Papa Fina

Nuevas reseñas de lanzamientos recientes de autores argentinos, a cargo de Gonzalo Ruiz.

Papa Fina

10/01/2023

| Por Gonzalo Ruiz

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Fl-b3geWQAIpQeBParafraseando a Hüsker Dü, un nuevo año nace, doce nuevos meses que ojalá estén cargados de comics nuevos publicados aquí, allá y en todas partes para mantener bien nutrida a esta columna, que de todos modos incluye cada tanto alguna recomendación del pasado. Con respecto al pasado, hoy traigo otros tres comics publicados en 2022 en nuestro país.

El año pasado Maten al Mensajero tuvo la brillante idea de “revivir” el formato revista para publicaciones de escasa cantidad de páginas, y darle espacio a aquellos artistas que por algún motivo u otro tienen una producción más bien escasa en cuanto a libros largos. En dicha colección, Pablo Vigo publicó Dusko, un recopilatorio de historias cortas publicadas en antologías. En el mes que acaba de terminar, salió Dusko: Segunda función, esta vez con dos historias cortas que son 100% inéditas. Al igual que en el primer número, Pablo se la juega un poco más con la idea de meter algo de “género” en sus historias de gente neurótica, un Adrian Tomine pasado de mandrax. Ahora, con solo dos historias, tiene un poquito más de espacio (18 páginas la primera y 12 la segunda, en el medio una historia de una carilla) para jugar no tanto con los personajes sino con las situaciones que viven. En «Lamia», dos amigas van al cine mientras una de ellas lidia con un drama familiar y ven una película de terror con tinte político. En «Ella», una nadadora es acechada por la imagen de un rostro tétrico que figura en el fondo del agua. Solo esas dos cositas le bastan a Pablo para arrancar a laburar con la psiquis de las chicas protagonistas, donde a una le imprime un tinte sobrenatural y, en otra, se divierte dibujando monstruos en medio de un dramón.

¿Qué decir del dibujo de Pablo? La misma chupada de medias habitual: su prolijidad exquisita y geométricamente perfecta, sus expresiones que dicen más que los diálogos, una economía de recursos narrativos bien aplicada. ¿Lo malo? Que sea todo tan corto. Ojalá estemos en presencia del nacimiento de una antología de autor fatto in casa, algo que no tenemos y mal no nos vendría- Sobre todo si es de Pablo, mientras esperamos pacientemente a su próximo libro/obra maestra.

9789878859156Del año pasado también es Mamma Marylin (VVAA, Viajero del Alba) una antología craneana por Cristian Blasco, que parte desde una idea sencilla: historias cortas de género a determinar por cada dupla creativa o artista integral, pero con una condición: siempre tiene que estar en escena una pistola Smith & Wesson modelo 3, que tiene tallada una MM en su mango. El disparador (cuac) es una historia que Blasco realizó junto al ídolo Nicolás Brondo, un western por demás interesante donde Nico humilla con un dibujo más controlado y menos desquiciado que en Chica Alien, pero aun así con una puesta versátil y una agilidad en su trazo que bombea tensión. Otra gran favorita es “Hierro, dolor y sangre” (Bertazzi y González) que se mete con el mito del Lobizón. Hernán González le imprime una asfixiante atmósfera terrorífica con un soberbio uso del claroscuro y muestra a la criatura de una forma bastante tapada para acrecentar el suspenso. Juan por su lado comprime la historia de una forma que nos deja con las ganas de conocer más sobre este cazador de licántropos. Los pocos cabos sueltos que quedan (aunque al final es bastante claro que no hay una necesidad de continuar con el personaje principal) solo sirven para dejarnos con ganas de más. Dos ejemplos más para demostrar la versatilidad del libro: “Plegarias de erkes y campanas”, una gauchesca, nuestro western vernáculo, a cargo de Ricardo Villarreal y Nicolás Mierez, una suerte de Martín Fierro que se cruza con elementos sobrenaturales al enfrentarse con el Diablo en plena partida de truco; y “El recaudador misericorde” de Lorente y Retamar, la parábola de un boxeador devenido en cobrador de la mafia. La historia es un dramón zarpado que también me dejó con ganas de más aunque, en este caso, la narración es lo suficientemente redonda para que no hayan peros, todo esto con un Alfredo Retamar realista, con todas las pilas. Hay más cosas también: hay humor, ciencia ficción, historias urbanas y barriobajeras, algo de metaficción… En fin, para todos los gustos. Happiness is a warm gun.

Con las antologías pasa siempre lo mismo y en cierta forma lo disfruto: tenés historias que te rompen la cabeza y algunas que te dejan indiferente o directamente no te gustan en absoluto. Ese problema de equilibrio funciona como una regla no escrita, pero aun así sine qua non de las antologías, en parte por la subjetividad del lector, una herramienta de la cual no nos podemos privar incluso a la hora de escribir reseñas. El equilibrio es lo que hace que estos libros o revistas garpen, principalmente porque nos permite presenciar una gran cantidad de artistas, algunos que probablemente no conozcamos, todo un golazo sobre todo si nos termina gustando su estilo. Capaz lo más complicado es cómo “vendés” este libro, sin la presencia de un hilo conductor que tenga una fuerza conceptual más grande que “hay un arma que se repite todo el tiempo”. Pero si estás con ganas de dejarte llevar por el fragor de distintas historias (y te gustan las armas), este libro es lo tuyo.

9789874164636El último libro de hoy (últimamente vengo de a tres por columna porque son meses de escasa lectura, ojalá para Febrero pueda tener cuatro o cinco más) es El hombre que dormía con los muertos (Hotel de las Ideas) de la incipiente dupla Brian Janchez al guion y Pablo D’Alio en dibujos. En 2021 trabajaron juntos en la antología Lo que ya pasó, publicada por Deriva, y ahora desembocan en una historia larga de 80 páginas, un thriller que aprovecha las páginas para presentar la historia, su conflicto y lo que ocurre con él. Sin entrar en el pantanoso terreno del “spoiler” (no son muchas páginas, y hay mucho momento mudo que ciertamente agiliza la lectura), hay que resaltar a Brian como un guionista correcto, que sabe contar un relato, sabe cómo dar la información no de golpe pero sin amarretearla. Quizás el único problema es que la idea, aunque bien contada, se desinfla sobre el final, que queda abierto de una forma poco feliz (no tiene pinta de que esto continúe en una eventual segunda parte, por otro lado). Pese a esta apreciación personal, El hombre que dormía con los muertos sabe atrapar.

La parte visual es todo un lujo: Pablo hace gala de un trazo orgánico, con onda, genera unos climas espectaculares con la ayuda de un color directo en base a témpera (no se si digital o real) que ayuda fuerte con el clima, valga la redundancia, de una historia sombría que trata sobre asesinatos y que transcurre en un pueblito abandonado que no necesariamente está basado en alguno particular, pero tiene muchas señas comunes a lugares que podemos observar en áreas suburbanas. D’Alio sabe construir las páginas y aprovechar los varios silencios que hay a lo largo del comic con una narrativa simple y completamente efectiva. Parece poco pero, sin este tipo de elementos, las historias fallan por completo por más precioso sea el dibujo o perfecto sea el guión: si no se entiende, no se entiende.

Hasta acá hoy, vamos a ver con qué me encuentro el mes próximo. ¡Gracias y feliz 2023!

 

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