Extrañar algo es saber que, pase lo que pase, no va a volver. No, extrañar es sentir
la distancia que mantenemos con algo, sea tanto de tiempo como de lugar, como de…
Bah, uno extraña cosas.
Y es así como recuerdo que siempre extrañaba mis juguetes cuando iba al colegio.
Y qué decir de mis comics. Bueno, con esos hacía trampa y los leía de keruza mientras
algún libro de historia los escondía en una aburrida clase. Hasta recuerdo a un
profesor de lengua apuntando que un número de Maxx debía ser mejor que un X-Factor
de Peter David y yo respondiendo que el guión del segundo era mejor.
Entonces… ¿Se extrañan los comics? Si estás de vacaciones o en la casa de una
golfa con los mejores pechos del mundo y te da ganas de ojear una Doom Patrol de
Morrison… ¿tenés problemas? Sí, a full, pero al menos son problemas que se solucionan
al llegar a tu casa y desempolvar (si te echaste un polvo con la tetona antes, mejor)
tu ejemplar y sentir que tu ansiedad ya es cosa del pasado.
¡Ahhh! Cómo se extrañan los viejos tacos de Zinco…
Otro caso: vendiste una revista. Sí, por tiempos de necesidad, porque te
cebaba más otra cosa, etc; una de tus revistas ya no está en tus manos y no la pudiste
volver a conseguir. Y esa falta se extraña, como una vieja novia o esa casa que
hacía tan buenas empanadas y ya no existe más.
¿Y las que prestaste y jamás volviste a ver? Esas sí que se extrañan. Y esa ausencia
se transforma en bronca cuando la volvés a comprar con la vena en la frente…
¿No extrañás completar ese número difícil que te faltaba en una saga? ¿Y ese anual
raro que dibujo Alcatena del que llegaron pocos ejemplares y que de pedo llegó a
tus manos? ¿Algún fanzine, por ahí?
Pocas veces se extrañan las que te regalan novias/ padres/ amantes/ amigos. Suelen
ser comics que no te interesan, porque los demás no tienen ni la más puta idea de
qué comprarte.
Pero extrañar un comic es más que añorar un objeto cualquiera. Es extrañar el momento
en el que lo conseguiste, cuando lo leíste (bancos de plazas y colectivos pueden
ser grandes fuentes de orgasmos comiqueros), el olor de su tinta, la época de sus
avisos, la tapa… Mil cosas pueden hacerte extrañar a esa revistita que en Japón
tiran a la basura sin terminar y que para muchos adultos son «dibujitos para nenes».
Extraño esos tacos de Zinco que estaban por todos lados. Extraño el pedido mensual
de novedades a la comiquería, que era una bolsa pesada como un diccionario. Extraño
la 4 Segundos. Extraño mis comics cuando estoy lejos de ellos, tanto sea de vacaciones,
en una fiesta, en un recital o en un manicomio.
Qué extraño, no?
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