Me llama la atención la cantidad de veces que uno ve esta historia. Siempre alguien, conocido, amigo, amante, enemigo mortal o simplemente el vecino de enfrente, se vuelve pro. ¿Se va con Macri? Cuac. No, gente. Logra acceder al mundillo del comic y volverse un profesional. O algo así. O entra al estudio de algún dibujante grosso. O al menos cobra por su laburo. O simplemente alguien lo publica. Pero el tipo pasa a romper esa barrera: pasa de ser el gran fan que dibuja lindo y sueña con ser alguien, a ser un tipo que al menos ya tiene parte de su obra publicada, impresa y paga. Chan.
She-Hulk, por Juan Bobillo
Así es como el villero del Parque Rivadavia que te venía a manguear monedas diciendo frases horribles como “eh, amigo”, del cual te reías y cuya carpeta de dibujos jamás te tomaste el tiempo de mirar ni siquiera de lejos, por miedo a que sus pulgas y sus liendres se te queden en la ropa; ese idiota cuya higiene personal era más discutible que toda la era de Morrison en la JLA; ese infeliz que de pedo juntaba para un pancho o el sandwich de milanesa que se vendía allí por las mañanas… Ese tipo es pro. Y vos no. Ja, ja (risa de Nelson en The Simpsons).
Es impresionante ver cómo tipos por los que nadie daba un mango (algunos hasta en estas páginas) se supieron mover en convenciones, imprentas, casas de prestamistas y auspiciantes varios (no es que la carnicería de Don Cacho te ponga publicidad en la revista, pero trataron igual) para lograr que su producto llegue. Es así como Trillos, Robin Woods, Meglias y Tabordas de una u otra manera los pusieron bajo su ala y les dieron un comienzo.
Legion, por Salvador Sanz
¿Qué se puede decir de un Juan Bobillo o un Pier Brito? Tipos que pasaron de la nada a tener sus talleres, a dibujar para Europa, a hacer el sueño del pibe. Yo aplaudo. Me da bronca no haberlo logrado yo, porque soy una cucaracha egoista, pero aplaudo.
¿O un Waccio Skater? Yo le traduje su primera charla con Alan Grant en el ‘96 y ahora hasta dibujo Nigthwing. Fuck.
Pero no todo es fácil.
Salvador Sanz es un tipo con el que hubiera amado trabajar escribiendo una novela gráfica para Europa. Alguien se me adelantó, fuck. Es de la camada de dibujantes realmente buenos que no se hacen bien escribiéndose a ellos mismos. Hay miles. ¿Alguna vez alguien leyó un guión de Meglia? ¿Cuánto tardó Alcatena en animarse a hacer una obra integral apuntada al público adulto? Años. Y eso es por que los dos son grandes artistas y saben qué hacen bien y qué tienen que corregir. ¡Flaco, si la rompés al lápiz, quedate en el lápiz! ¡Hacele bien a tu vida, cuidate, querete!
Guarda: eso no quiere decir que el tipo que llega a una obra grossa esté salvado. A menos que seas Gaiman y firmes un contrato por regalías forever y los tipos se te caguen de risa y te digan que sí, porque jamás se imaginarían la guita que vas a generar, olvídalo. Estos chabones laburan de todo: cuentos, ilustraciones, libros para chicos, tintas pedorras, ayudantes, etc… No es la fama y el glamour. ¿A cuántos cirujas les dio de comer durante años la película de Mercano? ¿Y las de Dibu?
En fin, los odio.
Los odio por haber llegado donde yo no llegué y quizás jamás llegue. Los odio por haber dibujado los personajes que amo, o por haber laburado con autores con los que ni me animo a cruzar dos palabras para no quedar como un idiota. Pero sobre todo los odio por que son buenos, la hiceron bien, y hoy nos deleitan. Báñense.
5 comentarios