A1 fue una antología inglesa de fines de la década del ´80, que reunió en la editorial Atomeka a una cantidad de autores extraordinarios, que en seis números definieron cómo contar historias breves.
La revolución de las historias cortas
El dibujante Garry Leach y el editor David Elliot crearon en 1989 la antología A1. Ellos eran los editores y los responsables del material que se publicaba. Una antología con pocos números pero con una estructura sólida, que consistía en que cada tomo tuviera muchas historias cortas, dibujadas en blanco y negro.
Alan Moore, Steve Parkhouse, Neil Gaiman, Dave McKean, Moebius, Bill Sienkiewicz, Barry Windsor-Smith, Glenn Fabry, Michael T. Gilbert, Peter Milligan, Dave Gibbons, Brian Bolland, David Lloyd, Ted McKeever, John Bolton, Dean Motter, Philip Bond, Jamie Hewlett, James Robinson, Steve Dillon y Brendan McCarthy, son algunos de los autores que desfilaron por las páginas de A1. Una lista que impacta por los nombres y que iguala a la mejor época de la Metal Hurlant en Francia o Epic Illustrated en Estados Unidos.
En las décadas del ’70 y ’80 era frecuente que las antologías fueran recordadas por las series largas que se daban a conocer capítulo a capítulo; pero A1 trascendería, ya que su legado sería el relato corto. Además de las historias breves, se publicaban historietas de personajes ya conocidos o que habían tenido su serie regular o sus diversas miniseries en distintas editoriales, como Mr. X de Dean Motter y Mister Monster de Michael T. Gilbert. En ambos casos los personajes serían escritos y dibujados no sólo por los creadores sino también por autores invitados. Una de las pocas series «fijas» era The Bojeffries Saga, de Alan Moore y Steve Parkhouse, una historieta delirante acerca de una familia disfuncional de monstruos que convivían en una casa extraña y estaba escrita en un mundo cotidiano. Moore mostraba su versatilidad en la escritura y sus ideas para contar historias de un barrio. Todos los capítulos eran autoconclusivos.
A1 tendría una repercusión importante, a tal punto que Marvel también publicaría (a comienzos de los ’90) una versión norteamericana de la antología, que sólo duró cuatro números. Había autores interesantes como Peter Milligan, Jamie Hewlett, Roger Langridge, George Pratt, Hunt Emerson y Martin Emond, pero sin tanta magia como en la anterior encarnación, a pesar de que era a color.
En el 2004 Atomeka reeditaría A1 con el mismo material de fines de los ’80 y una nueva historieta de Steve Pugh llamada Shark-Man. Además de eso, publicaría un tomo recopilatorio de Bojeffries Saga (de Moore y Parkhouse), una revista especial dedicada a Bricktop (un personaje de Glenn Fabry que aparece en casi todos los números de la etapa clásica de A1) y un sketchbook de Garry Leach.
En la actualidad, A1 es publicada por Titan Books y recién salieron cuatro números. La antología cambió por completo: hay autores nuevos y ningún conocido, excepto Elliot que ahora escribe. Además las series continúan y hay pocas historias cortas. Un giro interesante para cautivar nuevos lectores y redefinirse.
¿Qué vale la pena? Comprarse cualquier número que diga A1 excepto lo del 2013 (o un especial llamado A1 Bikini Confidential) y vivir la experiencia de leer historias cortas perfectas. El material viejo es jodido de conseguir pero hay tantas reediciones que con paciencia uno puede leer mucha historieta desconocida e increíble.
Lo interesante de A1 es mostrar cómo funciona otra fórmula adentro de una antología. El esquema de que todos los números tengan historias cortas y algunas sean de personajes, es fundamental para entender el alma de la revista. Además de leer superhéroes, historieta argentina, japonesa y europea, dale una oportunidad a este experimento británico que supo trascender y que podés disfrutar buscándolo como un tesoro en una isla pirata.
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