Muchas veces me hacen esta pregunta y nunca sé qué contestar. Supongo que mucho, pero la verdad es que no pienso nunca en eso, porque no tengo ninguna intención de venderla. Creo que fue Karl Marx el que dijo que “el valor de la mercancía se realiza en el mercado”, lo cual quiere decir que para estar seguros de que X Cosa vale X Guita hay que ponerla a la venta en el mercado y, efectivamente, conseguir que alguien pague por ella X Guita. Si no, es todo chamuyo. Y la verdad es que a mi no me interesa conseguir que nadie pague nada por el material que tengo acovachado en mi casa, con lo cual nada me preocupa menos que el supuesto valor de todos esos libros y revistas llenos de viñetas.
Cuando respondo esto (generalmente de un modo más sintético y sin la cita a Marx), la pregunta siguiente suele ser “Bueno, pero… ¿sabés cuál es el comic más caro de tu colección?”. Y parezco un boludo, pero siempre respondo “No, ni idea”. Lo peor es que es cierto, no tengo la más puta idea de cuál puede ser el comic más caro de mi colección. Supongo que será un comic-book yanki con la primera aparición de algún personaje grosso, porque esos numeritos suelen levantar mucho la cotización, sobre todo si tuvieron tiradas bajas. Por ahí el número de Swamp Thing en el que aparece por primera vez John Constantine vale un huevo. O debería valer un huevo. Y por ahí vale… 20 dólares. Ni idea, de verdad.
Hace unas semanas, un amigo me viene quemando la gorra con la New Mutants n°98, que ahora vale fortunas por ser la primera aparición de Deadpool. Yo la tengo simplemente porque en esa época coleccionaba New Mutants, pero no la leía, acumulaba las revistitas hasta tener muchas y ahí me bajaba 20 ó 25 de un saque. En su momento la leí y me pareció… inocua. Ni gloriosa como los mejores números de la serie ni abominable como para tirarla a la mierda (junto con los otros números del querido Rob Liefeld) y quedarme con la colección de New Mutants incompleta. Lo cierto es que me picó la curiosidad y me fijé en internet a cuánto ascienden las “fortunas” que hoy se pagan por esa revista. De nuevo, todo me olió a chamuyo.
Para empezar, todo se relativiza cuando te enterás que los yankis tienen un sistema complejísimo para dilucidar en qué estado de conservación está una revistita, con técnicas que parecen ser la envidia de los forenses de CSI. Y claro, el precio de los comics depende de la graduación y la graduación depende de quién la haga. Si te la gradúa un garca, te sacás un 8 (ponele) y se te la gradúa tu hermano, o tu cuñado, te sacás un 9.8. La diferencia de plata entre una graduación y otra es mucha.
Superado ese escollo, tenés otro mucho más importante: la infinita multiplicidad de ofertas. ¿Sabés cuántos tipos hay en este momento ofreciendo la revista que a vos te pintó vender? Miles. Y sólo en la web, sin contar comiquerías, convenciones o ferias como las que se hacen una vez por mes acá en Buenos Aires. “Pero… yo tengo un comic re-escaso, que no tiene nadie, que es inconseguible…”. Inconseguible, las pelotas. Todo se consigue, el tema es cuánto lo querés pagar. Y ahí entrás en un laberinto del terror, donde por un mismo comic en el mismo estado tenés a un drogadicto que pide u$ 700, otro avechucho que pide u$ 500 y un alma caritativa que lo ofrece a u$ 15. A veces el que pide menos guita te empoma con los gastos de envío, a veces el que pide más está esperando que le regatees mínimamente para bajar el precio a niveles más garpables… es todo un kilombo infernal. Y lo mismo pasa si vos sos el que vende: te vuelven loco con los gastos de envío, te piden constancia de la graduación, te lloran para que les cobres más barato… Es tan difícil orientarse para llegar a la real cotización de tus comics como cerrar trato y colocarlos una vez que te decidís a hacerlos guita.
A eso sumale que estamos en Argentina, culo del mundo, donde los costos para enviar y recibir merca de y al exterior son un delirio y donde, para transar bienes en dólares, primero tenés que elegir en qué cotización del dólar te vas a basar. Hay dólar oficial, dólar blue, dólar futuro, dólar tarjeta… El dólar ya tiene más variaciones que las que tenía la kryptonita en los ´70.
O sea que calcular a grosso modo el valor de tu colección -sobre todo si tenés mucho material, de distintos países y distintas épocas- es un laburo intrincado, engorroso, para nada placentero. Si algún día tenés que vender sí o sí tus comics, seguro vas a estar tan desesperado que no te vas a poner a mirar cuánto valen las cosas en los sitios de compra-venta. Vas a tirar un precio al voleo, y a rezar para que alguien te pague lo que pedís. O sea que todo este proceso raro y enkilombado no sirve ni siquiera para estar preparado para esa eventualidad.
La otra es que te hayas decidido a coleccionar comics no por la diversión de leerlos, sino por especulación. Ahí sí, tiene sentido estar todos los días monitoreando cotizaciones de tus revistas más preciadas, como si fueras un agente de bolsa (“¡Vamos, carajo, que subió u$ 10 el n°1 de Walking Dead! Ni bien llegue a u$ 2000 lo hago guita, que acá tengo a un pichi que me vende el suyo a u$ 1950”) y por supuesto, revises de arriba a abajo el Previews en busca de ESA serie cuyo n°1 va a salir a u$ 2.95 y dentro de un tiempito va a explotar y a hacerte millonario. Cuando entrás a ese nivel de obsesión, ya hay que manejar un montón de tácticas, estrategias y recursos que yo no manejo, porque para mí coleccionar comics es otra cosa.
Mi consejo: olvidate de cuánto vale tu colección. Que te importe menos que la cotización de los jugadores de primera división del hockey sobre patines en Canadá. Concentrate en conseguir lo que más te ceba al menor precio posible y en conservar el material en el mejor estado posible por si eventualmente decidís venderlo, ya sea porque no te gustó, porque no tenés espacio, porque anunciaron una reedición más linda o por lo que carajo suceda. Si cuando mirás tu biblioteca de comics, en vez de libros y revistas ves plata, decile a tu psiquiatra que digo yo que te cambie la medicación.
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