Así no es como lo cuenta el bardo
No sé a ustedes, pero a mí me mostrás una historieta medieval fantástica con dibujo de Agustín Paillet (Una de vampiros) y guion de Alejo Valdearena (4 Segundos) y ya estoy entusiasmada. De hecho, eso fue exactamente lo que me sucedió cuando escuché el rumor de lo que Maten al Mensajero se traía entre manos y ahora que al fin ha llegado el momento de tener tan hermoso libro entre mis manos, no puedo más que recomendárselos.
Como con todo viaje épico, empezamos por la llamada a la aventura para entender que esta no es una historia como cualquier otra y eso es algo que el narrador nos deja en claro desde el comienzo. Hay un juego entre lo que se conoce como La gloriosa historia en los Cien Reinos y lo que efectivamente ocurrió. Tenemos por un lado la paranoia de un rey tiránico y sanguinario que gusta de devorar faisanes y, por otro, a su descendencia y el choque entre lo que se espera (y se cuenta) de ellos y lo que realmente quieren (e hicieron). “Nada refiere La Gloriosa Historia sobre los ataques de paranoia de Chestibor II”, nos dice el narrador frente a ese llamado a la aventura que no es otro que el del Rey buscando avanzar sobre sus enemigos imaginarios.
Así conocemos a nuestros héroes principales, obligados a casarse por el Rey: la princesa Trea, retratada por su belleza en detrimento de su gusto por las peleas y el descubrimiento; y su primo Bogumir, destacado por sus dotes guerreros, bastante inexistentes en la realidad. A ellos se sumarán dos viajeros que llegan al reino en busca de un puesto para actuar en las festividades: Miroslav y Kasimir, el ogroenano, que, al igual que cierto elfo poeta que aparecerá más tarde, cumplirán un rol central en el desenvolvimiento de los hechos, aunque la historia oficial los haya olvidado.
Por último, quisiera destacar que, además de esta combinación explosiva entre humor y peripecias en el guion, tenemos el impecable dibujo de Paillet que potencia el tono de la historia. Su trazo logra que el mundo de los Cien Reinos cobre vida: los escenarios son inmersivos y llenos de detalles, los personajes tienen una expresividad que realza tanto los momentos graciosos como los de acción, y la narrativa visual fluye con una claridad que no se ve todos los días. La acción es dinámica, los diseños memorables y el trabajo con el ritmo de página y la puesta en escena hacen que cada viñeta sea un pequeño festín gráfico. La verdad es que me quedé con muchas ganas de seguir a estos (anti)héroes en sus próximas andanzas, y no me quedan dudas de que a ustedes les va a pasar lo mismo.
Tres dosis de azúcar
Ahora nos quiero trasladar a Francia para hablar del trabajo de otra artista cuyas ilustraciones me llenan de felicidad, ya que este año la editorial española Nuevo Nueve publicó lo último de Lucie Bryon, Happy endings, y es un libro del que simplemente tenemos que hablar.
La antología nos presenta tres historias con distintos enfoques genéricos: un chico y una chica que se conocen solo porque ella lo vio “superguapo” y quiere retratarlo; un extraño dúo interdimensional que viaja a un pueblo costero para arreglar una paradoja temporal (provocada por un gato) y quedan ahí varados por tiempo indeterminado; dos chicos que se encuentran una y otra vez en un cementerio y ya no sabemos quién es un fantasma y quién no… ¿Y qué tienen en común estos relatos? Que funcionan como retratos de un momento fugaz pero significativo para los personajes.
El estilo intimista de Bryon suma muchísimo a la narración de estos tres momentos; con un trazo limpio pero muy expresivo y colores suaves, la autora logra insertarnos en el centro de esas relaciones y sentir las mismas tensiones que sus personajes. El tono general es el de una comedia cotidiana, aun en los episodios con claros rasgos genéricos (como la ciencia ficción o el fantástico), y es acompañado por una estética un poco manga, otro tanto cartoon que funciona muy bien a la hora de sumergirnos en las emociones de sus protagonistas.
El primer relato, mi favorito, es solo un momento entre dos personas que casi no se conocen: ella está concentrada pintando y parece muy segura de sí misma; él en cambio está nervioso, resfriado, intentando comprender la situación, por lo que el foco narrativo está puesto en esos cambios sutiles provocados por las emociones de ambos. Hay un trabajo muy sensible sobre la gestualidad y las posturas corporales de ambos frente al deseo que sienten que hace que la autora se destaque por su forma de narrar la intimidad.
En fin, Happy endings es una historieta breve, pero que se queda con una mucho después de haber cerrado el libro. Nos deja con la pregunta de qué es un final feliz y si acaso no está hecho de esos pequeños encuentros, gestos torpes y silencios compartidos. Si les gustan las historias mínimas que dicen mucho, se los recomiendo enfáticamente.
Un misterio colorido y espeluznante
El epílogo del nº 1 de The Seasons, la última serie de Rick Remender (Black Science), nos anticipa qué tipo de obra nos espera. Ahí, el guionista cuenta que durante la pandemia él y Paul Azaceta (Outcast) se propusieron crear un tipo de comic que ya nadie escribe: “una carta de amor a Tintín, Winsor McCay y Miyazaki”. Y déjenme decirles que lo lograron.
En esta primera entrega seguimos a Spring, la menor de las hermanas Seasons, en un capítulo doble donde recorre la ciudad en su Vespa intentando atrapar una carta. Tan simple como eso y, sin embargo, podría hablar durante horas sobre la magistral ejecución de esas 45 páginas. El dibujo de Azaceta es precioso, con una capacidad única para construir una atmósfera a la vez luminosa y amenazante. Pero es el color de Mat Lopes el que lo lleva al siguiente nivel, al punto perfecto entre onírico e inquietante que nos mantendrá en vilo durante el resto de la serie.
Quienes conocen a Remender saben que es el tipo de narrador que se toma su tiempo para construir mundos increíbles y esta no es la excepción. Poco a poco nos adentramos en una ciudad europea alternativa durante los años´20 del siglo pasado: los personajes utilizan expresiones anticuadas y la estética nos remite a obras de época de la belle epoque. Pero al mismo tiempo que se despliega el particular mundo de estas hermanas -cuyos padres han desaparecido en circunstancias misteriosas-, emerge un misterio a resolver en torno al circo que acaba de llegar a la ciudad y sus enigmáticos integrantes. Y es ahí donde está el quid de la cuestión.
Cada una de las hermanas Seasons tiene una personalidad bien definida y una mirada distinta sobre lo que está ocurriendo. La paleta de colores acompaña a cada una de forma singular; esto se vuelve especialmente claro cuando conocemos a Winter, la hermana mayor que cuida de Spring, pero no cree ni un por segundo que algo peligroso (o mágico) las esté acechando. A ellas se suman Autumn, la periodista que investiga un raro suceso en la ciudad de Neocairo y escribe la carta para Spring; y Summer, una famosa actriz, que regresa a casa para no perderse el espectáculo circense.
El mes pasado se publicó completo el primer arco de la serie y no quería dejar de recomendarlo. Si bien los motores recién están comenzando a calentarse, lo visto hasta ahora es un viaje maravilloso que promete muchísimo. Ojalá lo disfruten tanto como yo.