LA ESENCIA DE LA CIÉNAGA
Mucho se ha hablado ya de esta Criatura del Pantano. Hay cosas que ya sabemos de memoria. Entre los «greatest hits» de las notas de Swamp Thing podemos encontrar su embarrado origen, donde se entremezclan Len Wein y Gerry Conway –jóvenes compañeros de habitación y de una idea-, Marvel y DC, ambas buscando explorar (y explotar) con el terror en sus cómics, Man-Thing y «esa cosa del pantano» que le da vueltas a Wein sin poder encontrar un nombre (y sin darse cuenta de que ya se lo encontró) y otros que veremos más adelante. Pero si Swampy fue más que su contraparte marveliano, es indudable que tiene que ver el que su primer dibujante fue el gran Berni Wrightson, para esa historia de terror cortita en la House of Secrets n°92 (de Junio–Julio de 1971). Y no era gran cosa.
A principios del Siglo XX, el científico Alex Olsen queda atrapado en una explosión y el pantano lo altera. Se venga y queda como un monstruo afligido mirando de lejos. Fin. Sin dudas, si Marvel no hubiera lanzado a Man-Thing con Thomas y Conway, si Berni no hubiese puesto su magia, esa criatura triste no hubiese pasado a mayores. Pero pasó, y volvió.
En Octubre de 1972 aparece la Swamp Thing nº1, con el mismo equipo creativo de la historieta autoconclusiva, pero ahora, la víctima de la explosión es Alec Holland y la traición pasa en la Louisiana del presente.
La Cosa del Pantano tiene una serie por delante y Wrightson va a hacer historia con sus dibujos en apenas las diez primeras entregas, para ser reemplazado por Néstor Redondo. Wein aguantará los trece primeros números, para ser relevado por David Michelinie y Gerry Conway -mirá lo que son las cosas-, el creador de Man-Thing.
Este nuevo Swampy puede hablar (Olsen mira de lejos y pierde a la mujer porque es un monstruo como Dios manda, y no tiene el don de la comunicación) e incorpora personajes que perdurarán en la historia como el Dr. Anton Arcane o el agente Matthew Cable. Pero en 1976, tras 24 números de bajas ventas, Swamp Thing se va al freezer.
DEL FANGO AL ÉXITO
Para 1978 a un trastornado editor se le ocurre relanzar a la criatura del pantano, pero la implosión de DC de ese año terminará con esa posibilidad. Más trastornado seguramente estaba el director de películas de terror berretas, Wes Craven, cuando en 1981 se decide a adaptar la historia de Wein y Wrightson en un largometraje abominable. Ni lerdo ni perezoso, el creador de esta criatura convence a DC de sacar una adaptación de la peli para el estreno y Len Wein termina como coordinador del segundo volumen de la historia de Swampy, Saga of the Swamp Thing, con el mediocre Martin Pasko en guiones (el Annual 1 escrito por Bruce Jones, que adapta la película, no está en continuidad). La historia arranca a partir de una aparición de la Criatura en un team-up con los Challengers of the Unknown, pero desde ese verano del ’82, la revista se arrastra por horrendas aventuras, a veces parecidas a malos capítulos de Scooby-Doo, con el monstruo amigable en lugar del perro subnormal, a lo largo de casi dos años. En unos meses, el arte de Tom Yeates -dibujando rápido-, pasa a ser reemplazado por Stephen R. Bissette y John Totleben, sus compañeros de la Joe Kubert School of Cartoon and Graphic Art. Y tras esta mejora viene otra historia que nos sabemos todos: se cierne el fantasma de la cancelación, Pasko huye a escribir dibujos animados, Wein pega el manotazo de ahogado al otro lado del Atlántico y termina a cargo de los guiones el más grande, el mago de Northampton (que hasta ese momento solamente era conocido por los lectores de la 2.000 AD y la Warrior en Londres): con ustedes, el señor Alan Moore.
Empieza la magia, el barbudo se saca de encima a casi todos los personajes salames de la etapa anterior y la revista cambia su tónica, para acercarse más al verdadero terror. Pero para que sea un hitazo, falta un editor con los huevos bien puestos, y vaya paradoja, asume el cargo una mujer. Entra en escena Karen Berger y le da luz verde a Alan para que haga lo que quiera con ese título pedorro del monstruo que busca la humanidad perdida. Y el Mago saca de la galera todo su talento y viene La Lección de Anatomía (Feb. 1984) y John Constantine con la Brujería (nº37) y el «American Gothic» y por fin Swamp Thing es un monstruo posta, pero bien escrito. Por primera vez, se escribe un comic que desafía al Comics Code Authority, pensado para adultos, inspirado en los comics de terror de la EC de los ’50, con literatura shakesperiana y muy buen manejo del Universo DC (-¿Hola, con Gaiman, por favor? Habla el abogado del Sr. Moore). Moore mete sentido al personaje con el Parlamento de los Árboles y el Verde, mete ciencia-ficción magistral con el viaje por el espacio, mete sexo y drogas con la relación entre Abby y la Criatura, mete ecología, magia a granel y crea su propio ranchito oscuro dentro del colorido Universo DC. Claramente, Swamp Thing y los personajes místicos de la DC pueden jugar su propio partido y ésta es la gran lección que Alan le enseñó a Karen Berger, y es acá, en estos casi 50 números donde se gesta lo que será Vertigo. Es esta onda, este ambiente, esta libertad, esta llegada al público adulto, lo que dará como fruto el imprint Vertigo. Hay más Swamp Thing, muy pronto.
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