-y-caballos.Coleccionista.-238453872_1Está el que colecciona latitas de cerveza. Está el que colecciona marquillas de cigarrillo. Está el que colecciona autos de carrera. Está el que colecciona playmobil. Está el que colecciona historietas.

Para el gran público, toda esa gente está dentro del mismo grupo: imbéciles, nerds, solitarios, granulientos y pajeros.

Si sos uno de esos coleccionistas, no cojés más.

Si sos uno de esos coleccionistas, invariablemente vas a desentonar en una fiesta.

Si sos uno de esos coleccionistas, no te van a llamar para salir un sábado a la noche.

Ahora… ponele que mucho de todo esto sea cierto. Ponele que sí, que ser un coleccionista de cualquier cosa te convierta instantaneamente en un subnormal… ponele. Lo que yo quiero preguntar es lo siguiente: ¿el coleccionista de historietas entra en esa categoría?

A mi me sucede algo habitualmente: como soy algo grandote (morrudo y de hueso grande, según mi viejita) tiendo a pensar que, cuando voy leyendo en el tren, quien me contempla (desde las antípodas de mis gustos artísticos y estéticos) piensa: “uy, mirá, como el gordo de los Simpson”.

86522fb12ada2aea32a85983d5dac544._SX1280_QL80_TTD_Intuyo que es así. Sé que es así.

Así que analicemos un poco el prejuicio.

Como dije, existen muchas variedades de coleccionistas. Pero hay una diferencia esencial entre todos los que nombré: si coleccionás una lata, o un auto, o una fucking marquilla, estás coleccionando objetos y nada más. La relación que puedas tener con ellos es pura y absolutamente subjetiva de lo que todas esas cosas generan en vos. No hay otra conexión que la puramente intrínseca, inexplicable… es algo que te gusta, y punto.

Con la historieta, la relación es otra. ¿Por qué? Porque en una historieta alguien te está contando una historia. Una historia con la que te podés relacionar, con la que podés conectar al punto de emocionarte, de llorar, de reír, de hacer un cambio en tu vida. Específicamente a mi me pasó con Promethea. Laburaba bajo el yugo del sindicato de comercio cuando casi por azar me topé con el primer TPB. Creo que a la tercera página ya me había hecho adicto. Tenía en la cabeza que ya nunca existirían comics como Watchmen, Dark Knight, etc, etc. Los ´90 fueron esa década en la que todo se volvió frívolo, el Diego dejó casi de tener su magia, Freddie Mercury se murió, Tinelli empezó a tener muchos seguidores… bueno, todos sabemos lo que fueron los´90. Y Alan Moore hacía bóñigas para Image, y todo parecía ir cuesta abajo en una industria que había sabido tocar el cielo y ahora se arrastraba por una moneda de papel.

promethea2Así que, como dije, de repente tuve en mis manos Promethea y me cambió literalmente la vida. Me ayudó a conectarme con mi lado religioso, me ayudó a convencerme finalmente de que este arte era valioso y trascendente, me ayudó a sentirme conectado con el universo de formas que jamás había experimentado hasta ese momento.

Y este es solamente mi ejemplo: debe haber millones así. De historietas que te toman por sorpresa, que te interpelan, que te hacen reflexionar, que te hacen crecer. Por las que no dabas un mango y que de repente garparon todos aquellos años de leer comics por kilo que no servían para nada más que el cebamiento de turno. Los lápices se afilaron y el arte se volvió maravilloso, con páginas y páginas que te rompen el orto y que te hacen llorar de emoción. Y el olor a mina de carbón, y a tinta china, y a papel, y a esfuerzo, y a dejar la vida por devolverle al medio todo aquellos que nos dio aun antes de incluso tener conciencia de que lo hacía.

ab3bf5333d3dc010a4100b773d5048e6--comic-books-comic-artPero no… somos el gordo de los Simpson y ese encasillamiento es y será eterno. Y claro, si tenés barbita y un poco largo el pelo, no es más que para remarcar que todo te chupa un huevo, que no tenés un laburo estable, que no se te puede tomar en serio, que encima de tu dejadez, leés cosas claramente para pibes y que hasta me da cosa dejarte a mi hija cerca.

Aunque el coleccionista de marquillas es diferente… es como ameno, gracioso, te dan ganas de abrazarlo. Mirá qué lindo hobby tiene el tipo, no hace daño a nadie, ¿no?

En fin.

Habrá que acostumbrarse. Habrá que adoptar la actitud de “me chupan un huevo” y leer Superman en el bondi sin ningún prurito. Pero… ¿se puede? ¿No está SIEMPRE ese pensamiento de “y… me están mirando como un boludo”? ¿Se puede ser absolutamente indiferente al “qué dirán”?

No sé… yo lo intento, eso seguro. Pero no faltan los días en los que me da bronca, en los que en alguna reunión familiar inevitablemente salga el tema y todos rían pensando “qué gordo lindo” y nunca sea tenido en serio un arte en el que una obra como Promethea puede existir.

Habrá que perseverar, no enojarse, intentar siempre ir para adelante y prestarle Watchmen al cuñado. Quién dice que en algún momento termine agradeciéndotelo.

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