La Mansión Wayne

¿Qué pasaría si hoy, mañana, se te quema la casa y, entre otras preocupaciones importantes, perdés la colección de comics que tenés?

El Fuego Interno

05/04/2015

| Por Bruno Magistris

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aburn¿Qué pasaría si hoy, mañana, se te quema la casa y, entre otras preocupaciones importantes, perdés la colección de comics que tenés?

Que no se me malentienda: si se incendia la casa, hay cosas de mucha mayor importancia que las historietas, llamensé encontrar otro techo, ropa, muebles, etc, etc. Pero demos por sentado que todo eso lo volvés a conseguir, y pronto, y que la vida continúa.

De pronto, todos aquellos libros, revistas, aquel mágico conjunto de colores y aventuras desapareció, se fue… ¿y ahora?

Ya sé: comenzar de nuevo, de a poco. Volver mes a mes a invertir esa humilde fortuna e ir llenando los estantes de a un lugar a la vez. Pero, ¿cómo nos afectaría esa súbita pérdida tan enorme?

Hay libros, historias, que son imposibles de conseguir. Están agotadas, o descatalogadas incluso. O voy más allá: quizás no estén perdidas o sean imposibles de conseguir, pero tenían cierto valor personal que ninguna otra copia en el mundo podría reemplazar.

Muchos dicen que una vez que leíste un libro, conservarlo es sólo una cuestion de ego o de vanidad, que una historia leída es una que queda con vos por siempre, y bla bla bla. Pero yo soy un lector al que le gusta revisitar los libros ya disftrutados. ¨Desde que leí a Borges diciendo “Lo importante no es leer, sino releer”, asumí esa frase para mi vida.

Cada vez que abrimos un libro (y si es uno que sea valedero de verdad) encontramos cosas nuevas, significados ocultos. Porque la historia es la misma, sí, pero nosotros no. Las aguas de un río son siempre diferentes y nunca podemos volver a zambullirnos en él como la primera vez, porque ya es otra cosa. Similar, pero diferente. Y nosotros somos esa agua que corre, y la inmovilidad que ni siquiera es aparente, existe, y se vuelve palpable con el tiempo.

La puta madre... ¿dónde quedó ese tomo de Avengers  que dejé sin terminar anoche?

La puta madre… ¿dónde quedó ese tomo de Avengers
que dejé sin terminar anoche?

Así que ahí estamos: casa nueva, ropa nueva, muebles nuevos… y la biblioteca (nueva) vacía.

Creo que tendría un fuerte impacto emocional. Quizás no muy evidente, pero a esta altura de nuestras vidas, creo imposible que eso pasase sin que pudiésemos seguir adelante sin cierta amargura que quizás se fuese disipando, o no.

Sebastián Ballesteros dijo una vez que él extrañaba los comics cuando se iba a una fiesta o algo así, y al principio lo creí exagerado, pero con el tiempo me vi simpatizando con esa idea.

A ver, no es que cada vez que vuelva a mi casa voy a la biblioteca y la abrazo llorisqueando, no. Pero el sólo hecho de verla, ahí con sus libros, sus muñecos, su figuras de plomo, sus historietas de Gattin y el Equipo y Asterios Polyp todo junto, me da una melancolía y alegría a la vez que es imposible de explicar.

¿Nos ata eso? Muchas filosofías hablan de que mientras más cosas materiales tenemos, mientras más nos atamos a ellas, más encadenados estamos a un mundo que jamás podrá trascender sus propios límites. Me viene a la mente “El Club de la Pelea” y cómo los tipos vivían en una casa destruída sin una fucking cosa dentro y les importaba un carajo.

Y está bueno eso, no digo que no. O sea… a ver. ¿Cómo digo esto sin sonar como un nerd/looser? Podría vivir sin mi ropa, sin mis muebles, sin mis libros de literatura, sin mis boludecitas que tengo por acá y allá… pero no podría vivir sin mis comics.

Sin esos objetos que son tan parte de mi que terminan por definirme. “A vos que te gustan los superheroes…”, o “vos que sabés de estas cosas”… son frases que me gusta escuchar, no puedo evitarlo. Te hacen sentir como parte de algo que no todo el mundo conoce, y eso le da un sabor extra a la cosa.

PREACHER_ALAMO_TP_Glenn_FabryHace poco conseguí la colección completa de Preacher. Si bien la había leído en revistitas cuando era más joven, tenía algún que otro número perdido, algunas cosas en castellano, y en general nunca la había leído de un saque. Así que cuando llegó el pedido de Amazon y vi toda la obra ahí, me emocioné. Cada libro es enorme, con papel ilustración, con un aroma hermoso (aromas, aromas… ¿dónde escuché algo de eso?) y al comenzar a leer, yendo en tren o incluso en tiempos muertos del laburo, por momentos tengo que cerrar el libro, apoyarlo en las piernas, y hacer otra cosa. Cualquier cosa, mirar la compu, o el celu, o algo… porque está tan bueno, es tan hermoso (y hablo de hermosura como un TODO, es decir, la historia, el libro, el que sea una historieta… TODO), que no quiero que termine. Porque sé que esto que me costó tanto comprar y conseguir se vuela como un pedo si no me pongo un freno, si no voy dosificando la lectura. Porque no quiero que se termine, porque la alegría que me da un comic no me la da otro medio de expresión. Quizás las grandes películas de autor, pero son otra cosa.

El comic es un todo muy difícil de explicar, donde no sólo valoramos la historia que estamos leyendo sino su formato, su narrativa, el cómo está impreso, su aroma, su carácter de objeto de “secta”, de “ghetto”, y en un nivel mucho más profundo… la reminiscencia que nos trae de la infancia, de ir a comprar el Patoruzú al kiosco de la plaza, de encontrar aquella historia maravillosa que era sólo para nosotros, de haberle puesto fichas a un medio que fue evolucionando y que ahora es la gloria misma.

Volver a empezar, de a poquito...

Volver a empezar, de a poquito…

Y digo que tengo que parar y hacer algo para no seguir leyendo y que se termine… y este escrito es parte de eso. Voy por el libro 5 y son 6 en total, ya se está terminando, carajo.

Pero no me queda otra que ir cerrando, y volver a la maravilla.

Entre hoy y mañana lo termino y esa ambigua felicidad que me trae es genial, pero no deja de molestarme.

¿Qué pasaría si tu colección se prendiese fuego?

Quisiera decir que empezaría de nuevo, que de a poco volvería a tenerla… pero eso sería después.

Lo primero que haría sería llorar como un nene…

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