Papa Fina

Nuevas lecturas de material actual y no tanto, bajo la lupa de Gonzalo Ruiz.

Papa Fina

16/03/2022

| Por Gonzalo Ruiz

4 comentarios

567567ca9dc049f98e42c391f6944e93¡Buenas! ¿Cómo va? Antes que nada, un enorme agradecimiento a aquellos que bancaron, comentaron y compartieron esta nueva-vieja columna. Todo sirve para que esto siga con todavía más ganas de las que tenía. Me quiero hacer eco del comentario de Rocambole, que decía no terminar de entender la idea. Este espacio, por más que sea un refrito de algo ya visto, está pensado para que, a medida que pasen las entregas vaya mutando de alguna forma u otra, dependiendo de a qué me empujen u obliguen algunas de las lecturas mensuales. Capaz que en algún momento esto se convierta en algo distinto, pero ya veremos. Este tipo de comentarios de todas maneras también funcionan como motor para hacer algo más copado.

Aclarados los menesteres y agradecidos los mimos, comenzamos.

Aproveché que llegó a las comiquerías el quinto trade-paperback de El Inmortal Hulk (Immortal Hulk, Marvel Comics 2018) a cargo de Panini LATAM, para comenzar a leer (desde el principio, claro) esta serie que la rompió toda a nivel de críticas. No sé nada al respecto salvo, repito, que está mundialmente aceptada como algo muy grosso no solo dentro del cánon del coloso verde sino de la historieta superheroica mainstream en general. Un etapa que va más allá del resto de los títulos de La Casa de Las Ideas y, sin tampoco saber un choto de lo que ocurre en Marvel, se nota igual que esto es cierto. Al menos en este tomo que recopila los primeros cinco números, se ven historias semi-autoconclusivas con un marcado tono “terrorífico”. Se va construyendo un enigma sobre la “puerta verde” y, sobre todo, qué pasó con un Bruce Banner al que todo el mundo daba por muerto después de lo ocurrido en la segunda Civil War.

Y justamente sobre eso se posan estas primeras revistas: las apariciones de Hulk cobran un carácter de mito o teoría conspirativa como si fuera una versión Siglo XXI del yeti. ¿Cómo lo pudieron ver si estaba muerto? Bueno, esta primera parte es un pequeño road-trip de Banner tratando de esquivar cualquier sospecha sobre su paradero aunque, de un modo u otro, su violento alter-ego se encarga de impartir justicia, pero una completamente violenta, desbocada, al borde del “vigilantismo”. Al Ewing, el guionista, se encarga de imprimir una cuota más terrorífica que superheroica (hablo de vigilantes pero está lejos de parecerse a una historia convencional de Batman, digamos), donde Hulk está más cerca de ser un vox populi propio de una leyenda urbana como decir “candyman” frente a un espejo, un mal atemorizante del cual mejor nunca encontrarse.

Ewing además, hace que las historias no terminen bien de ninguna manera, que no haya realmente una moraleja sobre el final, o más bien, que esta moraleja sea que por donde pasa Hulk, las cosas solo pueden terminar mal. Al guionista británico lo acompaña el brasileño Joe Bennett con un dibujo correcto pero que descolla para las escenas más violentas. Una cosa para celebrar: estos 50 números están hechos por una dupla creativa que no se altera salvo que la historia lo pida (como en el tercer número, donde Garry Brown, Paul Hornschemeier, Leonardo Romero y Marguerite Sauvage participan como invitados para graficar que diversos personajes dan su punto de vista de un encontronazo entre Hulk y Hotshot -número muy divertido por cierto-). Una rara avis en el panorama de hoy, donde pocas duplas sobreviven más allá de un arco argumental o casi. La serie aprueba en este primer libro, el mes que viene seguramente veremos como avanza.

9789874517814Pasemos ahora a un triunvirato de historias nacionales. Ya lo comenté en el anterior podcast de Comiqueando, pero reincido en recomendar Arlekin y Cascabel (Utopía Editorial, 2021), el segundo libro de la Colección Alcatena. Tal vez uno de los rescates más esperados por los fanáticos del querido Quique, ya que este tomo recopila, por un lado, una historia larga protagonizada por Arlekin y por el otro, un puñado de historias cortas sobre Cascabel, parte del material publicado por el artista en la revista Anteojito. Antes que nada, hay que celebrar el trabajo de restauración a cargo de Javier Rovella que implicó no solo escanear originales en mal estado, sino también las páginas de Anteojito de aquellos pasajes cuyos originales no se conservaban. Y el trabajo, insisto, hay que festejarlo porque el resultado final es impecable: no hay una sola viñeta problemática o que se dificulte al momento de leer.

