Tras el éxito de El Arte de Volar, la prestigiosa dupla de autores españoles vuelve con un nuevo trabajo que se publica primero en Francia.

Lo nuevo de Altarriba y Kim

17/03/2016

| Por Andrés Accorsi

1 comentarios

1906_couvLa semana que viene se publica en Francia el nuevo trabajo del guionista Antonio Altarriba y el dibujante Kim, los españoles que se cansaron de ganar premios con la novela gráfica El Arte de Volar. Su nueva obra se titula L’aile brisée (El Ala Rota) y consta de 256 páginas. La edita el sello galo Denoël y seguramente alguna editorial española recogerá el guante en los próximos meses.

El Ala Rota es una historia real, que sucedió en el seno de la familia de Antonio Altarriba. El nacimiento de la madre de Antonio, llamada Petra, coincidió con la muerte de la madre de la niña (o sea, la abuela del autor). Esa muerte será definitiva en la vida de Petra. Su padre la hostigará desde pequeña por considerarla culpable de esa tragedia. Ella, en cambio, desarrollará desde la infancia una devoción sin límites por este hombre brutal y depresivo, que era al mismo tiempo peluquero, vendedor de tabaco, enfermero y autor de piezas teatrales que se interpretaban en las plazas de su pueblo. Maltratada, explotada por el resto de sus hermanos y finalmente violada, Petra dejará el pueblo para ponerse al servicio del gobernador militar de la región de Zaragoza. Allí, su lealtad y su discreción la verán ascender entre la servidumbre de un caudillo realista, feroz opositor al régimen de Franco (otra paradoja española).

Finalmente la joven, a pesar de su profundo rechazo hacia los hombres, se casará con Antonio Altarriba (padre del guionista) y se convertirá en una mujer fría, alienada por una sociedad machista y refugiada en el más obtuso de los fervores religiosos. Recién en los últimos momentos de la vida de su madre, el joven Antonio descubrirá el secreto de su ala rota, de ese deseo de volar que chocó contra la voluntad de los hombres que determinaron su vida.

 

Compartir:

Etiquetas: , ,

Dejanos tus comentarios:

Un comentario