En un bar ubicado en una esquina donde La Paternal, Caballito y Villa Crespo se disputan su propiedad, me encontré con Dante Ginevra, uno de los más talentosos y prolíficos dibujantes de historieta de la Argentina. Lo que sigue, es un repaso por sus comienzos y algunas de sus mejores obras.
Comiqueando: ¿Desde cuando dibujás?
Dante Ginevra: Dibujar, dibujo desde que me acuerdo. De toda la vida.
C: ¿Y dibujar historietas?
D: Tengo algunos puntos importantes con el dibujo, sobre todo con la historieta. Yo me acuerdo, y creo que me voy a acordar siempre, de la primera historieta que hice a los 6 años. Estaba en primer grado y fue durante la Guerra de Malvinas. Era el tema de la clase: teníamos que hacer dibujos sobre las Malvinas.
C: …y juntar alfajores para enviar a los soldados.
D: Seguramente, pero de eso no me acuerdo. Yo hice gran parte de la primaria en Entre Ríos y las cosas ahí no se magnificaban tanto como en Capital Federal pero si se ocuparon de que tomemos conciencia de las Malvinas y nos hacían cantar la marcha y esas cosas…Pero había un trabajo que era dibujar sobre una lámina y eso después se lo iban a mandar a los soldados, algo que no sé si era mentira o no. Y yo dibujé dos soldados: uno argentino y otro inglés que se estaban apuntando mutuamente. Y el argentino le decía en un globito «Alto. Estás rodeado», «te tenemos» o algo así; una frase pedorra de película. Y el soldado inglés le respondía con otro globito lleno de arabescos y firuletes porque hablaba en inglés. Y nunca se supo qué le dijo. Eso sí, estaba todo señalizado: había una rana en el piso y decía «rana», el pasto decía «pasto»…
C: Tenías miedo de que no te entiendan…
D: Puede ser… Pero sí la reconozco como la primera historieta que hice porque tenía todos los elementos de la narrativa del género. Y después ya no tengo registro de haber hecho historieta pero sí dibujos y admiraba mucho a los chicos de mi edad o más grande que yo veía que dibujaban bien.
C: ¿Lo veías ya como una pasión? Digo, hay chicos que en un punto dicen «me quedo dibujando y no voy a jugar a la pelota»…
D: Yo disfrutaba de jugar a la pelota con mis amigos en el barrio y mucho. No cambiaba una cosa por otra.
C: Se complementaban…
D: Claro. Además yo soy hijo único y entonces cuando me aburría era terrible. Les debo haber roto mucho las pelotas a mis viejos y entonces me dirían «andá a dibujar, hacé algo». Así, finalmente le encontré el gustito al dibujo.
C: ¿Y a que edad te viniste a Capital Federal?
D: A los diez años, me vine en el mundial ´86.
C: ¿Tenías ya algún dibujante como referente? ¿Alguna historieta o personaje?
D: Me acuerdo de leer cosas de chico pero no de copiar. No dibujaba cosas conocidas como un pitufo o el Pato Donald porque no se me cruzaba por la cabeza copiar algo que ya estaba hecho.
C: ¿Y que dibujabas?
D: Dibujaba paisajes, cosas, bichos. Me acuerdo de un dibujo que era «Los Policías contra los ladrones» que consistía en un montón de calles y detalles chiquititos en un papel muy grande con una especie de pajarracos que eran los malos y que tenían el antifaz y el traje rayado como si se hubieran escapado de la cárcel. E iban contra los policías que tenían sus gorras y la pistola y se perseguían. Y dibujé la historia cronológicamente en una misma hoja hasta que ya no quedaba espacio libre en la misma. Y también hacía todos los ejercicios de plástica, que me encantaban.
C: ¿Y te ibas formando una idea de querer dibujar como un trabajo?
D: Era muy complicado en ese momento para mí darme cuenta de lo que estaba haciendo y por eso nunca tuve en mente hacer dibujos ni vivir de los mismos. Jamás se me hubiera ocurrido ser dibujante. Recién tomé alguna conciencia en el secundario. Hasta ahí me daba cuenta de que me gustaba mucho dibujar pero nunca me habían llevado a un taller o escuela de dibujo. Flasheaba mucho con los dibujos míos y con los de otros o con las imágenes (todo lo que tuviera que ver con los dibujos animados me encantaba pero hasta ahí nomás).
C: ¿Y cómo te diste cuenta de que el dibujo era lo tuyo?
