Cat Burglar Black
Lejos, uno de los mejores comics que leí este año y el responsable de esto es Richard Sala. Muy pocos autores logran crear historias simples, al estilo aventura de Emilio Salgari, y que te sigan sorprendiendo. A medida que la vas leyendo, esta novela gráfica que mezcla tesoros ocultos, ladrones, enigmas y revelaciones, se va tornando una gran licuadora de cebamiento. Tanto que no podes dejarla colgada y necesitás terminarla sea donde sea, incluso en las escaleras de la estación Primera Junta del subte.
Con un estilo de dibujo querecuerda a Charles Addams y Edward Gorey, este autor cada día te sorprende más, ya sea a color o a blanco y negro. Esta novela gráfica está íntegramente pintada, algo no tan común en la carrera de Sala. La editorial que público esto fue First Second y creo que fue una gran elección, para poder llegar a toda la gente que consume autores como Sfar, Trondheim, Blain y etc.. Esto no sólo prueba que Sala está al nivel de los mejores de Francia, sino que parece estar totalmente descontrolado (como durante toda su carrera) y sigue renovando su repertorio de cosas para mostrar.
Davor Suker
El amo del “te la clavo por arriba tuyo y no lo podés creer”. Astro universal que en las canchas daba cátedra de cómo amagar defensores y de cómo hacer goles de cualquier lado. Tiros libres, corners, con pelota parada, de volea… la palabra gol y Suker eran un carnaval de alegría. Hizo historia como jugador en el Sevilla, donde se hizo amigo del Diego; en el Real Madrid, donde ganó todo, y en Francia ‘98 donde llevó a su equipo (Croacia) al tercer lugar en el certámen, y encima fue goleador de la copa.
Me acuerdo que en el PC Futbol 6.0 estaba prohibido jugar con el Real Madrid, porque tenía a Davor y Mijatovic juntos, y eso era un afano tan zarpado como Alan Moore y Rick Veitch juntos. La década del ‘90 tuvo una inundación de grandes goleadores y delanteros, pero pocos tenían tanta astucia, tanta gracia, tanto remate y tanto amor como este.
Dragón Porteño
Arribeños 2173, barrio de Belgrano. Ese lugar tiene que ser tu segunda casa. Ahí se encuentra el mítico boliche de comida china, ese donde falta que te atienda Chun- Li y cartón lleno. Pollo a la canasta y miles de platos más resultan ser una especie de orgía gustativa para tu paladar. Pocos lugares o antros de comida china están verdaderamente buenos: este fuera de joda es uno. Se llena muy rápido, el baño no es la gran cosa (tampoco se esperen un baño donde hay un alien y un gaucho jugando al truco), pero en general es un lugar muy lindo y copado para comer con amigos o novia. En este momento ya no sé si creen que esto es un lugar digno de una aventura de John Carpenter, o un capítulo de la Dimensión Desconocida. Pero vayan a averiguarlo y dejen de pedir comida a domicilio a lugares que desconocen y que pueden ser tranquilamente usados como fondos o paisajes para versiones alternativas del Mortal Kombat.
El Barón de Munchausen
Por culpa de Pablo Túnica -que me corrompió con este libro- ahora lo tengo que poner en la columna. La película de Terry Gilliam es brillante, pero lo que hizo el señor Rudolf Raspe escribiendo con este personaje fue alucinante. Las aventuras bizarras y las cosas que le suceden al Barón te dan una alegría tan grande que te devuelven a la infancia de cuando leías cuentos o novelas clásicas de aventura. Es jodido saber emocionar al lector, tenerlo agarrado con los dientes para saber cómo sigue la aventura misma y si hay alguien que gana por afano acá, es Raspe. El Barón y él parecen leerse la mente y dan la sensación de ser la misma persona, de que el autor sabe todos sus secretos: cómo corre, cómo baila, cómo caza patos y hasta cómo ríe. A veces es muy difícil poder encontrar esa conexión con el personaje y es lo que más te vas a acordar cuando lo leas. Lógicamente Gilliam -un visionario absoluto- debe haber tenido un sueño donde en una charla en la punta de una montaña tomaba té con los dos y veía claramente a dónde tenía que ir su película. Claro, pero esas son otras historias. Aflojen con la batea de todo por cinco pesitos y busquen esta joya universal… o pídansela al mismísimo Túnica.
Jun Hayami
Todo tipo de atrocidades son bienvenidas en el mundo que rodea a este mangaka, desde orina de un inodoro hasta empalar nenas. No existen autores que se atrevan a darle semejante golpe de perturbación al lector como este muchacho. Mezclando un poco de Junji Ito, Suehiro Maruo y Jiro Taniguchi, con una excelente puesta en página y una siempre desoladora ambientación, Hayami nos hace viajar a su mundo y ver lo peor del ser humano. Hay que tener muchos huevos para vivir creando nuevas escenas de tortura, sadomasoquismo, pedofilia, incesto y que estén buenas, pero este hijo de puta lo logra y muy bien.
Lógicamente, muchas veces lo que sucede es que los autores se tiran a mostrar el super-crimen o la mega-atrocidad, pero se olvidan de que tenía que haber algún tipo de guión. Hayami a veces peca de eso y se queda sólo en la atrocidad, pero la gran mayoría de sus historias tienen alguna aventura bien desgarradora y jodida como puteada de Klaus Kinski. No existe material del pibe este publicado fuera de Japón, otro día explicaremos el por qué. Lo que sí hay son muchos scans en la red.
