A mitad de la década del ’90, la editorial Fantagraphics publicó Sake Jock, un tomo especial dedicado a la historieta japonesa alternativa con autores de otro planeta.
Los editores Gary Groth y Kim Thompson de la editorial Fantagraphics siempre le dieron espacio al material de vanguardia de otros países para ser editado en los Estados Unidos. Los mejores ejemplos son las ediciones de material de Francisco Solano López (El Eternauta) en la década del ’80.
¿Qué es Sake Jock? Hasta el día de hoy es la publicación más vanguardista y bizarra que publicó la editorial, ya que nunca se la jugaron por el material japonés y porque los autores no fueron nunca muy difundidos afuera de Japón excepto Kiriko Nananan que fue publicado por Ponent Mon, e Imiri Sakabashira por Drawn & Quarterly. El editor del tomo es Adam Glickman, quién publicó a Naoto Yamakawa, Nekojiru, Yoshiharu Mitsumoto y Yasuji Tanioka. Los artistas no sólo no son conocidos sino que todas las historias son alucinantes por su narrativa, ideas y excelentes diálogos.
El libro trae una introducción para explicarle al lector no sólo quiénes son los autores sino qué era la antología Garo y la importancia que tuvo en Japón para difundir artistas. Glickman es un adelantado, ya que escribe para contextualizar y relacionar ese texto con todos los artistas publicados.
Las historias de Sakabashira y Nekojiru son las más extrañas del tomo. La de Sakabashira, por mostrar un mundo onírico con un gato, y la de Nekojiru por la relación de la cámara de gas con los insectos. En ambos casos hay una búsqueda por lo artístico y por demostrar una narrativa poco usual en el mercado japonés. Ninguno de los artistas tiene una puesta de página clásica, con tres o seis viñetas, donde los personajes pelean, sino todo lo contrario, algo más controlado y que funcione para contar la historia. Lo cual no sólo es valioso para los artistas sino para el relato que cuentan.
La autora Kiriko Nananan, de mucha fama por pertenecer al movimiento de nouvelle manga (híbrido entre el comic japonés y el típico álbum del mercado francés), tiene dos historias cortas. Ambas muy intimistas, una cuenta la relación de la artista con su gato y la otra la de una pareja y su cepillo de dientes. Nananan juega con la narrativa de pocas viñetas para entrar en lo más personal de la mente del ser humano, mostrar detalles y transmitir sensaciones con pocos dibujos y una marcada presencia del color blanco.
El rey alternativo de los ’70 y los ’80 era Yasuji Tanioka, una especie de Peter Bagge (Hate) japonés que dibuja ocho viñetas por página y cuenta historias delirantes, marginales y muy sexuales con un único protagonista. Las tres historias cortas de dos páginas de Tanioka pertenecen a una saga llamda What a mixed up world!, que retratan la aventura de un protagonista que sólo tiene aventuras sexuales muy delirantes y con finales bizarros. Tanioka además de tener un estilo personal narra como si fuera un dibujante clásico de la escena independiente yanki de los ’80, con cinco u ocho cuadros por página y la total libertad de no dibujar fondos para generar un ambiente.
La historia de Naoto Yamakawa es de esos relatos demenciales, donde una mujer juega a ser prostituta con su novio y explica cómo hay que desvestirse antes de coger. Además de eso hay una reflexión sobre el dinero y cómo se le paga a una dama de la noche. Lo mejor es el final y la interesante conversación adentro de un restaurant.
Mi historia favorita es la de Yoshiharu Mitsumoto, que transcurre toda adentro de un cine. Mitsumoto es de esos autores que no tiene problema en dibujar 12 viñetas en una página. Las expresiones faciales de los personajes, la violencia desmedida y cómo está contada es lo que la destaca por encima de todos los autores.
La importancia de este tomo no reside sólo en que se haya editado en el año 1995 (cuando en EEUU no se editaba mucho manga alternativo), sino en los autores que fueron elegidos y en el texto de presentación. Hasta el día de hoy este libro es vanguardista y difícil de conseguir porque nunca fue reeditado. La edición de Fantagraphics parece como una revista de superhéroes en formato prestige de la década del ’80 (tomo con lomo) y el papel es aceptable. Además de eso, Glickman consiguió que Bagge escribiera un pequeño texto en la contratapa para romperle la cabeza al lector.
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