Y también se nos fue el genial dibujante y humorista santafesino, al que todos recordamos por su paso por revistas como Hum® y SexHum®.

Falleció Alfredo Grondona White

23/04/2015

| Por Andrés Accorsi

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Tapa-1-surrealismoY para terminar el día bien abajo, a primera hora de la tarde se produjo el fallecimiento del maestro Alfredo Grondona White, el magistral dibujante y humorista gráfico que había nacido en Rosario el 10 de junio de 1938.

La trayectoria de Grondona White se inició en medios de Rosario como  los diarios Democracia y Rosario, cuando el autor tenía apenas 14 años, y pegó un giro estelar a principios de los ´70, cuando se vino a vivir a Buenos Aires, a dar clases en la Escuela Panamericana de Arte y a trabajar como ilustrador publicitario. En aquel momento, colaboraba ocasionalmente con dibujos e historietas para medios extranjeros como MAD, Playboy o Esquire.

A mediados de los ´70, cuando conoció a Andrés Cascioli, volcó su carrera decididamente hacia el humor y la historieta y se convirtió en un colaborador fundamental de revistas como Satiricón, Chaupinela, El Ratón de Occidente y la edición argentina de MAD. Ya en el ´78, con la creación de Ediciones de la Urraca, Grondona White encontró espacio donde brillar y convertirse en un clásico del humor argentino, en las páginas de las revistas Hum®, SuperHum®, SexHum® y muchas otras. Allí se quedó hasta la desaparición de la editorial a fines de los ´90 y allí creó sus series y personajes más memorables: Bespi y El Dr. Piccafeces.

Desde comienzos de este siglo, continuó trabajando para medios gráficos y digitales del interior del país, con un perfil mucho más bajo.

El dibujo de Grondona White era increíble. Todo su repertorio gráfico se limitaba a una línea negra, siempre del mismo grosor, sobre el fondo blanco. Casi no usaba manchas negras, o sea que sus páginas eran mayoritariamente blancas. Ese trazo siempre igual, hacía magia. Tenía nervio, tenía vuelo, captaba detalles con asombrosa precisión, lograba expresiones de enorme realismo o de enorme impacto cómico tanto en caras como en cuerpos. Cuando no dibujaba seres humanos, la línea de Grondona White se parecía a la de otro monstruo de trazo nervioso y repleto de detalles: el maestro Sergio Aragonés. Pero el fuerte de Grondona White eran, precisamente, los seres humanos. Ahí es donde estaba su clave, en su forma de retratar a sus congéneres, en un estilo demasiado estilizado para ser un típico humorista gráfico (Tabaré, ponele) y demasiado caricaturesco para ser el enésimo clon de Alex Raymond, por mencionar al autor que motivó a Grondona White a convertirse en dibujante.

Se nos fue uno de los más grossos, de verdad.

 

 

 

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