Papa Fina

Tres ediciones argentinas recientes de obras muy distintas entre sí y a la vez muy notables.

Papa Fina

11/07/2024

| Por Sebastián Aguilera

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Entre café y libros, esta vez tocan tres joyas que simplemente están emparentadas por haberme volado la cabeza. Material fino, gente. Muy fino.

Veni, vidi, vici

Editorial Columba está innegablemente ligada a la figura de Robin Wood. Guste o no, la mayoría de los guionistas que participaron en revistas como El Tony y compañía quedaron opacados, o relegados a un segundo lugar por el co-creador de Nippur de Lagash. Hubo voces interesantes, muy interesantes, entre las que destacaba un guionista todoterreno, que era capaz de saltar por los géneros más populares de la editorial con una gran soltura. Los guiones de Ricardo Ferrari siempre cumplen, ya sea cuando continúa a Robin Wood en Gilgamesh, o con obras propias como El Golem o El Niño. Las generaciones columberas recuerdan con mucho cariño estas historietas, y hay quienes dicen que fue su guionista favorito. Por otro lado, gracias al rescate editorial, hay nuevos lectores que van a conocer su pluma, en este caso, ingresando por la puerta grande con uno de sus grandes clásicos, el comic que lo catapultó al convertirse en uno de los guionistas estrella de la editoral: Julio César, con dibujos del genial Eduardo Risso.

Con un poco de descaro y mucha maestría en el arte de la escritura, Ferrari sacó a la figura del Cónsul Romano de los libros de historia, lo retocó y mutó, siempre respetando su esencia para convertirlo en un personaje carismático dentro de los parámetros del público columbero. Se destacaron sus atributos de gran guerrero, hombre valiente, amoral, sumamente astuto y por supuesto, seductor. Estas libertades históricas también le permitieron dar forma a aventuras con intrigas políticas y mucha acción violenta. En el conjunto, se destacan dos sagas muy intensas, episodios obligatorios del César, que se desarrollaron en varios capítulos. Por un lado, está la conquista de las Galias, donde aparece Vercingétorix, retratado como un líder carismático, peligroso y gran estratega que logra poner en jaque al romano. Son páginas intensas en las que Ferrari se da el gusto de mostrar las peores facetas humanas de los legionarios y la desesperación ante el hambre. La otra gran saga, obviamente es el encuentro con Cleopatra y su intriga para subir al poder. Aquí la acción pasa de escenarios abiertos a corredores peligrosos en los que pululan los asesinos y las conspiraciones. Hay otros momentos históricos, pero les toca descubrirlos a ustedes.

Es curioso pensar que hay comics que, incluso con el formato episódico de Columba, se disfrutan muchísimo más en libro. Hubo que esperar durante años el rescate de Julio César, pero eventualmente Puro Comic sorprendió con una gran edición, digna de este clásico que compila los 15 capítulos de la obra libres de ese tan poco querido coloreado que caracterizó a la editorial. Ahora los trazos de Risso se lucen y dejan ver la fuerza y la dinámica que tenía el maestro en aquel entonces. Desde el vamos, retrata de manera sorprendente las emociones de los personajes con un gran manejo de las expresiones faciales y corporales.  Muy interesante también ver también la capacidad de síntesis o elección de elementos claves para retratar fondos. Se luce tanto en enfrentamientos en espacios abiertos, como es el caso de la guerra de las Galias, como la huída dentro de los pasillos egipcios. Es notable el cambio de estrategia narrativa con la que Risso encara ambas sagas, y cómo se luce en los distintos tipos de entorno.
Julio César fue publicada originalmente entre Diciembre de 1986 y Diciembre de 1987 en la revista Nippur Magnum. Su rescate es uno de los más importantes de los últimos años. Es una joya que vale muchísimo la pena.

Oda a la Golden Age
Por lo general, los autores que tienen afinidad con el género superheroico terminan por escribir eventualmente una oda de amor a los personajes más clásicos. En el caso de Mauro Mantella, Lost World – editado por Rabdomantes- nació como una propuesta que le envió a DC Comics, justamente para darle su mirada a los superhéroes que surgieron durante la Golden Age.