Ahora, para hablar de las historias, hay que tener en cuenta que esta lectura apuntaba a los más chicos, por lo que las historias llevan un nivel de relajo muy distinto a las obras “adultas” que el maestro dibuja acompañado del otro grosso Eduardo Mazzitelli. Pero lo más interesante es cómo Quique aprovecha este rango etario para divertirse con historias alla Silver Age DCista, pero con un contenido más elaborado, porque mete su amor por la mitología griega, la literatura francesa y los animales fantásticos, un combo completamente irresistible. Además hay que tener en cuenta que este ejercicio tributario se realizó en una época (años 1984/85) donde, al menos en Estados Unidos, la Silver Age era lo menos de lo menos. Y Quique desde ese momento te dice que era lo más grande que había. Pero de paso, te enseña algo más. Garpa tanto como rescate como por el contenido en sí mismo.

imagesDe mediados de los ´80 nos vamos al 2005 para hablar de (Bang)kok (originalmente publicada por Llanto de Mudo, republicada por Rabdomantes Ediciones en 2015) del inefable Renzo Podestá. Pocos libros pueden ser tan asfixiantes como este, un tour de force enmarcado en una distopía donde se vigila, persigue y castiga a los artistas (o más bien, a cualquier persona capaz de tener un pensamiento creativo). Así se podría resumir e incluso con la tentación de haber explicado la metáfora, pero (Bang)kok es toda una experiencia más allá de lo que pueda decir, una que claro, solo se puede aplicar si se lee. Renzo explota su rango como dibujante de una manera pocas veces vista, pelando toda la chapa que tiene. Hay páginas austeras cuyo contenido se asemeja al de un boceto y otras sobrecargadas de detalle, como nsi fuera una versión todavía más enferma de Ted McKeever. Todo esto hay que tenerlo en cuenta si nos apegamos al mito contado por Podestá, que esta historia de 60 páginas se realizó casi en tiempo récord, y se nota esa urgencia, ese trazo febril que parece empezar pero no acabar rápidamente, algo que también se traslada a cómo interactúan los personajes que viven atrapados en esta pesadilla. Una obra tan enigmática como directa y frontal, que pese a las simbologías es lo suficientemente clara con su mensaje, además de ser completamente libertina, lo cual siempre es motivo de elogio.

https___bucketeer-e05bbc84-baa3-437e-9518-adb32be77984.s3.amazonaws.com_public_images_6ccc1d21-e1b6-4afe-aeb8-cc815ff3fe93_558x794Para terminar, dos fanzines, algo de lo que no se habla mucho en este sitio web, así que voy a aprovechar la libertad de este espacio para reivindicar este método casero de publicación. En este caso, clavé los dos números de Cristal Jackard (2019 y 2021) de Kami Kama. Descubrí a esta dibujante (de nombre real Camila) gracias a Fusión 501, un pro-zine publicado por Barro Ediciones hace cuatro años, una historia de mechas. En estas dos revistas autopublicadas, Camila continúa con la ciencia-ficción… pero con historias completamente pornográficas. Acá el ambiente sci-fi es una mera excusa para entregarse a un frenesí sexual completamente explícito y desprejuiciado, no solo por los primeros planos de genitales masculinos y femeninos, sino porque todos cogen con todos, no hay una función de calentura como podían tener historias similares que salían en la Cimoc o Zona 84, esto no tiene esa fantasía masculina de minas que andan todo el tiempo en bolas. Lo importante dentro de Crital Jackard, es que el garche está establecido como algo completamente liberador y hasta divertido, está todo más que bien con el sexo en todas sus formas, hetero u homosexual (e interracial, siendo que hay aliens). Es todo un canto a la diversidad sexual que aflora cada vez más en estos últimos años, y celebro que se den este tipo de historias.

Con esto, cierro las lecturas del mes pasado.

Ah, y también terminé de leer ¿Quién quiere ser superhéroe?, publicado el año pasado por Comic.Ar. Pero creo que su reseña corresponde más para un Ni Ahí 😉

 

 

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