Ya salieron por todos lados a matar a la Argentina Comic Con (algunos dirán con justa razón) pero hoy mi columna pretende cambiar un poco su tónica y decirles: ¿Qué esperaban?
La verdad de la milanesa es que no puedo hacer una crítica objetiva del evento, porque ya desde su propuesta hizo que no me dieran ganas de ir, lo que sumado al calor, reafirmó mis pocas ganas y me terminé quedando todo ese fin de semana en casa.
Desde mi punto de vista, Campanella, Cumbia Ninja o incluso la grossa de Liliana Bodoc tienen tanto que ver con los comics, como Messi, Soda Stereo o Capusotto. Digo, no estoy evaluando ni su calidad ni la cantidad de gente que los sigue o los admira, sino que no es lo que espero de una “comic con”.
¿Y qué espero entonces de un evento de este tipo? Para empezar creo (y esto lo sostengo desde hace algunos años ya) que el evento “freak” multitarget (el modelo yanki de convención, digamos) es algo que en nuestro país quedó perimido. Más concurro a los eventos y más noto que la brecha entre los públicos es mayor y nada tienen que ver esos viejos disfrazados de Spock con las pendejas vestidas de algún personaje de animé o superheroína de moda. Me parece que hace tiempo que el modelo de “lo que abunda no daña” sí hace daño, sobre todo porque la propuesta del evento tiende a ser limitada y en muchos casos no se pueden traer invitados para tener a todos contentos. Pero también es cierto que hay otra cara de la moneda y es que estos eventos se hacen para ganar plata, entonces: ¿es lucrativo un evento sólo de comics? Yo creo que no, o por lo menos no demasiado, ya que los dos eventos mas importantes que tuvimos este año (Crack Bang Boom y Comicópolis) se hacen con apoyo del gobierno, lo que les permite no tener todas las miras puestas en exprimirle hasta el último peso al pobre pelotudo que cruza la puerta.
A lo que voy con todo esto es que los comiqueros, mal que mal, tenemos varios eventos copados a los que ir donde de verdad el comic es protagonista; los otakus tienen cientos de eventos casi todas las semanas donde pueden ir a divertirse, e incluso los que tienen ganas de escuchar a Campanella, calculo que pueden asistir a algún festival de cine que en el país también se hacen unos cuantos. Ahora hacer un evento que junte todo eso… no le veo el sentido, salvo para el público general.
Y ahí es donde todo lo que dije me lo meto en el culo, porque si lo pensamos como una suerte de Feria del libro pop, la cosa toma otro color y casi diría que funciona perfecto. pero es otra cosa y para otro publico ¿O de verdad los bibliófilos van a la Feria del Libro?
Entonces quizás debemos dejarla ser, ahí, al margen de nuestros gustos, por ahí pegándonos una vuelta si queremos escuchar a Mengano o llevarnos un dibujo de Sultano, pero sabiendo que es un evento que no esta pensado para nosotros, sino para que nuestra vieja lleve a nuestros sobrinos y por ahí les compre alguna gilada de esos “dibujitos que miran en la tele”. Ahora si esperamos más que eso, por ahí el error es nuestro al dejarnos llevar por un engaña-pichanga en el título como es la palabra comic.
En una palabra, ¿por qué no me gusta? Porque la gente que la hace piensa sólo en ganar plata y no en brindarle a los comiqueros un evento copado. Todo el resto es culpa nuestra por dejarnos engañar.
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