¿Ustedes se acuerdan si compraban comics de chiquitos? Digo, cuando tu mamá te daba unas moneditas para que te compraras algo y te llevaba de la mano al kiosco, cuando todavía no ibas solo corriendo, dejando un rastro de baba porque salió la ultima saga de la Crisis de la Crisis de la Crisis Eterna de DC.

Tío Rico y El Misterio Sin Resolver

18/12/2007

| Por Staff de Comiqueando

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¿Ustedes se acuerdan si compraban comics de chiquitos? Digo, cuando tu mamá te daba unas moneditas para que te compraras algo y te llevaba de la mano al kiosco, cuando todavía no ibas solo corriendo, dejando un rastro de baba porque salió la ultima saga de la Crisis de la Crisis de la Crisis Eterna de DC.

Cuando uno es chico y lo llevan al kiosco es casi un prisionero. Dependés de cómo estén dispuestas las revistas, de que revista se vendió, cual ni se molestaron en traer o simplemente cuales llegás a ver por tu altura. Por supuesto, a esa tierna edad, te dejás llevar por la tapa y te llevás la que tiene colores más brillantes o la que más te ceba. Todavía faltan años para que aprendas que la tapa es lo de menos.


Peor aún es cuando te traen revistas. Porque si vos, que sos el que que lee esas historietas (todavía no las llamás comics, también falta para eso) agarrás cualquier cosa cada vez que vas al kiosco, imaginate tus viejos, tus tías o alguien que te trae una revista. Y darles indicaciones es casi imposible.

Una vez lloré y actué delante de mi madre para que me trajera una Billiken que traía unas calcomanías de una fecha patria hechas comic que quería tener ya, ya, YA! Logré que mi madre, recién llegada del trabajo, saliera y caminara las cinco cuadras hasta el kiosco más cercano. Cuando volvió me trajo otra revista, que traía un disfraz de granadero porque creyó que me iba a servir mas. Fuck.

El punto de este divague retro nostálgico con un tufo a viejazo es que leer comics con continuará era imposible.


Juro que compraba todo lo que tenía al Pato Donald, Tío Rico o cualquier plumífero de Disney (en realidad de Carl Barks, mi primer amor de comic) sin dejar pasar ninguno. Pasaba todos los días a ver si había llegado alguna nueva revista… Y un día llego el continuará.

Era uno de esos álbumes de Disney que venían de México. Te dabas cuenta del origen por cómo se llamaban los sobrinos de Donald (para mí serán Hugo, Paco y Luís por toda la eternidad). Traía historietas de otros personajes y, obviamente no podíamos evitar a Mickey.

No me gustaba Mickey. Trataba de convencerme a mí mismo pensando que a veces tenía historias de misterio y detectives, pero no podía engancharme. Ver a Donald construir una pileta en su patio o administrar un hotel en ruinas por una treta de Tío Rico era más divertido que el mejor de los misterios. Hasta que este maldito álbum llegó a mis manos y por primera vez me enganchó una historia de Mickey.


La cosa era así: Mickey y Goofy terminan como cuidadores en un museo lleno de tesoros, o un cofre, o algo así que está en una bóveda, junto con un policía y algún otro personaje. Temen que sea robado. Al final de la historia, con ellos haciendo guardia toda la noche y la puerta de la bóveda cerrada sin ninguna forma de que fuera violada, el tesoro/cofre o lo que fuera que sea, había desaparecido. Misterio y continuará. Para rematar, una sombra con forma de hombre siniestro los rodeaba.

Me asusté.

Y quería saber como terminaba.

Ahora uno sabe que todo vale. Si no ves el cadáver, no murió. Si lo vez, quizás sea un clon. Si muere Jean, ya volverá. Seguramente ese robo se realizó con una puerta trampa o alguien se durmió, o pintó la magia o algo así. Pero en ese momento, cuando uno es chiquito, no lo sabe. No piensa en que un guionista avechucho va a usar un recurso trampa y lo va a cagar. Confía en la historia. Es inocente. ¿Cuántos de ustedes veían Robotech en la primaria y se quedaron helados cuando murió Roy Fokker? Porque murió en serio, no es Mazinger que es reconstruído. Es un personaje que nos gustaba y se-mu-rió.

Ese fin de la inocencia hace que hoy, ya leamos de otra forma, ya analicemos lo que va a pasar, nos pasemos horas en foros o buscando data, sepamos hasta casi la hora en la que el comic de esta semana llega al país y sabemos que nada es para siempre y los misterios se resuelven con cualquier excusa.

Mark Waid contaba que cuando escribía Impulse, se sentía tan bien que no pensaba en cómo iba a resolver los cliffhangers. Y se nota cuando uno lee esos viejos números. Ahí hay frescura de un tipo que seguro disfrutaba como muchos de nosotros esas “historietas” que todavía no eran ni comics ni tebeos. Ni tepés, ni novelas gráficas, ni prestiges, ni hardcovers, ni Reprints… Eran revistas.

Por último… Si alguno de ustedes leyó esa maldita historieta de Mickey… ¿puede contarme el final?

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