D: Tuve la suerte de que cuando empecé el secundario, elegí yo mismo la escuela. A mi vieja se le prendió alguna lamparita y me llevó a conocer otras escuelas antes de mandarme a un comercial o a un técnico. Por suerte, porque me llevó al Fernando Fader, un industrial con orientación artística, un día de clases normal. Entré y lo recorrí y me partió la cabeza. Y lo interesante de todo esto es que todo estaba mediatizado por el arte: los chicos estaban dibujando, los recién llegados hacían cosas creativas y ahí me di cuenta de que no quería otra cosa. Entrar al Fader fue lo que me cambió la vida y desde ese momento me planteé seriamente dedicarme al dibujo.
C: ¿Y ahí te empapaste de historietas?
D: Si, ahí conocí las primeras historietas. Yo tenía un compañero que era más grande porque había repetido y que llevaba historietas de Juan Gimenez que editaba Toutain y que se vendía en Entelequia o BL. Y yo decía «Que bueno que está esto» porque era totalmente novedoso para mí que no tenía la idea de las historietas para adultos. También descubrí entonces las increíbles historias de Mazzitelli y el Gran Quique Alcatena, Breccia, Altuna.
C: ¿No leías Fierro todavía?
D: No. Muy de vez en cuando las veía así nomás en los kioskos. Lo que sí leía ()(gracias a otro compañero) eran las historietas de Juez Dredd que se conseguían de oferta por ahí porque a mi siempre me gustó la aventura, la acción, la ciencia ficción.Y de esta manera fui entrando en tema. Y otra cosa que me partió la cabeza por ese tiempo fue el Arkham Assylum de Grant Morrison y Dave McKean porque ahí me di cuenta de que no sólo se podían hacer historietas como las de Gimenez sino también oscuras y de superhéroes, luego siguieron las Batman Año Uno o el Dark Knight, claro.
C: ¿Y te seguiste cebando con otras cosas?
D: Si, por ese entonces flasheé con Akira. Me acuerdo que juntaba la guita y compraba de a uno los tomitos de Norma. En una ocasión logré comprarme dos o tres numeritos de Akira y estaba feliz de la vida. Empecé a cruzar la nueve de Julio, sólo, y en una de esas me rodearon unos chicos de la calle que me empezaron a presionar para que les diera lo que tenía. Sudé la gota gorda pero como me había gastado todo el dinero no tenía un mango, y no me sacaron los libros por suerte.
C: ¿Cómo siguió tu vida en el Fader?
D: Estando en el Fader comencé a estudiar teatro (!) también pesando que de eso algo nuevo iba a salir e hice talleres durante casi todo el secundario. También hice muestras, actué un montón y la pasé muy bien.
C: Te ayuda mucho el teatro en las historietas…
D: Si, y me gustaba tanto que llegó un punto en el que tuve que elegir entre hacer historietas o teatro porque no me iba a alcanzar el tiempo para las dos. Cuando construís un personaje con el cuerpo en teatro tenés encontrar la justificación a su manera de reaccionar porque no es tu propia manera de actuar sino de la de otro, y eso se puede trasladar a la historieta tranquilamente. Entonces cuando vos tenés que crear un personaje para una historieta, cuando lo podés justificar, éste gana en credibilidad. Por eso yo puteo con los personajes secundarios porque cuesta mucho darle gestos. No da el tiempo para que les puedas crear tantos personajes con la misma calidad del protagonista. Y además, a medida que vas profundizando en el personaje van desprendiéndose historias: ves su pasado, ves sus reacciones cuando lo trasladás a otro contexto…
C: ¿Y qué me contás de las amistades que hiciste en el Fader?
D: Bueno, eso es un punto de inflexión. Resulta que en el centro de estudiantes se hacía una revista que se llamaba «Todos». Yo nunca fui de participar en los centros de estudiantes pero me interesó ver de qué iba para poder aprender participando. En esa época el centro de estudiantes estaba formado por chicos más grandes que sabían armar la revista y ahí empecé a entender como era la autoedición aunque al mismo tiempo era chino básico para mí. Aprendía aunque no entendía nada. Y ahí lo conocí a Diego Agrimbau que capaz que estaba igual que yo pero como me lleva un año se suponía que estaba más aceitado en algunas cuestiones. Yo ya ni me acuerdo como era el trabajo en sí, pero sí que terminamos en la Comisión de Prensa armando la última de las tres revistas que hicimos junto a un chico de nombre Ramiro. Yo participaba en otras publicaciones pero a medida que iban pasando los años se iban los más grandotes y las cosas iban quedando en nuestras manos porque chicos nuevos que se quisieran hacer cargo no había muchos. Y con Diego siempre decimos que es un público ideal el de los colegios porque tenés la posibilidad de hacer popular una revista y meter trescientos, quinientos ejemplares de una.
