20 Años de Vertigo (parte 31)

Estamos ante una gema extraña en la corona de Vertigo, pequeña, escondida, casi que podría pasar desapercibida si no fuera por su calidad de inclasificable que la hace destacarse entre muchas otras.

No es frecuente que una serie regular de Vertigo tenga un único autor, pero para esta ocasión, David Lapham se jugó entero para ofrecernos él solito una obra extraña, donde nada es lo que parece y tanto el autor como la narración deciden hacernos dudar de todo lo que estamos leyendo. Todos mienten, todos tienen algo que ocultar, darse cuenta de qué es verdad y qué no es prácticamente imposible y ahí reside el principal encanto de la serie. Lo más loco es que en su génesis este iba a ser un título de acción.

La serie originalmente planteada como “Bullet Girl” narraba las aventuras de una chica que al recibir un disparo en la cabeza y quedarle una bala alojada en el cerebro, sufría una pérdida total de inhibiciones y un exceso de adrenalina que la transformaba casi en un superheroina. A esta mezcla se sumaban su grupo de amigos todos partiendo de estereotipos muy fuertes y de ahí en adelante la serie seguiría su curso. Pero “Bullet Girl” sonaba muy parecido a “Bulleteer” otro personaje femenino de DC, y al tratarse la de Lapham de una serie para adultos la editorial tenía miedo de tener problemas si los chicos se confundían y compraban esta serie por lo que le perdieron un cambio y según palabras del propio autor: “Cuando de pronto perdes el título tenes que volver a pensar un montón de cosas”. Pero el primer número ya estaba escrito y Danny como narrador parecía tener un gran potencial, lo que lo llevo a cambiar el eje de la historia y olvidarse de la serie de acción para meterse en la cabeza del ahora protagonista. Por eso es que el primer número (aparecido en Marzo de 2008) tiene elementos como el enfrentamiento con la policía o la idea de ir a robar la pintura, mucho mas relacionados con lo que pensaba ser el título en su origen.

Ya que estamos, vayamos un poco a de qué va la serie. Como dije más arriba, tenemos a Sadie (la chica con la bala en la cabeza) y a Danny, su mejor amigo, un tanto obsesionado con ella que nada por la friendzone y a quien el accidente que llevó a Sadie a una parcial pérdida de memoria puso de vuelta en una situación de beneficio en su relación con la chica. Pero nada es lo que parece y Sadie es en realidad la hija de un importante magnate de los supermercados que escapó de su casa y el pasado de Danny es mucho más oscuro de lo que nos quiere hacer creer… o no lo es? Así es como la trama se va volviendo cada vez más intrincada, hasta alcanzar un nivel Lyncheano en el que parece que todo está en función de detener una invasión de unas arañas marcianas que (además de hacer alusión al clásico Ziggy Stardust, de David Bowie) necesitan inseminar a Sadie para multiplicarse en la tierra, ¿o se trata todo del desvarío de una estrella de rock en rehabilitación?

En el transcurso de la serie tratamos de ir averiguando qué es verdad y qué es mentira, pero la trama continúa pegando giros que nos descolocan cada vez más, hasta llegar a la única conclusión posible: tenemos que decidir creer lo que nos parezca, porque lo más probable es que todo sea mentira (o puede que todo sea verdad?). Por desgracia el final abrupto de la serie -que fue cancelada en su número 18- no le permitió alcanzar su verdadero potencial y quedó en el tintero por lo menos un arco completo más que –suponemos- echaría algo de luz a todas las conspiraciones y las idas y vueltas que hay a lo largo de la serie.

En algún momento, Lapham dejó claro que, si evetualmente retomaba la serie en otra editorial, alcanzaba con no darle bola al último número y que la historia continuaría después del final del 17, para rumbear hacia la resolución que él tenía planeada. Por desgracia ya pasaron casi 7 años de la cancelación del título y nadie se manifestó interesado por continuarlo.

Antes de cerrar la nota, debería hablar de algo fundamental que tiene la serie y es el tema de la música. Esta juega un papel importante a lo largo de toda la historia al punto de que cada episodio viene con dos temas que recomienda Danny Duoshade para escuchar durante la lectura. Por desgracia, mis conocimientos musicales son tirando a nulos y cualquier tipo de referencia al respecto se me escapa por completo, pero quizás ahí haya un plus para aquellos que de verdad disfrutan y saben de música. De todas formas esto no me impidió engancharme a pleno con el comic, lo cual es un punto a su favor. Así que ya saben: si tienen ganas de sumergirse en un mundo plagado de mentiras y rock & roll, Young Liars es un buen camino a seguir, por más que sea uno corto.