La exitosa novela gráfica de autores chilenos se acaba de editar de este lado de la cordillera.

Mocha Dick, en Argentina

13/05/2013

| Por Andrés Accorsi

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Tapa Mocha DickMocha Dick, es una novela gráfica escrita por Francisco Ortega con arte de Gonzalo Martínez, ambos autores chilenos, que relata la verdadera historia de la Ballena Blanca, desde el mito mapuche hasta la Moby Dick de Herman Melville.  Si bien Mocha Dick es una obra de ficción, está basada en hechos reales y documentados, como el hundimiento del ballenero Essex en 1820, la existencia de un verdadero cachalote blanco en los alrededores de la isla Mocha, en el sur de Chile y en el mito mapuche del Trempulcahue y el descanso de las almas de los grandes guerreros. También es la historia de una amistad de dos chicos de mundos distintos. Publicada en Chile en 2012, tuvo un gran éxito, a tal punto de que la editorial Norma lanza ahora la edición argentina, que ya se consigue en librerías a sólo $ 69.

El prólogo del libro es del escritor Leo Oyola (Kryptonita). Aquí, un extracto: “Mocha Dick me llevó de paseo hasta encontrarme una vez más con quien supe ser. Específicamente: el pibe que yo fui. Que leía de prestado, en revistas Anteojito de mis compañeros de la primaria durante los recreos, las adaptaciones gráficas de clásicos de la literatura universal como El extraño caso del Dr. Jekyll & Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson. Y, sobre todo, historietas como Rinkell, el ballenero, de Marcelo Tulio Lovato. Que eran la felicidad… pura. Hasta que sonaba la campana. Porque teníamos campana y no timbre. Sí. Ese fue el paso previo a la colección Robin Hood. La prehistoria antes de que llegara la ciencia ficción de Minotauro. Y desde aquel entonces a este presente, toda una vida feliz de lecturas. He ahí, humildemente, el piropo para Francisco y Gonzalo que hoy día supieron hacer en este libro –además de un trabajo exhaustivo de investigación– un relato genuino y con pulso clásico. Que uno devora decidido página tras página con la misma ansiedad que a mí me producía tener la certeza de que el recreo se iba a terminar y de que no me podía quedar así, con el Jesús en la boca, sin saber cómo acababa el asunto. Que lo disfruten”.

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