«Porque aunque todos los misterios contengan secretos, no todos los secretos contienen misterios.» – Caín
La Casa del Misterio abre sus puertas nuevamente en el año 2008, casi 25 años después de la cancelación de la serie original, donde Karen Berger invitaba a Cain, el «dueño» de casa, a un paseo de metaficción para explicarle que esto no daba para más.
Matthew Sturges será el guionista principal de la nueva serie, con un afiladísimo Bill Willingham de guionista invitado en varios números, y una alta gama de artistas a lo largo de la serie.
Para los que no están en sintonía, les tiro un contexto muy por arriba sobre la serie original de House of Mystery: Es una de esas publicaciones que duraron más de lo que deberían. De 1951 a 1983, para ser exactos. En teoría, eran historias de terror autoconclusivas, muy limitadas argumentalmente y, sacando pequeñas gemas o autores, bastante estúpidas. Pero La Casa siempre fue un emblema del Universo DC. Superman estuvo ahí, Batman también, Constantine la usó de base para su Liga en el New 52. ¿Se acuerdan de Caín y Abel, dos personajes que pasearon incluso por Swamp Thing y que, por lo general, son más recordados por su presencia en Sandman de Neil Gaiman? Bueno, ellos son los “dueños” de la casa del Misterio y los Secretos, respectivamente. La casa funciona de forma extraña, ninguna puerta lleva dos veces a la misma habitación, a veces es imposible salir, a veces es imposible encontrarla. La dinámica del título era que alguien llegaba a la casa, contaba o escuchaba una historia, y tenía dificultades para abadonarla. O quizás no.
Hecha dicha introducción, volvamos a la serie que nos compete.
Con una duración de 42 números, la vuelta de House of Mystery suponía una idea prometedora e interesante. Vamos, estamos en el 2008, el Comic Code Authority no es un problema, el lector creció y evolucionó… Estamos en Vertigo, el mundo nos considera dignos de historias que no sean de R.L.Stine.
La casa no tiene una ubicación puntual. Puede estar en todos y en ningún lado. Podés llegar casi por invocación o azar… todos conceptos muy divertidos si llegan a manos de un escritor suficientemente hábil como para exprimirle el jugo. Y pasa. En un principio vamos a conocer a una chica a la que nos referimos como Fig, quien está huyendo de su casa, perseguida por dos extrañas entidades. La chica huye con planos dibujados de una casa en sus manos. Sí, adivinen qué casa es. Una casa que vio siempre en sus sueños. Escapando de estas entidades, termina por llegar a la casa que da nombre al título. Una casa con un bar en su entrada, rebosante de gente de todos los colores y formas. Extraterrestres, criaturas mágicas, humanoides. Seres de todo el espacio y tiempo vienen a la Casa del Misterio, y la forma de pagar por las bebidas, es contando una historia. Y esta es la dinámica principal del título: Una historia dentro de una historia.
En el primer número, por ejemplo, la historia que cuenta una de las personas que visitan el bar, está escrita por Bill Willingham. Los artistas también rotan. Es un método simple y a su vez efectivo: Una rotación de escritores, un rejunte de tramas que colidan, un artista que puede lucirse en una trama con otro tono.
Pero la diferencia principal con Fig, y cuatro habitantes más de la casa es que -a diferencia de la gente que va a tomar un trago- ellos no pueden abandonarla. Están atrapados, cualquier intento de fuga es imposible. ¿Qué más? Digamos que Fig (únicamente) escucha una voz cada tanto y, dependiendo lo que le conteste, las cosas pueden ser agradables o espantosas. No tengo mucho más que contarles, trato de mantener el misterio, pero es notoria la cantidad de referencias que podemos encontrar a temas literarios, a la misma casa y su encarnación anterior, o a momentos en la vida de otros personajes que nos deleitan con su paso por la serie.
Para los que conocen a Bill Willingham por su genial serie Fables, les cuento que acá se nota mucho la temática de la fantasía y ficción narrada de forma clásica, como una fábula. Sturges cumple y sabe mantener un misterio hasta el final. En los últimos números, uno pensaría que la serie va a derrapar con un final abrupto pero NO: La clase de narrativa de la que fuimos testigos desde el principio, se mantiene. Y tenemos un final digno del título de la serie.
Recomiendo esta serie sin dudarlo. No es una locura cebadora a nivel trama, pero es un experimento interesante desde el apartado narrativo. Para el que gusta de la lectura, sin dudas es un deleite. Al que sólo busca trama y bifes, quizás le cueste un poco más. A veces no tenés idea de qué está pasando, pero las sutilezas del guión y la buena pluma del escritor de turno, pueden hacer que te importe poco y nada y seguir adelante. El punto del comic es mantener un nivel de misterio interesante y a su vez, hacer que el lector pasee y se sumerja en las ficciones e historias de los personajes que vienen por un trago.
Y como ya adelanté, pero ahora ahondo, el arte es un punto aparte: además del titular Luca Rossi, tenemos historias dibujadas por David Petersen, Jill Thompson, Bernie Wrightson, Gilbert Hernandez, Neal Adams, Sergio Aragones, Al Davison, Antonio Fuso, Michael Kaluta, Brendan McCarthy, Richard Corben, el gigante Enrique Breccia y el eterno Darwyn Cooke. Sí, se me escapan BANDA de nombres, muchachos, pero si esto no les hace picar la curiosidad, nada lo hará. Hasta tenemos de invitado a Jeff Lemire para escribir una historia. El paseo creativo de este título es sin duda una maravilla, una maravilla perfectamente balanceada que sin duda, va a valer su tiempo.
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