C: Y con Diego llega tu epoca de fanzines…
D: Si, armamos Arkanov que fue como un mega proyecto y eso aunque él ya estaba con media pata fuera del Fader (porque se estaba por graduar). Recuerdo miles y miles de páginas tiradas a la basura…
C: No estabas conforme con los resultados…
D: No. No nos gustaban a los dos. A veces veíamos que algo no quedaba como queríamos o imaginábamos y lo descartábamos. Ahí hubo mucho aprendizaje, muy de base. Arkanov fue una experiencia de iniciación.
C: ¿Cuántos números fueron?
D: Dos y treinta mil páginas tiradas a la basura. Diego tiene una especie de Cien Años de Soledad pero en su cabeza porque no sé si alguna vez lo escribió todo. Siempre le hinchamos las pelotas para que lo escribiera pero no sé si alguna vez tuvo tiempo de hacerlo, pero era muchísima historia que a él también le sirvió para foguearse como guionista y aprender el oficio.
C: Cuando terminaste el Fader, ¿hiciste algún tipo de curso formador?
D: Empecé la UBA. Yo quería hacer el Bellas Artes pero el de La Plata porque decían que tenía mejor nivel académico que el de acá. Entonces razonaba que como irme a La Plata con mis dieciocho años no era posible en ese momento porque tenía que conseguir un trabajo y un coche para movilizarme, etc; mejor era hacer una carrera corta en la UBA. La iba a hacer rápido mientras juntaba unos mangos para poner en marcha todo ese plan monumental. Entonces me anoté en Imagen y Sonido y duré un cuatrimestre porque yo tenía el nivel de energía alto pero las notas no acompañaban. Y me preguntaba cómo era posible que yo sintiera que estaba aprendiendo tanto y en las notas no demostraba saber nada.
C: ¿Y qué hiciste entonces?
D: Abandoné y decidí hacer Bellas Artes en Buenos Aires. Y me fue bárbaro. Hice media carrera en el Bellas Artes pero justo comenzaba a formarse el IUNA (Instituto Universitario Nacional de Artes). Y esa fue una etapa conflictiva porque había muchos intereses oponiéndose a la formación del IUNA y yo ya venía bastante cansado porque en la Prilidiano Pueyrredón tuve que repetir nuevamente la base del Fader y además por fin había logrado conseguir un trabajo en continuado en el área de Publicidad en una productora de TV.
C: ¿Cómo conseguiste ese puesto?
D: La productora («Cinergy») era del padre de un amigo que había visto una animación mía muy precaria que era lo primero que yo había hecho en ese campo basado en material de la revista Perfecto de La Productora, con guión de Jok. Me ayudaron personas como Carlos Aón y otros con los que hicimos un cortito animado que me dió como resultado un trabajo en el que duré como tres años y en el que aprendí montones de cosas de animación y como usar el Photoshop y todo el paquete Adobe.
C: ¿Y como te fuiste de ahí?
D: Cuando yo sentí que ya había alcanzado un techo allí, me llegó al oportunidad de trabajar en Non Stop que es otra productora del medio que colabora con canales como Fashion Tv, por ejemplo. Y fue una buena experiencia porque la productora estaba emplazada dentro del edificio de Disney en Olivos.
C: Y vos que no te querías ir a La Plata todos los días…
D: ¿Viste? Igual me quejaba mucho pero, a la vez, era increíble ir al edificio de Disney Latinoamérica que estaba en Argentina porque la recesión post 2001 trajo aparejada la mudanza de la sede de Miami y muchas de las cosas que se hacían afuera comenzaron a hacerse acá como doblajes y animaciones para Disney Channel o Jetix.
C: ¿Y que hacías en Non Stop?
D: Animaciones, gráficas, storyboards. Todo eso me premitió hacer contactos y lanzarme como freelance.
C:¿Y mientras tanto seguías trabajando con Diego (Agrimbau) haciendo cosas?
D: Si, yo siempre trabajé con Diego con continuidad, al menos hasta Camping (una historieta que sale publicada desde el 2008 en Historietas Reales)
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