Esa etapa es mítica. Fue el primer gran auge comercial de los comics y la imposición del superhéroe como figura de masas. Sin embargo, es necesario chipearse con la mirada de época para encarar esas revistas. Imaginen, si ya cuesta leer de corrido los clásicos de la Silver Age, retrotraerse todavía más atrás en el tiempo, es un desafío. Lo fascinante es que estos personajes tan carismáticos y queridos son todavía una fuente de historias y revisiones con una mirada mucho más realista de la época. Basta pensar en lo que hizo Ed Brubaker con los flashbacks bélicos del Captain America, o la recreación de ese período que lograron tanto Alex Ross con Jim Krueger en Project Superpowers. Claro, también está la magia de crear generaciones de superhéroes, ver el paso de la antorcha e incluso tener a esos personajes tan longevos en la época actual, como es el caso de la JSA de James Robinson y Geoff Johns.

En Lost World vemos nuevamente a Mantella como guionista exigente con su obra y que busca siempre ir más allá. Construye una historia coral centrada en una potencial vuelta de los superhéroes en un mundo moralmente apático. En este sentido, hay una influencia palpable de obras como la JSA de Johns o Captain America de Brubaker. Puede apreciarse, por un lado, un muy buen trabajo de contextualización de época y por el otro, un tratamiento notable de los personajes y sus interacciones. Son seres creíbles, con problemas y ambivalencias morales que no logran encontrar su lugar en el mundo y no logran comprender del todo lo que realmente está pasando. Cada personaje tiene sus problemas, sus desafíos y esto es algo que enriquece la historia central al aumentar la intriga. Es un comic ambicioso, que por ahora presentó personajes y un misterio. Puso sus cartas en la mesa y las puso bien. Ahora toca ver cómo las juega, si sorprende en los nuevos volúmenes o –Kirby no lo quiera- termine con un bodrio comiquero.
El dibujo de Darío Bustamante me sorprendió principalmente por el nivel de detalle que logra mantener a lo largo de la obra sin llegar a saturar visualmente. Hay viñetas que la rompen, como la de los juegos olímpicos, o el laboratorio de los villanos. Curiosamente funciona mucho mejor en escenas costumbristas. Tanto detalle le pasa factura en materia de dinamismo comiquero. También hay que destacar la portada de Julieta Maza, que sabe capturar la esencia de la obra.

Demencial
Hotel de las ideas sigue expandiendo su catálogo con autores interesantísimos. Esta vez sorprende con Demencia 21, uno de los mangas más representativos de Shintaro Kago, autor de La Formidable Invasión Mongola, entre otras obras.
Si bien todos sus mangas representan un viaje surreal cargado de contenido y críticas sociales, siempre cargado de un humor absurdo, Demencia 21 va un paso más allá, incluso cuando parte de una idea sumamente simple: Yukie trabaja como asistenta para una empresa que brinda cuidados a personas mayores con discapacidades. Ama su trabajo, es apasionada y busca ser la mejor en lo que hace, cosa que despierta celos en una de sus compañeras. En una jugada nada ética, logra que destinen a Yukie a los peores trabajos. Gracias a este concepto tan simple, el autor va a mutar totalmente lo que representa el ser una cuidadora de ancianos para llevar a Yukie a situaciones límites, encaradas desde distintos géneros como la ciencia ficción, el terror, la aventura o incluso el surrealismo. A su vez, juega con distintas técnicas narrativas y gráficas que hacen que encarar este manga sea una experiencia única.
Es sorprendente la maestría que tienen los autores japoneses para explotar un concepto y no gastarlo. En el caso de Shintaro Kago, hasta puede parecer una burla pensar que parte de una idea tan simple o básica como que una cuidadora de enfermos deba enfrentarse a los peores casos, pero lo explota tan bien y de una forma tan original, que solamente queda aplaudir la creatividad del mangaka.
Demencia 21 sorprende por la inmensa creatividad de Kago, y por la forma en la que se las arregla para crear historias divertidas en medio de sus experimentos. Es lectura atrapante, surreal y única.

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