Cada tanto el tema vuelve a ponerse sobre la mesa. Alguna empresa que factura millones, subsidiaria de alguna multinacional que factura fantastillones, se manda en un embate legal y letal contra los chicos que comparten comics en blogs y sitios web, acusándolos de “piratería”. Y en general, lo hacen con la torpeza de un mamut alcoholizado.
Para empezar, las grandes empresas devenidas en policías de la web demuestran no saber distinguir a los fans de los delincuentes. Y si alienás a tus fans tratándolos de delincuentes, tenés mucho para perder. ¿Cómo distinguirlos? Fácil: el fan sube comics digitalizados a la web para compartirlos con otros fans, de modo absolutamente gratuito. Muchas veces incluso se toma el trabajo de traducirlo de un idioma a otro y re-rotular uno por uno todos los diálogos y todos los bloques de textos de un comic, o de miles. Un laburo monumental (me consta, porque traduje unos cuantos comics para un famoso sitio de “tradumaquetadores”), por el que –repito- nadie cobra un centavo.

DC te vende versiones digitalizadas de
comics de hace 30 años.
El delincuente vendría a ser el que hace esto mismo, pero cobrando. Si yo escaneo los comics que compré o me bajé, armo un CD o un DVD y los salgo a vender, soy un ladri. Aunque me rompa el lomo con las traducciones y el rotulado, aunque les diseñe las tapitas más lindas del mundo y aunque los cobre baratos, me estoy choreando un trabajo de una editorial y de uno o varios artistas a los que no les estoy pagando por algo que yo sí voy a comercializar. A ese, combatilo, perseguilo, hacelo mierda. Aplicale todo el peso de la ley, porque ese sí, la está violando.
Pero los fans, los pibes comunes que se agrupan para compartir contenidos en la web, que se toman el laburo de digitalizar comics de todas las editoriales, de todas las épocas… esos “piratas” están llevando adelante una labor de difusión del comic gigantesca, que ninguna editorial se animaría nunca a afrontar. Y hay que ser muy miope o muy garca para tirarse contra ellos.
Es cierto, hoy hay un montón de plataformas digitales a través de las cuales las editoriales te ofrecen sus comics digitalizados, obviamente a cambio de un pago. Y hay mucha gente a la que esto le parece copado, y compra colecciones enteras en este soporte. Pero ¿está todo disponible? No, ni en pedo. Todas las editoriales del mundo tienen agujeros negros, historietas olvidadas, material del que perdieron los derechos, o que por algún motivo prefieren no volver a ofrecer en ningún soporte. Y ahí es importantísimo el trabajo de rescate de los fans. ¿Pensás sentarte a esperar que Marvel reedite en libro o en digital alguna gema bizarra de los ´70, o rarezas de los ´80 tipo la adaptación que hizo Bill Sienkiewicz de la película Dune? Eso no va a suceder.

Marvel perdió la licencia de Hanna-Barbera
en los ´80. ¿Esto quién lo reedita?
Y entonces para leer esas historias vas a necesitar desembolsar un billete importante por las revistitas originales… o recurrir a una cueva de peligrosos delincuentes, donde entre armas de destrucción masiva, drogas duras, cadáveres en descomposición, extremidades mutiladas y menores de edad violados y arrojados como alimento a las hienas, vas a encontrar toooodos esos comics (y muchos más) probablemente en el idioma en el que más te guste leerlos, y sin pagar un mango.
La persecución anti-piratas en Argentina es infinitamente más ridícula. Primero, porque aunque logren exterminar a los sitios que traducen los comics al castellano, siempre van a existir sitios que hacen lo propio con los comics en otros idiomas, y nunca va a faltar el que se cope y los traduzca. Y segundo porque acá se publican legalmente y con licencias oficiales menos del… 5% de los comics que se producen a nivel mundial. ¿Cuántos títulos de Marvel publica la empresa que tiene la licencia de Marvel? ¿El 10% de lo que sale en EEUU? ¿Un poquito más? ¿Y la que tiene la licencia de Shogakukan? ¿Y todos los comics de décadas anteriores, que acá no se publican, cómo carajo quieren que los leamos? El material de Columba, sin ir más lejos, que no se reedita en nuestro mercado, ¿tengo que esperar que lo publique un sello español, que mande ejemplares a Argentina y que me lo cobren en euros? Obviamente no. En mercados como el nuestro, donde la edición de material extranjero es insuficiente y donde hay poca tradición de reeditar los clásicos, el comic digitalizado es prácticamente el pan nuestro de cada día.
Y lo más importante: leer comics en la web sin pagar un mango te ceba, te da ganas de comprar comics en papel y atesorarlos por siempre en tu biblioteca. No cualquier garcha, no a cualquier precio. Pero las cosas que leiste online y te parecieron alucinantes, cuando aparecen editadas en papel a un precio razonable, ¿no te las comprás? Entonces las editoriales tienen que ser más vivas, y en vez de combatir al comic digitalizado tienen que aprender a usarlo a su favor, como lo que verdaderamente es: un vehículo magnífico de difusión de la historieta, que no tiene las limitaciones de precio y espacio que tienen los libros, ni las limitaciones de distribución que tienen las publicaciones en general, sobre todo las más antiguas.
Si no entienden esto y prefieren seguir adelante en su cruzada para erradicar los comics digiatlizados de la web, tengo una mala noticia: como la guerra contra las drogas, esta es una guerra que nunca van a poder ganar. Ya hay más de una generación que se acostumbró a leer comics en la pantalla sin pagar, y la tendencia es irreversible. Yo sigo fiel al dogma de Stan Lee, cuando dijo “los comics son como las tetas: en la pantalla se ven bárbaros, pero yo prefiero agarrarlos con la mano”… pero sé que soy minoría.
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