Parece una joda macabra, pero es real: el lunes 9 nos dejó el maestro Keith Giffen, quien había nacido en la localidad newyorkina de Queens el 30 de Noviembre de 1952.
Imposible repasar acá los casi 50 años de carrera de este genio irrepetible, que brilló en todas las editoriales de Estados Unidos y creó decenas de personajes notables. Imposible olvidarlo, también, por toda la alegría que nos dio.
Tuve la suerte de entrevistarlo en 1991, la primera vez que viajé a San Diego, y esa charla se publicó ese mismo año en la revista Comic Magazine.
Giffen era un tipo gracioso, generoso, picante, inconformista, un apasionado de su trabajo que hizo muchísimo por el medio al que amamos. Un autor de un talento infinito (manchado por una nutrida colección de plagios a otros colegas) que jugaba en todos los puestos: escribía guiones, dibujaba, plantaba bocetos para que dibujaran otros… un narrador completísimo, que nos deja una obra inmensa en cantidad y calidad.
Ya veremos cómo y cuándo le brindamos el homenaje que se merece, pero por ahora, sólo hay tristeza por no tenerlo más, y agradecimiento por todo lo que nos dio. Ya se lo extraña enormemente.
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