Papa Fina

Todos los comics que leyó Gonza durante Marzo involucran de un modo u otro al terror, así que vamos a festejar Halloween en Abril.

Papa Fina

12/04/2022

| Por Gonzalo Ruiz

9 comentarios

dylan_dog_de_tiziano_sclavi_aleta___dolmen_2008_7Estas cosas pasan cuando uno no las planea. Por fuera (y por dentro también) de las lecturas “por trabajo” que suelo hacer, a veces se cuela una suerte de hilo conductor/conceptual que une a cada uno de estos libros que reseño. Y se dio la casualidad de que todos los comics que leí durante Marzo involucran de un modo u otro al terror. Así que vamos a festejar Halloween en Abril, si les parece.

Arranquemos con un euro-horror-trip noventoso. Me leí el séptimo libro de Dylan Dog que realizó la editorial española Aleta, con la intención de juntar todo el material de este ícono del fumetto. Esta colección es, al menos en Argentina, difícil de conseguir, y de hecho es el único tomo que tengo (el uno se consigue con bastante facilidad, pero es material que ya tengo repetido por las ediciones de Zinco). Este bodoque de 400 páginas recopila los álbumes 25, 26, 28 y 29, casi todos escritos por el co-creador del personaje, Tiziano Sclavi. El tomo abre con la fundamental Morgana, dibujada por el otro padre de la criatura, Angelo Stano, que tiene poca participación en los interiores pero sí se encarga de hacer portadas para casi todos los álbumes. Una divertida historia de fuerte contenido metaficcional que revisita la primera historia de este “investigador de lo oculto”, realizada por la misma dupla. Las historias de Dylan suelen ser autoconclusivas y con una repercusión sobre los personajes que solo dura las 90 páginas (o más) de la historieta, pero acá Sclavi teje un hilo conductor que se arma con el número uno, el 25 y el 100 (que dicho sea de paso Aleta editó de manera unitaria bajo el título “La historia de Dylan Dog”, bastante fácil de conseguir) donde, justamente el guionista se encarga de darle un lore a su creación. Una historia confusa si no se leyó esa historieta debut, pero al menos disfrutable a nivel dibujo.

1305b3c09d5e4578bfe8478ccbaffdd4La siguiente historia, Después de medianoche, es un delirio sin pies ni cabeza protagonizado por el detective, que queda afuera de su casa sin poder entrar y le suceden mil peripecias a la altura del mito. Giampero Casertano es el dibujante con un estilo distinto al de Stano, más suelto, menos rígido. Los dos probablemente sean los mejores ilustradores del tomo. La tercera historia, Hoja de navaja, mezcla elementos sobrenaturales con tecnología, una historia bastante pava con un dibujo flojo a cargo de Ferdinando Tacconi. Cierra el libro Cuando la ciudad duerme, realizada por Medda, Serra, Vigna que figuran como guionistas, y Montanari y Grassani; un simpático tributo a Pesadilla en la calle Elm de Wes Craven pero con un giro de originalidad.

Siempre es difícil recomendar “algo” de Dylan Dog cuando alguien lo pregunta. Mi conjetura es la siguiente: es tanto lo que se puede hacer (y que ya se hizo) con el personaje, que permite versatilidad absoluta a nivel relato: se pueden hacer historias sobrenaturales, timos macabros que tienen una explicación más terrenal como Scooby Doo, historias bizarras e inexplicables y sobre todo una parodia al género, realizada siempre con mucho amor con una impronta tana maravillosa (los sultanes del exploitation). Este tomo reúne en esas cuatro historias estas variantes, lo cual lo hace una puerta de entrada ideal. Total, como aclaré, no hay una necesidad de continuidad, la idea del personaje es tan básica como fácil de entender sin que la expliquen y, como sucede con cualquier comic que existe de forma contínua por mucho tiempo, no todo lo que se publica es bueno, así que es inevitable chocar tanto con boñigas como con obras maestras ocultas. Acá hay tres buenas historias de cuatro, así que el promedio es más que positivo.

