Zona de polémicas

¿Se habrá apoderado de nuestra pasión una legión de idiotas que conectan con el comic de un modo superficial, basado en trailers y gacetillas de prensa?

¿Te acordás del equilibrio?

03/08/2014

| Por Andrés Accorsi

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1366815699_35bwegEl otro día, charlando con Seba De Caro, llegábamos a la triste conclusión de que el equilibrio fue tan efímero, que casi no existió. Me refiero al equilibrio entre dos extremos jodidos. Por un lado, el de los ´80, en el que la pasión por el comic era propiedad de una minoría tan chiquita, que prácticamente se podía decir que no existía. Eramos un grupúsculo, una célula microscópica, integrada por los freaks, los descastados, los alienígenas que sabíamos quién era Jim Aparo, o por qué Spider-Man nunca se iba a unir a la Liga de la Justicia. El resto del mundo, o bien nos ninguneaba, o bien nos miraba como a bichos raros, como si de la frente nos salieran tentáculos, una tercera mano o una segunda poronga.

Hoy, está de moda ser fan del comic. Un concepto que en los ´80 nos parecía más disparatado que utópico, hoy es real. La peli de los Guardians of the Galaxy lo termina de graficar de un modo casi obsceno: de la noche a la mañana empezaron a brotar de debajo de las piedras cientos de fans de personajes que en el comic NO EXISTEN. A ver… sí existen. Pero en el contexto de la historia del comic (del Noveno Arte en general, del comic yanki, e incluso del mainstream de Marvel) son menos que un footnote, menos que un cuatro de copas. Sin embargo hoy, el que no es fan se esfuerza al menos por parecerlo y el que dice “¿Quién carajo son los Guardians of the Galaxy?”, lo dice bajito, por las dudas.

Las masas peregrinan a san Diego. ¿Qué van a buscar?

Las masas peregrinan a San Diego. ¿Qué van a buscar?

De pronto, se venden más libros de divulgación de data que historietas y la otrora gloriosa convención de San Diego se convirtió en lo que Seba definió brillantemente como “un Frávega de la fantasía”, un shopping copado por las grandes marcas, a años luz de aquella meca para los fanáticos que soñaban con la maravillosa arqueología de encontrar aquel numerito de la Silver Age que le faltaba para completar su colección favorita. Hoy, muchos más fans que nunca, anhelan con peregrinar a San Diego, pero… ¿qué los motiva? ¿Es pasión? ¿O, como sospechamos desde acá, es pura pose? Porque, no jodamos, a los “nuevos fans” no se los ve muy dispuestos a hacer grandes sacrificios. Como bien observa Seba en un texto que publicó en las redes, “nadie se molesta en poner huevo y leer en idiomas que no sean el suyo para tratar de estar cerca de los autores, nadie quiere expandir realmente sus horizontes”.

El viejito ese... el que actúa en todas las películas de Marvel...

El viejito ese… el que actúa en todas las películas de Marvel…

Entonces, ¿es pasión, o es pura cáscara? ¿Será que la gilada de siempre, la que nos aburre en los asados balbuceando lugares comunes acerca de música, futbol y chimentos de la farándula ahora decidió sumar a su lista de temas a NUESTRO Alan Moore, NUESTROS Avengers, NUESTRA Brave & the Bold? ¿Se habrá apoderado de nuestra pasión una legión de idiotas que conectan con el comic de un modo ramplón, superficial, basado en trailers de blockbusters y gacetillas de prensa de las mega-corporaciones del entretenimiento? ¿Se viene una versión descafeinada, descorazonada de eso que a nosotros nos gusta, para que más gente de la que no entiende nada les dé su “like” en las redes sociales?

Por supuesto, a mí en un punto me divierte que lo que antes nos gustaba a 20 outsiders hoy se haya impuesto de modo masivo. Y claro, me divierte mucho más la cara que me ponen estos “nuevos fans” cuando les nombro a Tim Sale, a Darwyn Cooke, a Alex Toth… a Kirby, sin ir más lejos, muchos de estos “newbies” no lo oyeron nombrar jamás ni lo leyeron en su puta vida. Pero guarda, que fueron al pre-estreno de la última de X-Men y están ahorrando para viajar el año que viene a San Diego.

Adiviná qué comic escribe Megan Fox... Adivinaste: ninguno.

Adiviná qué comic escribe Megan Fox… Adivinaste: ninguno.

¿Y el equilibrio, dónde quedó? ¿Por qué duró tan poco? Con Seba recordábamos aquel momento crucial, en el que dejamos de pensar que éramos parte de un ghetto, porque de pronto realmente éramos muchos. Y éramos muchos compartiendo un compromiso, una militancia si se quiere. Eramos muchos y la cosa iba en serio. Esos 20 minutos de gloria, esa irrupción masiva en el fandom de una generación que entendía que esto además de un hobby era un arte, una industria y una pasión que trascendía los temas triviales que tocamos en los asados, tuvieron lugar allá por fines de los ´90. Por ponerle una fecha, yo diría desde la última Batman de Joel Schumacher hasta la primera X-Men de Bryan Singer. Y después se dio vuelta la tortilla, el palo comiquero implosionó, se refundó y se convirtió en esto que tenemos hoy.

La próxima vez que veas en un boliche a un pibe con la remera de  Green Lantern, preguntale si sabe quién es Guy Gardner.

La próxima vez que veas en un boliche a un pibe con la remera de
Green Lantern, preguntale si sabe quién es Guy Gardner.

Ojo, no me malinterpreten. A mí me encanta que cada vez más gente se contagie el virus de las viñetas y se sume al consumo y al disfrute del arte que más nos gusta. Que a lo largo y a lo ancho del mundo florezcan nuevos lectores, nuevos predicadores y nuevos pontífices de la religión del comic, de todas las edades, todos los sexos y todas las clases sociales. Pero también quiero que, como todo amor, sea un amor genuino, verdadero, para siempre. Si es efímero, si es moda, si es pose, no es un triunfo del comic, sino un nuevo efecto de la boludización masiva a la que nos someten todo el tiempo las mega-maquinarias de la comunicación corporativa.

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