La Mansión Wayne

Este día perfecto se da a la edad de 15 años, aproximadamente. La sucesión de hechos que lo volverán inolvidable se describe a continuación.

El Mejor Día de un Comiquero

03/06/2013

| Por Bruno Magistris

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dsc00816rkrEste día perfecto se da a la edad de 15 años, aproximadamente. La sucesión de hechos que lo volverán inolvidable se describe a continuación:

1)  Se despierta, sin despertador ni nada parecido, y sabe que es domingo. Se arregla, mira por la ventana y descubre un sol no muy fuerte sobre un cielo completamente celeste. Está fresco, pero no invernal: lo suficiente para un pulóver gruesito. Desayuna frugal pero deliciosamente: café con leche con tostadas. Toma su mochila, algún dinero, y sale.

2)  El colectivo viene casi vacío, con una radio suavecita que susurra temas de Queen, Rolling Stones, entre otros. El viaje es largo, pero por suerte tiene una Comiqueando para no darse por enterado de los minutos que pasan. Antes que se de cuenta, llega a Chacarita. De allí hasta Caballito no demorará mucho, pero se compra un churro relleno antes de cambiar de transporte, porque el aroma lo puede.

3)  Por fin: el Parque. De a poco llega a sus puestos habituales, repletos de tesoros escondidos que lo aguardan sólo a él. Con la mayor paciencia, comienza a mirar y buscar, a sorprenderse, a desengañarse, a sopesar valores, a hacer cuentas, a sonreír con aquella historia imposible que ahora está en sus manos. La brisa fresca de la mañana comienza a volverse más cálida. A su alrededor: chicos, padres, mesas con ajedrez, tute, truco; el aroma a papel inconfundible; los puesteros más tardíos que comienzan a correr la protectora lona verde. Sin que se dé cuenta, las horas pasan volando. Son más de la dos de la tarde y, sin preocupación alguna, piensa que ya ha estado allí lo suficiente. Tras pagar una mini fortuna, sale de allí con un par de bolsas llenas.

Libros_usados_CLAIMA20110415_0243_194)  Mientras viaja devuelta en colectivo, comienza a hojear las maravillas que compró: títulos raros, autores ignotos, precios irrisorios, aroma a editorial Zinco bien viejita, miniseries, tomos. Sonríe, y de casualidad ve una parrilla tentadora que lo llama a los gritos. Baja del bondi, cruza y se come un choripán de esos bien crocantes, con ese chimi imposible made in parrilla y una coca bien helada. Con la panza llena, vuelve a la parada y espera nuevamente el transporte que vaya uno a saber dónde anda. Éste llega, se sube a él y reanuda el viaje. El tiempo, engañado por el arte, vuela demencialmente. Casi se pasa de largo…

5)  Llega a su casa tipo 4 de la tarde. No bien desensilla, suena el teléfono y no es otro que Santiago, aquel amigo de toda la vida, quien lo invita a su casa a jugar al Mortal Kombat. Eso sí, Coca mediante. El duelo comienza, entre puteadas, tortas de la abuela, comics y siempre, siempre Coca-Cola. Una vez terminado el match, se armará el esperado partido en el patio, con esa pelota de medias enroscadas entre sí que se desarman a cada zapatazo, pero que no importa. Con la tarde se va el sol, y el día comienza su fin entre páginas dibujadas y video games y risa, mucha risa.

dark-knight-triumphant6)  Por la noche vuelve a su hogar. Luego de ducharse y picar algo, busca entre las adquisiciones de la mañana aquella obra perfecta para ser leída en ese preciso momento: ¿será esa historia que tanto le recomendaron en Comiqueando llamada Watchmen? ¿O esa que tanto cebó a muchos llamada The Dark Knight Returns”? Nunca las leyó, será la primera vez.

7)  Por la mitad de Watchmen se pregunta qué mierda hizo de su vida hasta ese momento, ¿cómo es posible que no hubiese conseguido antes esa maravilla? Afortunadamente, la culpa se borra con el placer de las páginas restantes. El capítulo siguiente tiene un título extraño: “Fearful symmetry…”

8)  Terminó Watchmen; son cerca de las 11 de la noche y lo leyó de corrido. Su vida cambió, seguramente. Nada será lo mismo de ahora en más.

9)  Los ojos comienzan a pesarle. Aunque tiene otras cosas por leer, asume que ya no da más y que será mejor dejarlo para mañana. Mientras el silencio y la oscuridad vuelven a abrazarlo, no se da cuenta de que éste ha sido quizá el mejor día de su vida. Años más tarde, mientras escriba esto, recordará aquel momento de silencio y oscuridad tras un día tan perfecto y no dejará de sollozar ante quien era aquella vez, y quien dejó de serlo tantos años más tarde.

10 Se despierta, sin despertador ni nada parecido, y sabe que es domingo…

 

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