Sweet Tooth es la obra maestra de Jeff Lemire. Bah, Lemire tiene muchas obras maestras (y no, no me refiero a Constantine), pero Sweet Tooth es una obra indispensable para cualquiera que quiera sumergirse en el trabajo del canadiense. Bajo el sello de Vertigo, y a lo largo de 40 números publicados entre 2009 y 2013, Lemire se encargó de escribir y dibujar una serie de una identidad única, que se desmarcaba de cualquier herencia vertiguesca (¿?) para echarse andar por un camino varias veces transitado, pero que jamás pierde vigencia: el de la construcción de un nuevo mundo sobre las cenizas de uno que murió.
El héroe de la serie es Gus, un niño con cuernos de alce, que vivía con su padre en una cabaña perdida del bosque. Cuando muere el hombre, Gus se queda solo e intentando sobrevivir en un mundo que atravesó una pandemia, y que redujo drásticamente la población. El detalle de los cuernos, obviamente, no es menor. Gus forma parte de una raza híbrida que es humana, pero que tiene algunas características físicas de algún animal. Esa nueva raza, surgió luego de la pandemia que mató a buena parte de la población, y cada uno de esos híbridos que fue naciendo en los años posteriores, se convirtió, en muchos casos, en una suerte de trofeo.
Gus conoce casualmente al señor Jepperd, un hombre veterano experto en caza y combate. Si bien a priori las intenciones de Jepperd no son del todo nobles, la ingenuidad y calidez del pequeño Gus terminarán por ennoblecer el corazón del hombre, que adoptará al muchacho como una suerte de hijo postizo al que intentará defender en un mundo en el que los híbridos constantemente corren el peligro de morir asesinados. Jepperd, por su parte, también arrastra una triste historia de muertes y pérdidas, motivo por el que se sentirá emocionalmente muy atado a Gus. Con el correr de los episodios, ese grupo inicial de dos comienza a agrandarse, aparecen nuevos híbridos, nuevos humanos, y se conforma un equipo que intentará encontrar un lugar en el cual echar raíces y ser felices, a medida que Lemire comienza a sembrar los verdaderos motivos que pudieron dar lugar a la pandemia y el rol que en eso jugó la aparición de los dichosos híbridos.
El villano que se convierte en verdugo de los héroes es el doctor Singh, un sádico científico que se encarga de llevar adelante todo tipo de experimentos con los híbridos, y que desarrolla por Gus una enfermiza obsesión. Pero lo que importa en Sweet Tooth, lo que realmente se convierte en el motor del relato, no es ese mundo apocalíptico en el que reina la ley del más fuerte, sino más bien el factor emocional que envuelve a los personajes, las tristes mochilas que todos ellos cargan y el dolor que supone el saber que quizá nunca vuelvan a ser tan felices como lo fueron en el pasado. Pero ahí se encuentra la evolución en los personajes de Sweet Tooth, porque ese grupo de héroes que comienza luchando por lograr vivir una vida digna (pero jamás feliz), comienzan a través de los vínculos a comprender que no todo está perdido, y que el futuro sí puede ser tan prometedor como lo fue el pasado pre-pandemia.
Hay un elemento que aparece constantemente en Sweet Tooth, y con el que Lemire nos tortura especialmente a nosotros, sus lectores, y es la crueldad. Sin lugar a dudas, ésta debe ser una de las series más crueles que publicara Vertigo en todos sus años de historia. No hablo de crueldad en términos Preacher, hablo de ver cómo mueren y son torturados personajes de una nobleza gigantesca, chicos que tienen corazones de chicos y que se ven atrapados por sádicos villanos que quieren eliminarlos a toda costa. En ese sentido, Sweet Tooth parece un cuento de hadas rabioso, en el que Jepperd es el hada madrina que procura por todos los medios salvar a los niños a como dé lugar de caer en las manos de un villano que es el mal en su expresión más absoluta.
A lo largo de esos cuarenta números (compilados en seis tepés de compra obligatoria), Lemire construye una épica sensible y aventurera, salvaje pero emotiva, que culmina con uno de los finales más conmovedores que jamás nos diera una historieta de Vertigo. Sweet Tooth es una obra maestra compacta, que jamás pierde el objetivo que traza, y que le da la espalda a la grandilocuencia para focalizarse en un grupo al que le toca vivir una realidad salvaje. Jeff Lemire, con esta historieta, sin lugar a dudas ingresó al panteón sagrado de los gigantes que trabajaron en Vertigo.
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