El Dr. Kabuto es un reconocido científico, la mente detrás de dos importantes avances tecnológicos: la energía fotoatómica y la aleación Z. Además es el fundador del Instituto de Investigaciones de Energía Fotoatómica, donde lleva a cabo su actividad en beneficio de la humanidad. Un día decide retirarse y dejar todo en manos de su asistente, el Dr. Yumi; mientras tanto, un científico diabólico llamado Dr. Hell planea conquistar el mundo con su ejército de bestias mecánicas. El Dr. Hell considera que Kabuto es un obstáculo para sus planes, de modo que envía a su subordinado, el Barón Ashler, para eliminarlo. Los villanos logran su objetivo a medias; Kabuto ya ha completado el desarrollo y construcción de un súper robot llamado Mazinger Z, y antes de morir logra contarle su secreto a su nieto, Koji. Así es que el joven Kabuto se convertirá en el piloto de Mazinger Z y deberá combatir al Dr. Hell.
Esta creación de Go Nagai, estrenada en Japón en 1972, fue la piedra angular que definió las características de esta primera etapa de los robots gigantes.
Mazinger Z marcó importantes diferencias con sus predecesoras: el robot ya no era manejado por control remoto, sino que el héroe lo piloteaba desde su interior. El hecho de que el héroe fuera parte del combate en lugar de mirar todo desde lejos le otorgaba una dinámica diferente a la narrativa. Esto también llevó a presentar la idea de que la máquina y el ser humano podían actuar como uno e interactuar entre ellos; Koji era el cerebro del robot y, por lo tanto, el robot se convertía en una extensión de su piloto. Además de incorporar estos elementos fundamentales y disparar la popularidad del género, con Mazinger Z también se establecía el negocio del merchandising asociado. La venta de figuras de acción ayudaba a mantener la popularidad de la serie, y ésta a su vez incentivaba las venta
Mazinger Z es el referente indiscutido del género que marcó una época gloriosa en el anime. Cuando los fans cuarentones hablamos de ella, es inevitable que el factor nostalgia esté presente. Éramos felices con muy poco; muchos ni siquiera teníamos un televisor a color aún cuando Mazinger llegó a nuestras vidas para quedarse por siempre en nuestra memoria. Escuchar el opening de sonido setentero interpretado por Ichiro Mizuki aún nos emociona por completo, y ver (o mejor aún, poseer) una figura de acción de Mazinger Z puede inducir un nerdgasmo de alto nivel. Pero no es una serie que uno recuerde por su sofisticación; en mi caso, recuerdo más las bizarreadas que la hacían única y le daban su encanto. ¿Quién no recuerda las infames tetamisiles de Afrodita, la compañera de Mazinger piloteada por Sayaka? ¿O al Barón Ashler, ese villano mitad hombre, mitad mujer, que cambiaba la voz según desde dónde lo enfocaran? ¿O al Conde Decapitado, que se paseaba cargando su propia cabeza bajo el brazo?
La serie era bastante primitiva en varios aspectos, a pesar de que el grado de violencia haga pensar que no estaba dirigida solamente al público infantil. Su mundo estaba habitado por arquetipos: la maravilla mecánica que es la única esperanza de la humanidad, el héroe huérfano, la chica, el científico que hace de mentor y figura paterna, el científico loco hambriento de poder, los segundones incompetentes, los villanos excéntricos o deformes, y algún personaje cuya única función es ser “gracioso”.
Argumentalmente, en esencia toda la serie es una repetición de la misma historia: aparece una nueva bestia mecánica (ya sea que la exhiba el Dr. Hell o que los inocentes civiles la descubran), el bueno enfrenta al malo, el malo hace trampa, y el bueno parece no tener escapatoria hasta que milagrosamente descubre la forma de vencer al malo en el último minuto. En el medio, Koji se convierte en el blanco perfecto de toda feminista por la forma en que trata a Sayaka. Al final los buenos triunfan y ríen con muchas ganas por algo que no es gracioso. Y todo esto funciona por una simple razón: Koji es lo suficientemente boludo para caer una y otra vez en las trampas igualmente boludas de sus enemigos. Es una serie que recomendaría para entender la evolución de los robots gigantes en el animé, pero no necesariamente para disfrutar del género.
A la serie original le siguieron secuelas como Great Mazinger (1974), UFO Robo Grendizer (1975) y Mazinkaiser (2001), y crossovers tales como Mazinger Z vs. Devilman (1973) y Mazinger Z vs. El General Negro (1974).
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