Papa Fina

Un nuevo repaso por historietas que quizás no conocías y Gonzalo Ruiz te quiere recomendar.

Papa Fina

16/05/2023

| Por Gonzalo Ruiz

1 comentarios

Otro mes, otras lecturas, otras reseñas para diferentes paladares comiqueros. Sobre todo porque, en las tres lecturas hay yanki, europeo y nac & pop. Las tres son obras independientes.

The Loneliness of the Long-Distance Cartoonist (2020, Drawn & Quarterly) es, hasta la fecha, el último libro de mi ídolo Adrian Tomine, el Pablo Vigo de ellos. En su momento, y pese al contexto mundial pandémico, trascendió, fue altamente recomendado y un año después se ganó un Eisner. Tres años después, comprobé que el hype es más que acertado: lo que me cagué de risa con este comic, mamita… al borde de las lágrimas por momentos. Fiel a su estilo Austeriano de contar historias en cierta forma inconclusas (las historias cortas que están en su antología Optic Nerve que reseñé – y vuelvo a recomendar – en este sitio hace unos meses dan fe, pueden leer esa nota para saber a qué me refiero), acá Adrian elige un puñado importante de anécdotas personales relacionadas con su carrera de historietista que, además de contar su historia personal desde el momento en que conoció a su mujer y se convirtió en padre, tienen como hilo conductor la “mufa”, a falta de un término más preciso. Porque, para qué restregar en la cara una lista de éxitos, cuando lo que mejor le sale es exponer esas pequeñas miserias, esos momentos donde la vida le termina dando una puñalada trapera a su ego comiquero para que todos nos caguemos de risa, incluso él.

Anécdotas que van desde su niñez, hasta malas experiencias en Comic-Cones, en firmas en comiquerías y librerías, hasta un momento muy divertido donde, mientras cena con su esposa, se le sienta a su lado una pareja que bardea “Summer blonde”. Si, ¿cuánta suerte puede tener un artista de sentarse a comer en pleno anonimato y que al lado tengas a un tipo que te hace concha sin saber quién sos? Bueno, a Tomine le pasó y se encarga de mostrártelo.

En cuanto al dibujo, Adrian abandona su puntillismo, su dibujo correcto y prolijo para mostrarse más despojado, casi como si fueran bocetos. De hecho, el libro físico tiene forma de libreta tipo Moleskine (perdón por el chivo, pero si José Moleskine me quiere pasar un par de cuadernitos, no me quejo), lo cual lo hace todavía más íntimo, como si estuviéramos pispeando el libro de bocetos de un dibujante consagrado en lugar de una graphic novel producida a todo culo. Capaz soy el único nabo que llegó tarde a esto, pero para esto decidí recuperar del ostracismo a Papa Fina: para que gente que capaz no llegó a esta publicación (o al dibujante en sí) lo descubra, sin importar cuánto tiempo pasó. Que este vicio romano de la recomendación no quede acotado solamente a novedades, como me pasó en los últimos meses, sino también que sea un ejercicio de arqueología. Así hablemos de un comic que tiene, como mucho, cinco años desde su primera edición.

Y ahora nos vamos para España, con un libro del que no tuve idea hasta hace muy poco, El método Gemini (Autsaider, 2018) de Diego Corbalán, que firma sus obras como Magius. De esto tenía como única referencia las recomendaciones de un youtuber español que mostró un par de páginas, con un dibujo muy emparentado con el comix underground gringo. Me cebó mucho al punto de no escuchar más la recomendación y me puse como misión conseguir el libro. Lo hice y acá estoy, recomendándote esto. Basado en hechos reales (pero sin usar ningún nombre real), El método… cuenta, por un lado, el ascenso y caída de Micky Dioguardi, un gangster medio pesuti de Nueva York. Y por el otro, hace un laburo algo fino de arqueología mafiosa, para explicar cómo comenzaron las primeras pandillas en dicho estado estadounidense. Diego se toma las 200 páginas que dura el comic para pelar chapa tanto como narrador y dibujante. En lo que al guion compete, Magius no cuenta todo de forma lineal, cuenta como varios episodios de pocas páginas las cosas que Dioguardi y pandilla hace, desde que era un nene hasta el final, un “camino del héroe” bastante pervertido bien logrado. No terminás hinchando por el matón, pero en los momentos donde parece que va a perder su poder, quedás sin aliento, a la espera de lo peor.

Y el dibujo me voló la cabeza, aunque debo advertir que esta es una apreciación 100% personal (algo que no es idóneo para este tipo de trabajos, pero qué importa). El trazo me recordó, como dije, a cosas del comix de Spain Rodriguez, al ídolo Massimo Mattioli, o de algunos exponentes de la línea chunga española (los hijos de El Víbora, básicamente): un trazo pulcro pero sin ningún respeto por el escorzo o por cómo se tienen que parar los personajes, con unos grados de salvajismo gore dignos de Squeak the Mouse. No son viñetas confusas, pero no se juega por tener un estilo realista. Capaz lo que le resta un poco son algunas caras que parecen bastante parecidas entre sí, y en un punto no sabés quién está protagonizando qué, pero no es algo que me decida a bajarle el pulgar a la faz gráfica, engalanada con una paleta de colores planos que son siempre amarillo, azul y rojo, que le da una potencia inusitada a ciertas escenas. Como si Goodfellas fuera dirigida por Santiago Segura. Eso es El método Gemini y banco a morir.

Ahora le toca a un fanzine argentino de muy reciente aparición, aunque se puede leer completo en el instagram del artista: Discopán (2023, Arañas de Marte) del ídolo Matías De Vincenzo, que la está rompiendo mes a mes con Efecto Malena. Matías aprovecha su momento solitario y breve (el fanzine dura 24 páginas, lo mismo que un issue norteamericano) para presentar una obra completamente personal e intimista, completamente onírica, algo que confirmó el mismo artista cuando presentó este fanzine la semana pasada. Hay un personaje que entra en un mundo de fantasía que funciona como alegoría para la búsqueda de las preguntas personales. Cortito y al pie, con un básico recurso de guion, De Vincenzo resuelve una intriga personal que todos tenemos, que es justamente las intrigas que nos asaltan la cabeza, con un vuelo poético agradable y hasta tierno. El dibujo, expresionista, está coloreado con acuarelas que se combinan con un trabajo de lapicera bastante prolijo. De hecho ni parece ser realizado de dicha forma. Su dibujo es veloz, con una concepción de la narrativa muy similar al shonen (no más de cuatro viñetas por página). Una píldora comiquera muy disfrutable de un artista que la descose. Por supuesto, acá estoy esperando la conclusión de Efecto Malena que seguramente reseñaré en los próximos meses…

Una respuesta a «Papa Fina»

  1. langostino

    Muy interesante lo de Tomine.

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