Michael Cera
El genio que actuó en SuperBad y nos hizo descotillar de la risa, ese que además hacía de hijo sufrido en la increíble Arrested Development, el que la descose en Juno, en Año Uno, y que ahora va a llevar la historieta de Scott Piligrm a película. Este pibe que sólo tiene 21 años y, fuera de joda, se gana el corazón de cualquiera con su forma de actuar, sea en el rol de tímido o del que siempre se vive mandando cagadas.
Quizás sea raro predicarlo tan temprano como un gran actor, o como un chico con suerte y que tiene buenos proyectos… pero lo que sí hay que aceptar es que tiene un encanto muy particular y además un orto bárbaro: todos los papeles que le tiran le sientan bien. En estos momentos donde los jóvenes actores no convencen (sea porque vienen de series desastrosas o curran poniendo sus voces en personajes abyectos de historieta), siempre hay algún hijo de puta que no para de sacar cosas buenas y Cera es un claro ejemplo. Vean Arrested Development, una de las mejores series que caminó por los Estados Unidos (y que lógicamente fue cancelada) y notarán lo divertido que es este muchacho.
Murder by Death
Simplemente una película con Truman Capote, Peter Sellers, David Niven, Peter Falk y Alec Guinness jamás puede fallar y menos si es una parodia al género de detectives. Muchas veces ha pasado que se juntaran muchos grossos y saliera todo mal, pero acá, además de los egos, hay grandes actuaciones, diálogos brillantes y un guión tan divertido que no podés parar de reírte. La constante burla al género, las discusiones, las resoluciones y los conflictos están todos magistralmente puestos. Neil Simon no es un gran escritor de cine (lo suyo es el teatro), pero acá hay que reconocerle que -con ayuda o no de los actores- se armó una divertida e interesante crítica a este género tan gastado. Los posibles finales, las máscaras, las dobles identidades, las actuaciones, el ambiente y la misma documentación hacen que toda la película se mueva como una calesita de placer. Elijan su corcel o coche para poder subirse a una atracción tan pornográfica por sus nombres que no engaña al espectador con un simple desfile de actores que no hacen nada.
Rachas
Si mezclamos un poco de Muñoz, Mattoti y Breccia, salen autores con un estilo muy particular, como Berliac. Rachas es un libro de la editorial La Pinta que al verlo te deja sin palabras. Es una recopilación de cuatro historias cortas que mezclan la reflexión, la música, la revelación y la pasión. Al juntarse todos estos elementos surgen historias dignas del grupo Valvoline de Italia. Con una puesta en página impecable y una documentación maravillosa, Berliac nos transmite un interés muy particular por las cosas que cuenta, y esa es la razón por la que uno disfruta una historieta así. Hacer interesante la historia de un músico que no es famoso o la aventura de un periodista que no es Hunter Thompson y que te seduzca, es sin duda un gran logro. Jugar con las pasiones y las ambiciones de los personajes parece ser muy fácil, pero en cada historia, uno cree de verdad que este autor fue todos esos personajes.
Lo transmitido y el cariño que le pone Berliac a estas historias es notorio y creo que habría que empezar a predicar más a un autor así. Además de esto, tenemos citas a escritores famosos, aclaraciones y anécdotas del autor para presentar cada historia y un gran prólogo de Calvi. Cosas como ésta le hacen muy bien a la historieta argentina y le traen una renovación muy interesante.
Sectaurs
Jodido como patada de Turkish Samurai a tu nariz, eso era Sectaurs. Serie de animación de culto de los ‘80 que jamás fue valorizada, ni respetada y que jamás pudo resurgir junto a la cantidad de refritos que reaparecen hoy en día. Es una serie bien perturbadora, donde se mezclan muy bien los experimentos genéticos que fallaron con insectos y personas. Surgen héroes, villanos y lugares tan raros que harían un excelente paisaje para que David Cronenberg hiciera una película de esto.
En su momento, Marvel publicó algunas historietas de Sectaurs, pero son muy feas. Lo grosso fue la línea de muñecos, excelente y con uno de esos cuarteles legendarios que cuando lo ves, no te lo olvidás jamás. Todo fan de esta serie soñaría con que la escribiera y la dibujara Rick Veitch, porque es el autor perfecto para lograr que un universo así funcione… pero esto son meros sueños de un lunático como yo. Busquen a los Sectaurs por internet y van a (re) descubrir un mundo nuevo de planeta y espada que jamás se imaginaron que existía.
Tropical Hot Dog Night
Tema que debería ser considerado un himno de la buena onda. Es tan grosso que si lo pones a la mañana te da una energía tan vital que hasta los mismos zombies lo bailarían. Habría que inyectarlo en las venas, así todo el mundo sufriría de un trance orgiástico por tal limadura.
Este brillante tema pertenece a un increíble cantante llamado Captain Beefheart. Está en un disco muy conocido, Shiny Beast, que se editó en 1978. Si buscan bien (no en Musimundo, sino en antros o cuevas de perdición musical) esto existe y no es caro, costará unos 45 pesos. OK, hoy con internet te lo podés bajar, pero de verdad es un disco maravilloso que merece ser comprado, más allá de incluir este himno de la buena onda, la locura y la super-mega pila. Evangelicen a sus amigos con este tema y con el Captain Beefheart, y les aseguro que nunca van a volver a ser los mismos. Para bien, claro.
4 comentarios