Vengo hoy aquí ante ustedes con el fin de reivindicar una obra. Porque dudo mucho que otro levante la mano para hacerlo y sería de una injusticia cósmica (bueno, tal vez no tanto) relegarla al ostracismo absoluto por haber pertenecido a la polémica línea editorial conocida como ¨The New 52¨ que la editorial DC Comics lanzó allá por 2011.
¿Obra maestra? Para nada, de hecho es bastante irregular y por momentos se va por las ramas, pero es lo suficientemente interesante y con no pocos momentos impactantes como para no recomendar darle al menos una lectura.
Estamos en Septiembre (con fecha de portada de Noviembre) de 2011: Todos los títulos de la editorial se relanzan desde un nuevo número 1 para ir a juego con el reinicio argumental y para la serie Action Comics significa el primer relanzamiento numérico desde su creación allá por 1938. Y para semejante momento, DC cuenta con nuestro escocés favorito, el supremo (o no) Grant Morrison y con el dibujante Ralph “Rags” Morales (famoso por la excelente serie de Hawkman junto a Geoff Johns y por la polémica Identity Crisis) para que cuenten otra vez el origen del superhéroe más grande del mundo. Morrison se vale de la versión original del personaje de Jerry Siegel y Joe Shuster, al actualizar la premisa de un héroe que lucha contra las injusticias sociales y contra los empresarios corruptos, tal cual lo habían concebido sus creadores. Pero va más allá de eso, porque a nivel estético toma ideas de los primeros bocetos del personaje al hacerlo portar apenas un pantalón común y una remera de mangas cortas (por momentos azul y por otros blanca) con el clásico símbolo en su pecho, amén de la clásica capa.
Este Superman años ´30 trasladado al siglo XXI nos engaña en un primer momento con la promesa de aventuras bien con los pies sobre la tierra, pero con el pasar de los números (apenas a la mitad de la primera saga) vemos como el calvo se va decantando por historias más delirantes, propias de su maletín de viejos recursos, hasta llegar al clímax de su etapa llegando al año y medio desde el nacimiento de la serie. Por esos primeros números veremos nuevas versiones de Lois Lane y Jimmy Olsen, así como los villanos clásicos Lex Luthor, Brainiac y hasta el General Sam Lane (en esta serie el ejército es un enemigo más con el que lidiar, al igual que lo utilizara en parte Geoff Johns en su reinterpretación del mito un año antes en su Secret Origin junto a Gary Frank). Lo que hace Morrison es jugar con las diferentes temáticas que se utilizaron en las series de Superman a lo largo de las décadas, y aunque en una primera lectura esto pase prácticamente desapercibido, ese compendio de temas y tratamientos siempre está. El escocés juega con eso y sin que nos demos cuenta homenajea desde la versión original del personaje anclada en el realismo de los años ´30 hasta las historias bien de ciencia-ficción y de monstruos típicas de los ´50 con una inquietante reinterpretación del mito de Brainiac (para la cual hasta toma elementos de la magnífica serie animada de Superman de mediados de los ´90). Mientras nos lleva casi orgánicamente atrás y adelante en el tiempo y presenta nuevas versiones de Krypto, la Legión de Superhéroes, sus encuentros con Batman y la Liga de la Justicia, entremezclados con un nuevo origen, con destrucción del planeta Krypton incluída.
En la parte gráfica, Morrison cuenta no solo con el mencionado Rags Morales (el cual hace un trabajo estupendo) sino también de artistas como Andy Kubert (en dos números brillantes), Gene Ha y Brad Walker entre otros. No me voy a detener acá en el inestimable trabajo de los entintadores (lo lamento, fueron muchos, fíjense en los créditos) pero sí en el titánico aporte que siempre otorga el genial colorista Brad Anderson, cuyo nombre se está haciendo costumbre ver en varias de las grandes obras de Superman de los últimos años, para nuestra fortuna.
Morrison se vale de la estructura serializada para ir dejando caer sus tramas y que estas avancen lentamente mientras nos presenta a más y más personajes, entre ellos al gran John Henry Irons, alias Steel (viejo favorito de un servidor), el Capitán Cometa (en una versión bastante particular) y hasta al Presidente Superman de Tierra 23, personaje que Morrison había utilizado en su famosa Final Crisis y volvería a hacerlo en la magnífica Multiversity. El ídolo nos va guiando para acercarnos al crepúsculo de su etapa y desenmascarar a los personajes claves para el devenir del final de la obra (que no voy a develar, no sea cosa que logre convencer a alguno de ustedes de ir a leer esta etapa y le arruino el final…¡ese no es mi estilo, amigo!), cosa que coincidirá con el nº 18 de la serie, el último de Morrison al timón de la misma.
Tal vez lo que le jugó en contra a esta obra, aparte de estar inmersa en un relanzamiento editorial tan criticado como innecesario, es estar tan cerca en el tiempo de otras tantas versiones del inicio y primeros años del personaje( con algunas similitudes con el Superman Birthright de Mark Waid y Leinil Francis Yu de 2003/2004) y tener tan fresca en el tiempo y en el corazón de los lectores esa obra maestra que fue All-Star Superman que el propio Morrison llevó a cabo junto a Frank Quitely y que era lo que se nos venía a la mente al pensar en una aproximación al mito de Superman por parte del escocés. Pero es de entender -y bastante lógico además- que este quisiera jugar con el personaje y su mundo desde una óptica diferente esta vez y creo sinceramente que desde ese punto de vista hay que admitir que la propuesta del escritor es cuanto menos honesta y que es injusto tal vez compararla con su All-Star Superman, que quizás sea la mejor pieza que se haya escrito jamás sobre el personaje. Por eso recomiendo se acerquen a esta serie sin ese prejuicio y sabiendo que no van a encontrar una epopeya tan grande como dicha obra, pero sí una etapa curiosa, interesante, con giros argumentales, sorpresas y grandes dibujantes desfilando por sus páginas. Y de eso se trata a veces, no?
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