Papa Fina

Tres obras de autores argentinos bajo la lupa de Gonzalo Ruiz.

Papa Fina

15/11/2022

| Por Gonzalo Ruiz

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Distancia-330x477Otro mes, otra recolección de historietas para recomendar y reseñar. Hoy, en el mes de la soberanía nacional, tres comics nacionales. Por supuesto, esto se dió por total casualidad, como pasa con las mejores ideas (?)

Algo sacudió a los difusores de historietas durante los meses previos, y fue la aparición de Distancia (2022, Mil Palabras), un comic a cargo de la dupla JHC/Roa (Jonatan Catalano y Daniel Roa respectivamente). Vale aclarar que, hasta donde me enteré, estos pibes no tienen nada más publicado salvo este tomazo de 300 páginas. Perdón por lo autorreferencial de las próximas palabras, pero esto me shockeó: ¿qué onda estos pibes salidos de la nada, que se mandan con una obra estridente, pomposa, con tapa de Salvador Sanz y prólogo de Diego Agrimbau, quien también afirma no conocerlos? Lo primero que me pasó por la cabeza fue “qué arrogancia  y qué huevos los de estos pibes”. Hay que bancarse un debut a todo trapo, con la bendición de dos grandes artistas de las últimas dos décadas, hay que saber caer bien parado al momento de largarse con esto… y lo mejor de todo es que es un gran comic, una sorpresa y revelación total.

distancia interiores 2La historieta está dividida en tres actos, donde los primeros dos son la presentación de los personajes principales y el tercero es más bien un epílogo. Por un lado tenemos a Franco, un pibe provinciano que llegó a Buenos Aires para estudiar. Un freak total, introvertido, que no encaja con nadie, fracasa con los estudios y con las minas y que obviamente no comprende los códigos de vivir en CABA. Después está Laura, una adolescente también introvertida, más dark, a la que le chupa un huevo su colegio, su mejor amiga y vive en estado de alerta por el maltrato que el padre ejerce contra su madre. Pero el comic se queda en ellos dos solos con sus vidas medio verga, sino que explora un contexto global donde la gente se muere cuando se toca, algo que vemos durante el desarrollo de ambos personajes pero sin muchas explicaciones porque esto es el tomo 1 de una historia que obviamente, continuará en otro libro.

Para ser 300 páginas, no pasan muchas cosas, pero sí se encarga de presentar la problemática, de “justificar” el título (más allá de la alegoría post-pandemia de COVID, esa cosa de no tocarse para sobrevivir, lo cual también explica por qué sobrevivieron las dos personas más cerradas de toda la ciudad, lejos de todo contacto humano) y por supuesto, de desarrollar a los ¿héroes?. Franco y Laura son personajes por demás interesantes, de fácil empatía por ellos, te hace desear que sus vidas mejoren de una vez y puedan levantar cabeza. Algo difícil dentro de un contexto genocida, ¿no? Pero bueno, ahí está la mayor gracia del guion de Catalano, repleto de diálogos bien puestos y bien reales, que es lo que puede fallar cuando se escribe a personajes adolescentes y/o jóvenes. Capaz el segundo capítulo, el dedicado a Laura, está más estirado, con mucho énfasis en lo jodida que puede ser. Medio descolocado pero OK, en el balance final no afecta a una historia que promete fuerte y está a la altura de dicha arrogancia (una buena arrogancia, totalmente inofensiva, propia de unos pibes con ganas de salir a romperla con su historieta, cero mala leche). Así de correcto es también el dibujo de Roa, un “amerimanga” bastante logrado, cero desproporcionado y con rasgos totalmente amables, con una dinámica y puesta de página bien japonesa (pocas viñetas por página), ágil, que dialoga armónicamente con la parte literaria de la historieta. Unos genios estos pibes: se tiraron desde un noveno piso hacia una pileta que estaban llenando y cayeron con una elegancia absoluta. Ojalá aparezcan otros jugados como ellos, más artistas que apuesten por la narrativa, por la aventura, por las ganas de contar historias. No importa que sean buenas o malas (aunque todos prefiramos que sean buenas), sino que estén ahí, que existan. Menos stickers y prints y más narrativa. Por favor y gracias.

296050803_5458971340833769_5066202931530267233_nOtra novedad que vino directo de la Crack Bang Boom: El sótano de los deseos (2022, Szama Ediciones) de Kundo Krunch, que vuelve a jugar en solitario después de cosechar éxitos y buenas historias de la mano de Lubrio y Santiago Sánchez Kutika, por nombrar algunas de sus colaboraciones. Esto es lo contrario a Distancia en cuanto al tamaño: unas humildes 62 páginas que igual alcanzan y sobran para contar una historia jodida, oscurísima como Suehiro Maruo manda. Es difícil contar algo sin arruinar demasiadas sorpresas, pero me vale decir que en un pueblito olvidado de nombre Ciudad Madriguera, está “El sótano de los deseos”, un prostíbulo donde pasan cosas más allá de contar con la compañía paga de algunas señoritas. Allí va Victorio Penar, un político que busca ser alcalde de su ciudad, cosa que consigue tras pagar un altísimo costo en dicho puterío.

Como en Distancia, acá suceden pocas cosas, pero no pasa por el desarrollo de los personajes, que los hay, sino por los climas. No solo los que genera Kundo con ese dibujo tan particular (lo bien que le queda el claroscuro al ídolo no se puede creer, una gran mezcla de técnicas analógicas con texturas digitales), bien sucio, sino con lo que elige contar: los motivos que tiene Victorio para actuar como lo hace son puramente egoístas. La historia en sí es tan opresiva como el dibujo, completamente sórdida, donde no hay forma de vislumbrar una buena onda sobre el final. Es complicado hacer una obra donde no hay buenos, sino un tipo que es más hijo de puta que el otro y así. Pero acá, con economía de recursos y bien al hueso, el marplatense lo logra. Banco al Kundo integral, tiene con qué.

la-ultima-invocacion_tapa1-107d4ec628a52cbafe15989147302478-640-0Para terminar, un blast from the past pre-pandémico con La última invocación (2019, Clan de Fomento), de Francisco Negrello. Un prozine simpatiquísimo protagonizado por funny animals practicantes de la magia del caos. Sí, un homenaje tierno en clave de comedia a la práctica esotérica que fomentan Alan Moore y Grant Morrison, que en cierta forma trabaja de forma didáctica, explicando las cosas más básicas del caos. Tras amigos medio fisura, fans de la joda (y de la magia) le roban, sin darse cuenta, el control del caos a otro brujo, que por supuesto tomará represalias invocando demonios. Eso, una cosa hiper básica sostenida a base de chistes y explicaciones sencillas, dibujado con soltura, delicadeza y coloreado con la misma sutileza  Una lectura bastante ligera pero no por ello menos recomendable.

Y bueno, también leí muchísimo Silver Surfer… pero eso queda para la Comiqueando Digital de Diciembre. Perdón por el chivo, pero bueno, cuestiones de contrato. Ya la leerán. Será hasta la próxima finura tuberculiana.

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