En esta ocasión, queridos lectores, me propongo reseñar American Century, un comic que arrancó en el año 2001, escrito por Howard Chaykin y David Tischman, y con Marc Laming y John Stokes al frente de la faz artística. Se trata de una serie regular que duró 27 números y desapareció sin pena ni gloria, siempre muy oculta del radar del lector promedio, a tal punto que ni siquiera fue recopilada completa en tomos.
¿Es una serie mala? No diría eso, pero sí me animo a decir que es aburrida. Particularmente, cuando leo el nombre de Chaykin, me imagino que voy a encontrarme una trama adulta con sexo y violencia. Este comic tiene eso.
¿De qué trata? Harry Block es un tipo condecorado de la Segunda Guerra Mundial, que es llamado nuevamente a combatir en Corea. Estamos en los años ´50. Harry está harto de su vida, jefe, esposa, todo. El primer número es ponerse en los zapatos de Harry, sufrir su vida y querer que mate a todos, básicamente. ¿Qué hace Harry? No, no mata a todos. Simplemente no tiene mejor idea que fingir su muerte robando un avión y estrellándose. Chau vida, hola vida nueva.
Acá es donde tenemos a un personaje que parecería una suerte de Jesse Custer (Preacher) pero sin onda. El problema principal que tiene este comic, es que el protagonista se envuelve en conflictos que no le competen en lo absoluto. No es relevante, no le importan. Tranquilamente lo vemos como a un espectador. Muy difícil poder identificarse en algo con él: una suerte de mercenario de la vida que no hace preguntas, que cada tanto flashea nobleza. Un tipo harto, que se envuelve en kilombos porque sí, por mala leche. Siempre con una mina distinta completamente entregada a él, como si fuese una suerte de James Bond. Choca un poco el encuadre de tipo duro con facilidad para todo, demasiado perfecto. Tenemos una mezcla de Punisher charlatán con James Bond, que intenta parecer cool pero falla estrepitosamente.
En el primer arco Harry (ahora llamado Harry Kraft), está viviendo en Guatemala. Labura haciendo viajecitos en avión, transportando algo. No pregunta nada. Merca, armas, quién sabe. ¿Qué pasa en Guatemala? Simple, se ve envuelto porque sí en un conflicto por el poder del país, entre los rusos y los estadounidenses, entre un dictador y una guerrilla. Sale bien parado, se escapa. No sin antes pasear con prostitutas, muertes violentas, y repartir un par de bifes. La peli de acción de los domingos a la tarde que vemos por inercia.
En el segundo arco vuelve a Estados Unidos. Se tiñe, se vuelve un guardia de seguridad nocturno. Está en Hollywood, mezclado en puteríos de actores.
Mi principal problema con este comic, indistintamente de su ritmo, es el arte: me vi más de una vez volviendo páginas atrás para ver si el personaje en cuestión era nuevo o ya había aparecido. Muchos clichés andantes, personajes muy parecidos y acartonados que te dificulta distinguirlos, parece una película de coreanos todos vestidos de traje y con anteojos oscuros: imposible recordar cada cara y nombre. Es un punto muy flojo. Ojo, el dibujante cumple en calidad, es bastante sólido y no tiene desaciertos ni mamarrachos, pero es excesivamente genérico.
¿Lo recomiendo? Creo que como mínimo hay que leer el primer arco para ver si se enganchan. No hay mucha evolución a nivel trama, y el final quizás sea bastante apresurado, pero cierra bien.
Acá el nombre de Chaykin quizás quede grande. Aparecen artistas más adelante muy grossos como Luke Ross, pero eso no hace remontar la trama: siempre mantiene el mismo nivel, entretiene pero no emociona. Por momentos puede aburrir o molestar ese vicio del winner que la tiene clara, se faja, se acuesta con todas y sale bien parado. Probablemente sea por este motivo que American Century no triunfó en Vertigo y es fácilmente olvidada por los lectores.
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