D_NQ_NP_853805-MLA45656518042_042021-O¿Más terror foráneo? Sigo en mi lectura de El Inmortal Hulk (Immortal Hulk, Marvel Comics) con el segundo trade paperback nacional y popular. Acá se cortan las historias autoconclusivas y comienza un arco argumental que gira en torno a la cacería de Bruce Banner y le toca a los Avengers hacerse cargo del coloso verde, en un número, el séptimo, a pura machaca donde Joe Bennet se luce hasta donde le sale (el síndrome Chas Truog del dibujante pésimo al que le tocan guiones gloriosos). En este TPB, Al Ewing mete un tributo a la Lección de Anatomía de Swamp Thing (menos glorioso pero con las mismas intenciones de explicar cómo “funciona” Hulk), mientras trata de darle un simbolismo religioso al alter ego, algo que explotaría en los próximos números y por ende en la próxima reseña. Menos contemplativo que las historias anteriores, con mayores intenciones de ir para adelante y un poco más de machaca (una con Absorbing Man sobre el final del libro), Immortal Hulk pone primera y comienza a complicarle el recorrido a Banner, con un grupo de paramilitares jodidos que le pisa los talones. No hay mucho para decir porque todo esto es la antesala de lo que vendrá… así que dejamos el misterio de la “puerta verde” para el mes próximo.

tapa-330x467Para terminar, tres novedades argentas. Empezamos con Athos Pastore y T.L.C.C.F. (Deriva Editorial, 2021) una historia corta que empieza y termina, al mejor estilo one-shot gringo. Athos deja la vida en la parte gráfica, y se divierte con todas las posibilidades que otorga la edición de imagen (hay dibujo al natural o completamente procesado, collage, fotos intervenidas, diversas tipografías, etc.), además de plantear todas las páginas de forma caótica: no hay gutters, no hay una secuencialidad determinada por cuadritos (tampoco es inentendible), casi todo lo que vemos son splashes viscerales, un arte tan urgente como la agonía del protagonista. La historia es bastante simple y tiene de protagonista a un monstruo que se enamora de una persona de manera virtual. Obviamente el remate cae cuando se da el encuentro, pero Athos no la hace fácil y tira ONCE PÁGINAS completamente inentendibles, surrealistas, pesadillescas. Uno puede desarrollar visualmente el terror de una forma directa con imágenes inquietantes de deformaciones, mutilaciones y cosas así… pero ese es un terror más tangible. En cambio, la parte más psicológica y más difícil de poner en palabras es la que en verdad nos dispara esa sensación terrorífica, y el artista se la juega por completo y da sus interpretaciones de cómo puede ser el terror que emana desde el fondo de la cabeza. Completamente sacado, “T.L.C.C.F.” no solo es una gran recomendación sino que, si me pones un revólver en la cabeza, te digo que es el mejor comic del año.

2a2ddd1bf24b963782155f5761ebaff537c26d8c72d6c31224cef2b88df7dc5829948Un camino completamente distinto toman los santafesinos de Plissken Studio, una dupla de guionistas, Emilia y Emiliano, que trabajan con diversos dibujantes, y que vienen con una propuesta celebrativa del terror cinematográfico de absoluta impronta ochentosa (bueno, el nombre lo explica todo). La primera de ellas es El Recolector, con dibujos de Sebastián Cabrol (acompañado por el color de Omar Estévez), una obra planteada de forma desordenada pero con la premisa clara: cae un meteorito del cual desciende un alien que infecta a un linyera. De esto solo podemos esperar una cantidad de horrores desproporcionados que solo son sugeridos mientras vemos cómo se desarrollan en paralelo dos historias: la de Mónica y, en tiempo pasado, la del linyera, que resulta ser un escritor de ciencia ficción cuya vida se vino abajo tras una tragedia. Su único problema es eso, una premisa que queda presentada y no mucho más. Los conflictos y sus resoluciones quedarán para más adelante. Esto no impide que Cabrol se luzca con buenas ideas narrativas y un monstruoso diseño para el enemigo de turno.

 

274284396_462138765605713_521780548502607574_n-330x455Por el mismo carril corre Los primogénitos, que también propone horror cósmico lovecraftiano pero con chicos como protagonistas en una versión terriblemente mala onda de Stranger Things (otra cosa cultural celebratoria de la década terminada hace 40 años) meets Village of the damned con el arte a cargo de Luca Vassallo, otro enorme talento con un estilo distinto, menos “realista” que Cabrol, más estilizado, con una onda cartoon pero no necesariamente infantil. Acá también hay una invasión alien pero que se inicia tras la muerte de un niño que, para huir de unos acosadores pesados, se tira de un acantilado y entra en contacto con un objeto orgánico extraño. Se genera un nexo entre el alien y un amigo del finado, comienzan los desmanes… ¡Y también se termina la obra ahí! Pero como no solo de cliffhangers vive el comiquero, también nos queda una historia, más redonda y lineal que la anterior, y con una galería de monstruos pesadillesca por alguien que sabe cómo dibujar y descoserla al momento de hacer bichos (para más pruebas, lean Gunvara publicada por Deriva).

 

Pintó el terror en Abril, así que voy a buscar algo más relajado para la próxima (excepto por Hulk). Gracias por tanto y perdón por tan poco.

 

 

Compartir:

Etiquetas: , , , , ,

Dejanos tus comentarios:

9 comentarios